Imagínese usted, amigo lector, que se le apareciera una hada madrina y le ofreciera un espléndido regalo a Colombia que si lo fuera a adquirir tendría un costo aproximado entre 50 000 y 100 000 millones de dólares. E imagínese, igualmente, que la hada madrina aclarará que, aparte de expedir unos documentos, no tendría costo alguno para los contribuyentes. Y tampoco contribuiría al desempleo.
¿Y de qué se trata ese regalo? Que en Colombia hubiéramos podido atraer con mucha facilidad entre cien mil y doscientos mil inmigrantes e inversionistas extranjeros altamente calificados, una verdadera mina en cuanto capital humano se refiere. Un cálculo elemental indica que educar y entrenar a un profesional de alto nivel puede tener un costo de aproximadamente 500 000 dólares.
Uno pensaría que el gobierno colombiano le hubiera abierto los brazos, con algunas obvias restricciones, a esa gigantesca cantera de profesionales e inversionistas que en un momento dado les hubiera encantado inmigrar al país. ¡Pero no! Con singular torpeza y absoluta falta de visión el gobierno colombiano se mantiene refractario a la inmigración, indistintamente a su calificación, basado en absurdos prejuicios de algunos personajes siniestros de los siglos pasado y antepasado.
En reciente entrevista con el diario Portafolio, el economista Ricardo Hausmann hace una serie de acertadas observaciones sobre la miope política migratoria colombiana:
Hausmann. — Exactamente. Pero Colombia en materia de migración es casi un récord global. Según datos del Banco Mundial, la proporción de gente nacida en el exterior que hay en este país apenas llega al 0,2 % del total, que es uno de los índices más bajos del planeta. Eso equivale a imponer un bloqueo al que aspiraría Donald Trump, que va a ser presidente de una nación en la cual el 13 % de sus habitantes nacieron en otro sitio. Por cierto, en Canadá esa proporción es del 20 % y en Australia, del 27 %.
Portafolio. — Al mismo tiempo tenemos una diáspora importante...
Hausmann. — Así es. El Banco Mundial dice que hay 2,5 millones de colombianos viviendo fuera de su país y solamente 110 000 extranjeros en Colombia. Es decir, la relación es de 20 a uno, que es absurda. Y en el caso concreto de Venezuela, ese número llega a 650 000 colombianos, pero aquí hay solo 35 000 venezolanos, que es casi la misma relación.
Portafolio. — ¿Cuál es la explicación?
Hausmann, — Siempre se ha dicho que la gente no quiere venir por los temas de violencia. Pero ahora estamos en una etapa en la que un gran número de venezolanos quieren instalarse aquí, y no se les permite. Había la visa Mercosur, que antes se entregaba con relativa flexibilidad y que ahora la Cancillería eliminó, argumentando la falta de reciprocidad, lo cual es absurdo pues, aparte de ser moralmente cuestionable, es económicamente un error, pues atenta contra los intereses de Colombia.
Portafolio. —¿Por qué es un error?
Hausmann: Los estudios económicos más recientes muestran que la inmigración no reduce los salarios y no aumenta el desempleo. De hecho, ocasiona el efecto contrario porque los migrantes son complementos y no sustitutos de los trabajadores locales. Tristemente, aquí la reacción de la política pública es acentuar el cierre y expulsar venezolanos. Por eso no es casualidad que Colombia no se diversifique. El 52 % de las compañías que se crean en Silicon Valley son de extranjeros, la mitad de los profesores de Harvard somos extranjeros. Y en Colombia, una de cada 400 personas lo es. Así no se puede absorber el conocimiento y no se puede crear una sociedad moderna, que sea heterogénea.
Portafolio. — ¿Está seguro de que los parámetros son más estrechos ahora?
Hausmann. —Totalmente. He visto correos de Migración Colombia en los cuales el argumento para rechazar una visa es la discrecionalidad. Eso quiere decir que el motivo es porque a un funcionario se le dio la gana.
Portafolio. — ¿Y Colombia se está disparando en el pie?
Hausmann. — Totalmente. Es un síntoma de una enfermedad que es la que está detrás de la falta de diversidad social. Este país lo está pagando muy caro porque la experiencia muestra que el ánimo de emprender es mucho más elevado entre los inmigrantes que crean riqueza y aprovechan oportunidades. Lo reitero, a Trump le encantaría tener una política migratoria como la de Colombia.
Portafolio. — ¿De ese tamaño es la comparación?
Hausmann. — Los colombianos no saben lo increíblemente cerrada que es su sociedad. Ustedes no se dan cuenta del gigantesco costo colectivo que eso implica.