Desde que se iniciaron las conversaciones para un “proceso de paz” se ha hablado mucho sobre el perdón. Y cuando le pregunto a la gente, ¿y a quién hay que perdonar? La respuesta es: “a los culpables.” Ahí está el primer gran error en un proceso de paz, asumir que unos son culpables y otros no. Así que hablemos un poco sobre la culpa para saber si realmente existe y si sirve, o si es una invención de las religiones occidentales. Decidí entrevistar a Dios…
Alejandro.— Me gustaría hablar sobre la culpa y el perdón.
Dios.— ¿Qué es la culpa para ti.
A.—Sentirse mal de lo que uno hizo.
D.— ¿De qué le sirve al mundo un amargado?
A.—¿Cómo así?
D.— ¿La persona que siente culpa está en el pasado, el presente o el futuro?
A.—En el pasado pensando en lo que pasó.
D.— ¿Y cuando la persona piensa en lo que pasó, se siente una persona valiosa o se siente poca cosa?
A.— Se siente mal.
D.— Exacto. La culpa es un resentimiento hacia uno mismo. ¿De dónde viene ese autoenojo o autodescontento?
A.— No sé, ¿que uno siente que ha debido hacer algo distinto?
D.— Correcto. Se queda uno en lo que debería ser y no en lo que es. La mente piensa “he debido pensar diferente, he debido ser mejor, he debido hacer esto, he debido anticipar las consecuencias”, en fin. Pero la realidad es que ya no pensó ni fue ni hizo ni anticipó. Si un alpinista no logra llegar a la cima de la montaña porque cometió un error, ¿de qué le sirve quedarse pensando en lo que hizo o no hizo, en lo que ha debido ser y no fue?
A.— Pues para saber en qué se equivocó.
D.— De acuerdo, una cosa es pensar en lo que pasó y otra cosa es quedarse pensando. Es importante pensar en el pasado de manera práctica para aprender de él. Supongamos que el alpinista reflexionó y concluyó que se cansó muy rápido de los brazos, ¿debería entonces aumentar su entrenamiento de brazo o quedarse pensando que no alcanzó la cima por falta de fuerza en los brazos?
A.— Pues fortalecer sus brazos para volver a intentar.
D.— Eso es responsabilidad o, dicho de otra manera, habilidad para responder. Un error en el pasado nos sirve para aprender y nos debe llevar a la acción. ¿Si hago quedar mal a una persona porque dije mentiras o porque exageré la historia, de qué le sirve a la persona que yo sienta culpa?
A.— En nada, su reputación no va a cambiar.
D.— ¿Qué debe hacer entonces la persona?
A.— Además de disculparse, debe buscar hablar con las personas para decirles que la historia que les contó era falsa o exagerada.
D.— Así es.
A.— Pero eso no es fácil, se requiere valentía reconocer el error y poner la cara.
D.— Claro, la culpa es la salida fácil. El propósito de la culpa es escapar el castigo con el autocastigo y, encima, despertar un sentimiento de pesar en los demás.
A.— Si entiendo bien, ¿es como volverse la víctima?
D.— Algo así. Volvamos mi pregunta original, ¿de qué le sirve al mundo un amargado?
A.— Viéndolo de esta manera, pues para nada. Ahora que lo pienso, la culpa no arregla un matrimonio, la culpa no acerca a los hijos, la culpa no crea mejores sociedades, la culpa no reduce la corrupción.
D.— El sentimiento de culpa lo han utilizado las religiones para controlar a la gente, solo que no en relación al pasado sino al futuro: que la persona ya no entrará al cielo. ¿Cuál crees que será la autoestima de una persona que convierte su pasado en una pesadilla y su futuro en un castigo?
…continuará.
@acardenas999
