Pacientes con cáncer: otro drama invisible

Pacientes con cáncer: otro drama invisible

La enfermedad no respeta edad, clase, raza o profesión. Los pacientes de provincia afrontan las peores condiciones

Por: FERNEY IDROBO MOLINA
enero 13, 2017
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Pacientes con cáncer: otro drama invisible

El Cáncer se ha convertido en las últimas décadas en una constante de riesgo para todos los seres humanos; ya es evidente que ninguno de nosotros se encuentra ausente de enfrentarse a esta realidad, en cada una de nuestras familias podemos al menos citar un caso que nos ha enfrentado a esta realidad. Pero, solo cuando uno de nuestros seres cercanos se ve obligado a enfrentarse a este tipo de enfermedad, conocemos las realidades y dramas que se desarrollan más allá de lo clínico.

Recorrer el Instituto Nacional de Cancerología; permite ver como diversas edades, condiciones económicas y de otro tipo se ven unificadas alrededor del Cáncer, pero si es evidente que la diferenciación en lo que se refiere a la capacidad económica del paciente, lo enfrenta a otro drama. Muchos de los menos favorecidos, se ven abocados a tratamientos que acaban con su ya menguado patrimonio, sin que el Estado tome las medidas pertinentes para no agravar su ya de por si precaria situación.

Para los pacientes que vienen de provincia, las condiciones son realmente terribles; desplazamientos de horas o días, sin que cuenten con los recursos para garantizar un alojamiento digno en la ciudad, ante lo cual se ven obligados a pernoctar en las salas de urgencia o corredores y en los casos menos impactantes su única alternativa será alquilar un “paga diario” en los barrios “San Bernardo” o las “Cruces”, en sitios tradicionalmente frecuentados por consumidores de drogas, prostitutas y otro tipo de personas vinculadas al delito.

No siendo esto suficiente; estos pacientes tanto habitantes del Distrito como foráneos, deben iniciar sus tratamientos desde muy temprano, y aquellos que no cuentan con un medio de transporte propio o recursos para taxis, se ven abocados a utilizar el Transmilenio y el SITP. Culminado el recorrido tendrán que desplazarse a pie en la madrugada, desde la Av. Caracas o la Av. Décima, donde se ven expuestos a la constante inseguridad que habitantes de calle y delincuentes profesionales han venido sembrando.

En días anteriores varios pacientes entre ellos uno con deficiencia visual, fueron víctimas de atraco callejero sin que existiera en la zona presencia policial; la cual solo se evidencia después de las siete de la mañana, hora en la que seguramente ellos se sienten protegidos para ingresar en la zona. El riesgo es una constante para estas personas y sus familiares, para quienes se ha convertido en toda una aventura no solo luchar contra el Cáncer, sino contra un entorno hostil, en muchos de los casos desconocidos para estas personas.

Aunque existen muchas otras condiciones adversas, en marco de una constante violación a los derechos y de múltiples afectaciones a la seguridad integral; preocupa profundamente la exclusión y estigmatización al que se ven enfrentados los pacientes y sus cuidadores; en el transporte público el evidenciarse como posible enfermo, hace que las personas busquen distanciarse, lo mismo sucede en los establecimientos de comercio y en los lugares de trabajo, donde muchos son obligados a renunciar ante los constantes permisos o ausencias debido a los tratamientos.

Mucho se ha escrito ya frente a la indolencia de las IPS y las EPS; pero es evidente que al Estado y las administraciones no les importa para nada, mejorar las condiciones de bienestar de los pacientes y sus familias, están condenados a la soledad y el silencio cómplice de una sociedad que se congracia con el poder y no con sus iguales. Tal vez este blog, no cambie esta dura realidad; pero al menos podrá recordarnos que aun somos humanos y que la solidaridad junto con la sensibilidad son realmente condiciones que nos separan de otras especies. Además solo sentimos el impacto de la realidad, cuando toca a nuestra puerta; hagamos algo, antes que nos sorprenda la realidad con la dura bofetada de la indiferencia.

 

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