La dinámica de la cultura es un delirio comparativo generación tras generación. No es necesario mirar con tanto detenimiento para percibir ese choque de costumbres que se hace evidente en nuestros días. Un choque que puede escandalizar el tiempo presente y por supuesto las generaciones pasadas que con sus comportamientos más recatados legitimaron el contraste del almanaque.
La manera en que vive cada generación puede molestar a la generación anterior. Un factor a tener en cuenta es la música, la falta de pertenencia ya hace parte del paisaje, ver los ataques y los malos comportamientos en los sistemas de trasporte público. Los nuevos ritmos con lenguaje grotesco cuentan el pasar de los años en el calendario, lenguaje que las emisoras se encargaron de multiplicar, ni para que mencionar esas canciones que incluso invitan al consumos de alucinógenos con todo el desparpajo y la tranquilidad del caso. Pero así es el calendario, así son los números, una máquina matemática que nos traza la geometría de la vida con cada moda, con cada forma de vivir.
Esa es la cultura, la que paraliza la historia sin dar respuestas concluyentes. Por encima de todo siempre hay preguntas cuestionables, lo copiado de culturas foráneas y el abandono de nuestra cultura, la perdida de nuestras raíces.
Para vivir esos cambios los acompañamientos en educación son frágiles, no hay políticas que nos indiquen desde la escuela que debemos querer lo nuestro. Así que solo queda acostumbrarse en tiempos de ausencias, en tiempos que permiten olvidar los actos pasados y legitimar una cultura áspera que no indica nada bueno para estas y las generaciones venideras.
Ing. Alfer Muñeton G.