Son los congresistas – por decirlo de alguna manera - nuestros primeros maestros de ciudadanía. Modelos y arquetipos del Nuevo Ciudadano. Maestros de verdad y altruismo como aquellos togados griegos o romanos, no importa si en otro Idus surja de sus bancadas un Brutus con cuchillo. Sin tremendismos; ésta ha sido la situación del país en los últimos días, como imitando el desaliño del Congreso de los EEUU. Sin lugar a duda menos vergonzante la posición del presidente Obama frente a los republicanos que la de Juan Manuel Santos. El colombiano del común descree sus intenciones de reducir la brecha entre ricos y pobres, agua milagrosa con la que se limpia la cara todas las noches en los noticieros, por el asunto de las exageradas dietas de los congresistas.
La opinión pública siempre acompañó al presidente en los “anunciados éxitos” de su gobierno de romperle el cuello a la despampanante desigualdad social de país. Ésta misma opinión saltó de gozo cuando se supo que un alto tribunal de justicia había declarado inexequible dos bonificaciones que recibían cándidamente” los senadores. La fiesta fue al máximo cuando se cayó en cuenta que por este hecho se reducían igualmente los sueldos de encumbrados funcionarios del Estado que no podrían ganar por encima un senador de la república. Dicha opinión pensó de inmediato: Oportunidad de oro en manos del ejecutivo para continuar su empeño por la equidad social pues en su conjunto representaba un valor apreciable en dicha dirección. Por fin le tocaba al Congreso y al Estado dar su cuota de solidaridad. Lo que era un logro pues resultó un problema de marca mayor para uno y otro.
Pero claro, sucedió precisamente lo contrario, apareció Lobo Malo de Minhacienda. Sorpresivamente, en contravía, pretendiendo hacernos creer a los tontarrones de los colombianos que no se puede vivir con menos de dieciocho millones, y, a espaldas de los propósitos apremiantes del presidente. Ministro de Hacienda que no puedo encontrar la fórmula para aliviar el valor de la gasolina y que solo encontró aquella intocable, de origen divino, “La fórmula matemática”. ¡Mamola, Dr. Serpa!. Solo alcanzó su iniciativa de genio joven para una insultante disminución de doscientos pesos. Aquel no encontró dinero para resolver en parte la crisis social del país encontró en una semana La fórmula mágica de retroceder todo lo actuado y volver a llenar el bolsillo tanto de senadores como de altos empleados.
¡Qué pesar de Juan Manuel con coequiperos como este de Hacienda!. Algo parecido le pasa cuando habla de los avances de la Habana y sale de inmediato el cirirí de Defensa a desmentirlo a diestra y siniestra con un vocabularios soez y pendenciero para los miembros de las Farcs. Hay rabia y nueva decepción pues Santos nos lleva a un sitio diferente al de la Prosperidad prometida. Es taimado y ahora en tiempo reeleccionista emplea todas las formas de lucha. Los congresista han vuelto “humildemente” al redil a hacer “su trabajo legislativo”: aprobar, aprobar y aprobar sin necesidad de pensar- pensar, por agradecimiento de bancada.