Intentar negociar el aumento del salario mínimo en un mes tan complicado como diciembre es todo un reto para unas instituciones públicas débiles, habitualmente obsecuentes con las ambiciones de banqueros y exportadores mineros o agroindustriales. Para el empresariado en el que priman los intereses de los grandes y de las multinacionales, a fin de cuentas, hace años que las empresas en manos de accionistas colombianos se convirtieron en rarezas. Y claro está, para los trabajadores sindicalizados condenados a la atomización (más de 4 000 sindicatos), con apenas 1 millón de afiliados y varias centrales sindicales que no se ponen de acuerdo.
Tanta diversidad de intereses ha producido una historia llena de desconfianza y fracasos en este espacio de dialogo social. Y esta negociación se complica si al mismo tiempo hay incertidumbre política, polarización, reforma tributaria, bajo crecimiento y pesimismo por el futuro.
La ministra de Trabajo Clara López Obregón propuso cambiar algunas cosas en la forma y el método de deliberación: en vez de una mesa cuadrada propuso una redonda para, según ella, inspirar un mejor ambiente. También organizó jornadas de formación en negociación para las partes, dirigidas a las personas que ya llevan casi dos décadas cumpliendo el rito de ir a negociar el aumento del salario mínimo. La ministra justificó el cambio de método y de mesa así: “se trata de ir a un salón neutral en el que todos estemos en igualdad de condiciones alrededor de una mesa redonda y no en una horizontal, como había sido la tradición”.
Si Clara hubiera querido cambiar algo de fondo, habría cambiado la fecha. Empezar en septiembre u octubre o aplazar la discusión para febrero y aplicar retroactividad al 1 de enero. Elegir una fecha en la que no haya finales de fútbol ni mucho menos reforma tributaria en curso, para ver si los trabajadores, a través de la movilización pudieran inclinar la balanza a su favor. Pero la ministra no cambió la fecha, sino solo el lugar y la forma de la mesa. También les pidió a los trabajadores entender a los empresarios y la difícil situación económica que atraviesa el país. ¡Cómo si fuera culpa de los trabajadores! Parece que no les pidió lo mismo a los empresarios para que entiendan lo empobrecidos que están los trabajadores en el país y la alta tasa de informalidad que según el Dane para 2016 fue de 47,7 %.
Los trabajadores, a través de las centrales,
proponen un aumento del 14 %
Este año no habrá acuerdo. Para alegría de los opositores a la ministra. Los trabajadores, a través de las centrales, proponen un aumento del 14 % que justifican en un aumento de la inflación anual de 6,11 % para ingresos bajos a noviembre del 2016 sumada a la pérdida de 0,26 % en el poder adquisitivo en el aumento del salario mínimo para el 2016. Según los estudios de la CUT, además, a los trabajadores le quedaron debiendo el aumento 1,4 % por concepto de productividad del año pasado y la de este año que se calcula en 0,6 %. También los trabajadores plantean que la reforma tributaria tendrá un impacto del 1,5 % sobre los precios de los productos de la canasta familiar. El ultimo 4,13 % restante para llegar al 14 % pedido, resulta de la recuperación de una parte de la deuda histórica que el Estado y los empresarios les han arrebatado a los trabajadores en los ajustes del salario mínimo desde años atrás. Las centrales también piden un ajuste para el auxilio de transporte del 23 %.
Los empresarios dicen que solo nos pueden ofrecer
un ajuste al salario mínimo del 6,5 %
y un aumento del auxilio de transporte en la misma proporción
Por el otro lado están los empresarios. Llegan como siempre con la misma amenaza: que los aumentos del salario mínimo afectarán el empleo y la formalización laboral. Llegaron con la queja de que la recién aprobada ley que amplía la licencia de maternidad les va a generar muchos costos y discriminará negativamente a las mujeres. Que el proyecto de ley de los recargos nocturnos incrementa los costos laborales y en efecto el empleo y la formalización laboral. Por eso, los empresarios dicen que solo nos pueden ofrecer a los trabajadores un ajuste al salario mínimo del 6,5 % y un aumento del auxilio de transporte en la misma proporción, es decir, prácticamente solo reconocen la inflación.
Las centrales sindicales en este mismo escenario han pedido de nuevo que el gobierno cumpla los acuerdos. Que se restablezcan los recargos nocturnos y dominicales a los trabajadores y que se le disminuyan los aportes al sistema de salud para los pensionados. Ambos acuerdos incumplidos por el presidente Santos y su gobierno.
Me atrevo a asegurar que el diálogo social nuevamente fracasará este año y si la ministra quiere hacer algo para que esta historia de un giro positivo debe cambiar la fecha de negociación. Ya nos corresponderá a los trabajadores organizarnos más y mejor para ver si podemos disminuir el desequilibrio de fuerzas.
La suerte está echada, en el salario mínimo nos volverán a repetir la dosis de Lucho en el 2016.
ADENDA: Nos leemos el próximo año. Feliz Navidad y venturoso 2017. El año de la implementación de los acuerdos de paz. Estaremos desde aquí muy atentos.