La gente que insulta a Carolina Sanín no sabe que fue una de las creadoras de Pedro Manrique Figueroa, el artista del Collage que lleva el peso del convulsionado Siglo XX en Colombia y que Luis Ospina inmortalizó en un falso documental. Que es la autora de Los niños, una de las pocas novelas de terror que se han escrito en este país, y que desde su columna de El Espectador sembraba tempestades.
En la literatura colombiana no han abundado los provocadores: Vargas Vila fue el autor de novelas que desafiaban la puritana moral de los años veinte, y de uno de los insultos más geniales que se han escrito refiriéndose a un poeta que el tiempo ha borrado: Los dioses no consintieron que Santos Chocano deshonrara el patíbulo, muriendo en él. Ahí está vivo, después de haber fatigado la infamia. Fernando Vallejo ha insultado a Colombia, a Medellín y hasta a su madre en su monumental Río del tiempo. Antonio Caballero fue implacable con la sociedad bogotana en ese desahogo bilioso que es Sin remedio y el "tonito" lo ha mantenido en sus columnas en Semana y Arcadia. Ninguno de esos autores ha tenido que soportar la campaña de odio que le han aplicado a Carolina, una campaña que no solo le ha implicado la sugerencia de que debe ser golpeada como lo prueba este injustificable meme:
Sino que gente deleznable, asquerosa, cuyo único roce literario han sido los Manuales para ser felices de Walter Rizo, se atreven a decir que ella lo único que quiere es publicidad gratis, el escándalo fácil que la encumbre a las alturas de ese lodazal que siempre han sido las redes sociales. No tienen el coraje para decir que lo que les molesta de ella es que sea una mujer y en Colombia las mujeres se callan y obedecen.
A Carolina le gusta usar sus publicaciones de Facebook para pisar callos; nada más sano en una sociedad misógina, machista, injusta y provinciana como la nuestra. La única vez que no estuve de acuerdo con una de sus publicaciones fue cuando habló mal de Black Mirror. De resto no ha dicho mentiras al afirmar que Héctor Abad Faciolince “es un escritor liviano, mediocre, irreflexivo, machista, desconocedor de su lengua e ignorante en general" que Piedad Bonett, y las poetícas de puacá demostraron su parroquianismo cuando elevaron sus voces indignadas ante la decisión de la academia sueca de darle el Nobel a Bob Dylan y que si se rasgaron las vestiduras fue simplemente porque jamás escucharon ni una sola de sus canciones, porque su educación musical nunca pasó de Silva y Villalba, Julio Jaramillo y Los Panchos. Pero, sobre todo, estoy de acuerdo con que somos una sociedad incapaz de ver a la mujer como otra cosa que no sea un objeto sexual.
Es triste ver cómo la mayoría de enemigos que tiene Sanín son mujeres a las que les parecen puritas ganas de exhibicionismo que ella enfrente a los Chompos cuando la comparan con una Nutella. Las mujeres se acostumbraron a ser cositas ricas dispuestas a aderezar las noches de insomnio del traqueto de turno. Además está la envidia de las feisbukeras de turno que se sienten amenazadas por una mujer implacable que escribe lo que piensa y que además es más bonita que ellas. Muchachas aspirantes a damas y a madres de familia a las que le resulta imposible que una treintona no tenga marido, que tenga la frescura y la vigencia suficiente para influenciar a cientos de estudiantes que tuvieron la fortuna de asistir a una de sus clases. Como los buenos libros nadie vuelve a ser el mismo después de asistir a uno de sus cursos.
Es vergonzoso que con el comunicado que difundió en estos días el rector Pablo Navas haya justificado tácitamente la andanada de insultos que ha recibido Sanín por defenderse de las babosadas de los Chompos. Es espeluznante que estos aspirantes a payasos hayan declarado a Pablo Navas como su superhéroe por haber justificado su cruzada contra el gordo, la feminista, el pobre, el negro y el judío. Pablo Navas, creo, trata a los estudiantes como clientes que siempre tienen la razón y los profesores vendrán a ser las sirvientas dispuestas a hacer cualquier cosa por complacerlos. Por eso la foto, el homenaje. “Pablo es un bacán güeón”
En un mundo en donde un hombre que se ufana de “tocar los coños que quiera” es el presidente de los Estados Unidos una mujer que diga lo que piensa, y que además siempre tenga razón, corre el riesgo de ser quemada en la hoguera como sucedía hace apenas 600 años en los bosques de España.