Este año, Fernando Botero tiene tres exposiciones con su nueva serie del Carnaval en Medellín. Seres que continúan con coherencia su última versión de la serie sobre EL Circo. Ahora vuelve a su ciudad natal como parte del paisaje con sus calles, sus casas, sus parques, sus bancos o sus ademanes característicos. Este universo que siempre tiene marcado la memoria de su niñez, ahora los retrata con los disfraces de un carnaval austero. La exposición está progamada en Roma, Hong Kong y Aix en Provence y, en esta última, estará en compañía de una exposición con Picasso. ¿Ya que más queremos de nuestro triunfador?
El mundo de Botero amplía sus horizontes —la parafernalia del detalle que comenzó con la serie de la Tauromaquia— hace alarde de su técnica y de su magia en donde resuelve momentos críticos: desde la composición hasta la manera que él desarrolla en paroxismo volumen.
El Circo es una serie bella donde los seres humanos son humanos con experiencia por su característica propia de comediantes. En la continuación sobre el Carnaval, sucede lo contrario, el disfraz los libera.
Decía Oscar Wilde que quienes utilizan las caretas no se encubren. Todo ser enmascarado no se disfraza. A este ser lo habitan sus criaturas invencibles.
Qué delicia, el mundo de Fernando Botero no se acaba. Tampoco se repite, siempre tiene retos de color y retos con técnicas cada vez más depuradas, con un manejo del color invencible.
Con una propuesta plástica proviene de una certeza clásica porque ahí busca y encuentra la verdad de su pintura.
Sin abandonar su paisaje, pinta las Naturalezas Muertas de Paul Cezanne un posimpresionista francés que fue el precursor del cubismo. En los baños, la caricia del impresionista francés Pierre_Bonnard quien pintó el mundo de su intimidad, mientras descubría la reacción del color con la luz en sus espacios.
En el dibujo revisa a Jean Aguistine Ingres, un ser humano que convivió con lo neoclásico pero se especializó en el dibujo, especialmente en el desnudo femenino que él convierte en sus modelos.
Para Fernando Botero sus fuentes clásicas lo alejan del afán del mundo moderno y lo materializan en un lugar de la eternidad.