Óscar Bustos, un periodista de oficio

Óscar Bustos, un periodista de oficio

Ganador de varios premios de periodismo, este cronista cuenta cómo algunos directores de medios manipulan la información

Por: Pacho Escobar
diciembre 19, 2016
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Óscar Bustos, un periodista de oficio

Recuerda el periodista Óscar Bustos el día que su colega Manuel Teodoro casi lo saca a patadas del Canal Caracol. Cuenta Bustos que todo se dio después de dos años de trabajo. Él había llegado a la redacción del programa Séptimo Día con una investigación sobre la objeción de conciencia; aquel concepto con el que los jóvenes colombianos argumentan el por qué no prestaran el servicio militar. Todo indica que después de ver el material, a Manuel Teodoro se le metió en la cabeza montar una escena dentro de la crónica periodística. De inmediato Bustos se negó; eso era mentir. Teodoro se enfureció y a gritos, cuenta Bustos, le pidió que buscara al pastor menonita que guiaba a los objetores de conciencia, le pusiera unas esposas y lo filmara subiéndose a un camión del Ejército. Bustos de nuevo se negó y le dijo que eso era faltar a la verdad y a la ética periodística. Ese día Manuel Teodoro a empujones lo sacó del canal. Lo echó.

Y es que este contador de historias se ha hecho a pulso. Con gran esfuerzo cursó cinco semestres de comunicación Social en la Universidad Externado de Colombia. Para asistir a las clases tenía que atravesar a pie el barrio Las Cruces, uno de los más peligrosos de Bogotá; muchas veces le hacía los trabajos a sus compañeros para pagar sus almuerzos, pero cuando la cosa se puso más dura y sus padres ya no podían solventar aquellos estudios, Bustos dejó de lado estudiar periodismo y se puso a hacer periodismo.

Sin pena tocó las puertas de Radio Santa Fe, la emisora más escuchada de la capital en los años ochenta. Allá le empezaría a hacer los mandados al periodista Édgar Artunduaga, siempre y cuando lo dejara emitir una crónica diaria. Artunduaga conoció de fondo las dotes de ese muchacho con ganas de hacer periodismo y no solo le empezó a pagar sino que lo encargó de la crónica judicial, la cual Óscar comenzó a emitir desde el teléfono de la Policía Metropolitana. Seguiría esa universidad junto a Germán Castro Caycedo, quien le enseñó los detalles del buen reportero.

Entonces llegaría la oportunidad en Colprensa. Castro Caycedo le dijo que no lo pensara dos veces porque ya lo veía listo para entrar de frente con la crónica escrita. En los 16 periódicos afiliados a Colprensa empezaron a publicar los trabajos de este periodista que sin miedo era capaz de subirse a un avión fallando para viajar a los llanos orientales y narrar como en el aire los militares más avezados invocaban a todos los dioses llorando como si las lagrimas fueran a encender el otro motor dañado de la aeronave.

Las letras de aquellos días quedaron enmarcadas en la historia del periodismo nacional a cuenta de la Daniel Samper Pizano quien en el libro Antología de la Crónica Colombiana, Volumen II, publicó un trabajo de Bustos titulado ‘Radiografía del Divino Niño’. Y cómo no, si este cronista de entrada hace sentir los aromas de un barrio tan colombiano como el 20 de Julio: “El Divino Niño huele a chocolate. No está batido, mezclado en leche o hervido en agua. Está en pastillas y guardado en grandes cantidades”.

Curiosamente, ganador de varios premios de periodismo, incluidos un Simón Bolívar por mejor crónica televisiva y dos del Circulo de Periodistas de Bogotá, ahora está estudiando Comunicación Social en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia. Un caso curioso porque después de ser profesor de periodismo en dos universidades, dirigir en Canal Capital un programa de Crónicas, escribir cuatro libros, uno de ellos de deliciosa crónica, no pudo aplicar al trabajo de director de televisión en la Universidad Pontificia Javeriana, por eso, porque le hace falta un título, un papel. Alguien por ahí le dijo que se inventara un título, que comprara ese pedazo de cartón en uno de los barrios que tanto había retratado; y él, fiel a la verdad, dijo que prefería morirse antes que decir mentiras y mucho menos sobre su oficio.

 

 

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