Soy Transexual... a mucho honor!!

Soy Transexual... a mucho honor!!

Leo Ulloa se cansó de estar encerrado en el clóset y gritó a los cuatro vientos la felicidad que le proporciona ser como le da la gana

Por: Leo Mauro Ulloa Castiblanco
enero 25, 2017
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Soy Transexual... a mucho honor!!

Aunque Colombia sea, en la teoría, un Estado Social de Derecho, en el que se propugna por la igualdad y el respeto del otro; el contexto social en el que vivimos ofrece un panorama totalmente diferente. Aún se teme a lo desconocido, lo diferente, lo que se sale de la norma.

A manera de ejemplo, y como introducción a mi disertación, haré un 'flashback' de ocurrido a mediados del año anterior con la polémica generada por la dichosa cartilla del Ministerio de Educación, con las que, se según ciertos sectores de la sociedad, se pretendía "homosexualizar" a los niños y niñas. Y aunque dicha indignación estuvo plagada de falacias, dejó entrever los prejuicios que aún permean la sociedad colombiana.

La idea de que los menores cuestionaran su sexualidad o su género era inconcebible, "eso pasa en otros países, no aquí". Pero lo cierto es que las personas sexual y/o genéricamente diversas existimos y convivimos entre ustedes; a veces pasamos desapercibidos, como personas "normales", pero otras veces no; más tratándose de personas trans.

Yo crecí en un pueblo en el que los únicos referentes de personas trans* eran las estilistas de "la calle de los maricas" como se conocía entonces. Siempre se referían a ellas como "los maricas" o "los travestis"; siempre se aludía a que eran "hombres vestidos de mujeres", maricas en todo caso porque les gustaban otros hombres (masculinos, claro). Pasó bastante tiempo para comprender que esos maricas eran mujeres trans, y que además existían hombres trans, es decir, que hacen el tránsito de mujer a hombre, para resumirlo en términos comunes. Pero en mi niñez tal vez el único referente de hombre trans fue Brandon Teena, de la película Boys don't cry, interpretado por Hilary Swank.

Pasé mi adolescencia descubriendo mi sexualidad y me identifiqué como lesbiana, lesbiana marimacha o machorra, para ser exactos. A los 19 años descubrí que me incomodaban ciertos aspectos de mi cuerpo y de cómo se referían a mí las demás personas, y decidí asumirme como hombre trans.

La testosterona empezó a generar cambios en mi cuerpo, en el término de tres meses ya me había cambiado la voz y tenía más vello corporal. Con el paso del tiempo otros cambios se fueron dando; estaba emocionado, aunque la dicha no era completa. Tenía el trasero y las tetas muy grandes, y me costaba disimularlos (aún me cuesta, de hecho).

La mayor parte del tiempo me siento a gusto con mi cuerpo, sin embargo cuando la disforia ataca, me da miedo salir a la calle, no quiero que se me note que soy trans, o en otros términos, se me note que soy mujer.

Muchas veces he sido blanco de miradas inquisitivas que se preguntan para sí o para quien está al lado (nunca para uno) si será hombre o será mujer; y aunque en el caso de los hombres trans es menos frecuente que suceda, ya sea por el efecto de la hormona o porque socialmente está bien visto ser hombre; en el caso de las mujeres trans es más común, bien sea porque poseen rasgos masculinos bien definidos o porque culturalmente, si un hombre renuncia al privilegio de serlo y decida asumirse como mujer, lo más natural es que sea objeto de mofa y agravio.

La idea de sentirse observado es aterradora, por eso es mejor pasar desapercibido; más en una sociedad intolerante, en la que se puede estar expuesto a cualquier tipo de violencia machista o transfóbica. Además existen otras esferas como la laboral, en donde es necesario inclusive el cambio de nombre y sexo en los documentos, para no ser víctima de discriminación.

El miedo a ser señalados como ciudadanos de segunda, a la discriminación, al ostracismo y a la victimización nos ha empujado a dejar de vivir nuestra identidad de género como mejor nos plazca; entendiendo que, como ya es común decirlo, existen mujeres con pene y hombres con vulva (y hasta con tetas), y que si no queremos ocultarlo (tal como Matilda González en su experiencia #NoMeLoEscondo), podemos hacerlo; que ser trans es hermoso, y que si se nos nota, no nos avergoncemos por ello.

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