En un texto escrito por Gabriel Ángel, titulada El País contra la paz y la verdad, la guerrilla le reclama al diario español la imprecisión de la información. El turista español viajó a Cali en julio del 2013 invitado por dos amigos colombianos. Los tres muchachos fueron secuestrados por Los Rastrojos. Pidieron un rescate de un millón de Euros pero a los días fue encontrado con cinco tiros en el cuerpo en Corinto Cauca. De sus otros compañeros nunca se supo nada.
Esta es la historia:
El país contra la paz y la verdad.
Por: Gabriel Ángel
La edición digital de El País, de España, correspondiente al domingo 29, incluía una crónica de su investigador Joaquín Gil, en cuyo titular se sindicaba directamente a las FARC por el secuestro y asesinato del ciudadano español Sergio Muñiz Brioso, en hechos acaecidos entre junio y agosto de 2013, pero reciclados a raíz de unos audios, conocidos y revelados por el medio con notoria perversidad.
Quizás alguien intervino, porque el lunes 30 la misma crónica apareció publicada nuevamente, aunque con otro titular. Ahora simplemente decía, Cinco balas para cerrar una negociación. No sé si es demasiado suspicaz preguntarse a qué negociación se refería el titular, si a la de la liberación de Sergio Muñiz o a la del proceso de paz de La Habana, al que se ataca con sobrada bajeza en la crónica en mención.
Según esta, Sergio Muñiz viajó a Cali en junio de 2013, a pasar un mes en compañía de dos amigos colombianos de los que no se dice nada más. Al día siguiente los tres desaparecieron en manos de Los Rastrojos. El día 7, un amigo de Sergio se presentó ante su familia para mostrarles un mensaje recibido en su teléfono, en el que Sergio les manifestaba hallarse secuestrado y que pedían un millón de euros por su libertad.
Dos meses y medio después, tras varias llamadas telefónicas de Sergio a su madre, en las que supuestamente él hablaba y negociaba por sus captores, su cuerpo apareció con cinco tiros en un monte de Corinto, a dos horas de Cali. De sus acompañantes no se supo nunca más nada. La crónica revela que la policía colombiana atribuyó inicialmente el caso a venganzas entre narcotraficantes, ordenadas desde Oviedo, en España.
Pese a ello El País agrega que el fiscal colombiano Elox García Prada señaló en septiembre de 2014 a las FARC como coautores del asesinato. De la lectura de la crónica se entiende que debió obrar con fundamento en los audios que conoció en su momento y que ahora, como si se tratara de un nuevo Evangelio hallado en las ruinas de Palestina, revela Joaquín Gil con vergonzoso entusiasmo. Veamos cómo lo hace.
“Uno de los primeros contactos telefónicos que estableció Lourdes Brioso, madre de Sergio, fue con un empresario venezolano llamado Juan. Este hombre se presentó como un antiguo rehén de Los Rastrojos que había coincidido durante un mes con el asturiano en la choza de los paramilitares”. Para la Policía española se trataba de un vulgar estafador, pero la desesperada familia prefirió conferirle credibilidad.
La misma que le otorgó Joaquín Gil y quizás, si acaso existe, el fiscal colombiano mencionado. El tal empresario habló telefónicamente a la madre de Brioso, “No sé si usted ha escuchado que Hugo Chávez apoyaba a la guerrilla, ¿verdad? La guerrilla colombiana. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, apoya a la guerrilla. Mi mamá fue a la Cancillería y habló con Maduro. Y él contactó con La Habana, donde se gestiona el proceso de paz…”
Expone a la madre de Brito que Maduro intervino a través de Roy Chaderton y que así fue como le respetaron la vida, aunque tuvo que pagar un dinero. Y pasa a aconsejarle que busque contacto con la delegación de las FARC en La Habana para que hablen con los del Sexto Frente, que son los que le tienen al hijo. Desde el comienzo al fin de la crónica, su autor se refiere a Los Rastrojos como los autores del secuestro, pero no cesa de maniobrar contra las FARC.
Sin explicar nada sobre aquellos, se empeña en su interesada sindicación contra éstas y el gobierno de Venezuela, fundado en el ridículo testimonio telefónico de un anónimo. Para entonces, se atacaba con saña a Maduro y recién se había firmado el acuerdo de Reforma Rural Integral, en medio de difíciles conversaciones. Las FARC tenían año y medio de haber renunciado públicamente al secuestro y liberar todo cautivo.
Pese a ello El País insiste en formar bochinche. Justo cuando en el Congreso se tramita la Jurisdicción Especial para la Paz, que permitirá conocer la verdad sobre hechos graves imputados a las partes durante el conflicto.