Según Carlos Marx, en su libro sobre el 18 Brumario de Luis Bonaparte, escribe refiriéndose a Hegel que éste dijo “que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces”. Y comenta: “Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez, como comedia.”
Sabemos que la caída del Imperio Romano se le debió a los bárbaros. ¿Será ésta la tragedia? Y será comedia que el bárbaro de Trump sea el responsable de la caída del Imperio Yanky?
Porque el fin de un imperio se da en medio de la decadencia de éste, y no cabe duda que la economía imperial capitalista, neoliberal y salvaje, está produciendo globalmente dos fenómenos que atentan contra la solidez del Imperio y su régimen de Democracia Representativa:
1º. La concentración de la riqueza en un diminuto porcentaje de individuos y el subsecuente empobrecimiento de las grandes mayorías, que limita la capacidad de compra de los ciudadanos, escasea así el combustible fundamental del capitalismo que es el consumismo.
2º. La indolencia y distanciamiento del establecimiento, de espaldas a la voluntad popular, hace que los sufragantes y la ciudadanía en general comprendan que su voto es equivalente a estampar su firma en un cheque en blanco, para que los elegidos decidan del destino nacional a su acomodo y beneficio.
No me cabe duda que le ha llegado la hora al restablecimiento y resurrección del gaitanismo en manos de nuevas voces y nuevos protagonistas, porque el gaitanismo es un proceso interrumpido violentamente que debe retomar su marcha, completando así su parábola temporalmente trunca.
El gaitanismo ha sido el único movimiento de izquierda que en Colombia ha logrado derrotar al establecimiento, como lo hizo en las elecciones parlamentarias y de asambleas de 1947, habiéndose convertido en la organización más poderosa del momento, hasta el punto que el oficialismo liberal, viéndose derrotado, adhirió al gaitanismo, mientras todos sus llamados “jefes naturales liberales” se auto exiliaron, regresando al país después del 9 de abril de 1948 para retomar el mando del liberalismo.
La clave del éxito de Gaitán fue que no solo criticaba al establecimiento, sino que proponía soluciones claras y definidas para sustituir el predominio oligárquico, despertando así el entusiasmo y la vocación de lucha de las grandes mayorías empobrecidas y agobiadas por el régimen imperante.
Gaitán no se limitaba a protestar contra la corrupción, sino que afirmaba que la decrepitud del capitalismo era su causa, planteando como solución a la inmoralidad la construcción de un nuevo socialismo, democrático y equitativo, orientado directamente por la voluntad del pueblo.
Dos frases de Gaitán responden hoy, plenamente a las inquietudes ciudadanas actuales:
1º. Sobre la corrupción afirmaba: “Cuando nos encontramos en la decadencia del proceso romano, de la Edad Media, del Renacimiento o de las Monarquías absolutas, ante un desmoronamiento profundo de la moral colectiva, es porque claudicaba en ellos lo que hay de más hondo y permanente en los valores de la vida histórica. Y por eso erramos al afirmar que la inmoralidad acabó con aquellas civilizaciones. No; la inmoralidad era apenas el índice de que se estaba clausurando internamente el ciclo histórico de cada una de aquellas civilizaciones. La inmoralidad colectiva no era la causa sino el síntoma. Y así diremos hoy: no es que la falta de moral esté minando este ciclo de civilización que hemos convenido en llamar capitalista; es que el mundo capitalista está minado por dentro y por eso tiene el índice de la inmoralidad”.
2º. Sobre la decadencia de la Democracia Representativa y la futura instauración de la Democracia Directa planteaba: “Lo que queremos es la democracia directa, aquella donde el pueblo manda, el pueblo decide, el pueblo ejerce control sobre los tres poderes de la democracia burguesa: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial y que, además, garantice la equidad en el aspecto económico. Allí donde el pueblo es el pueblo, el pueblo ordena y ejerce un mandato directo sobre y en control de quienes han de representarlo. Todo esto exige trabajar honda y apasionadamente en el cambio de una cultura que despierte en el pueblo voluntad para regir directamente sus destinos y exige un profundo cambio constitucional para disponer de una Constitución acorde con la necesidad de un mandato popular directo sobre los destinos de la patria, que elimine los filtros que la democracia burguesa establece y defiende”.
Crítica y soluciones, indignación y esperanzas para el futuro, fueron ayer las claves del éxito del gaitanismo y serán los principios de su continuación