La esclerosis múltiple es una triste y dura enfermedad que consiste básicamente en que por motivos desconocidos los nervios se cubren de una masa casi que calcárea que impide su normal movimiento, destruyendo la mielina, que no es otra cosa que la grasa gracias a la cual se aumenta la velocidad de transmisión del impulso nervioso.
Y si bien la ciencia política no ha hecho la distinción, sí me limito en estas pocas líneas a esbozar que hay estados y sociedades en donde todas las ramas del poder público andan como palomas sin rumbo, con la mielina alborotada, cada cual a su lado, robando por aquí y por allá, haciendo el puente o el hospital de caridad no con el normal sobrecosto del once por ciento, que imagino es la tasa normal en lo que llaman el mundo globalizado, o el módico tres por mil que ha de ser la comisión razonable que lleva el político sueco o danés, sino con un sobrecosto del noventa por ciento, que se incrementa en un treinta por ciento con cada año de demora.
Hay estados, en suma, en donde los funcionarios públicos carecen de cualquier tipo de freno (de vez en cuando cae uno cuya ambición se pasó de la raya…), su mielina anda a mil y parecen no tener límites, cuando hay otros que gracias al paso de los años y a su cultura han logrado reducir la corrupción a niveles casi nulos o inexistentes y su movilidad queda reducida a lo que marca la ley.
Colombia hace parte del primer grupo y es una verdad que cada tres días nos golpea en la cara.
Hay unos señores que se llaman congresistas, que por su “trabajo” devengan un poco más de cuarenta veces el salario mínimo y cuya fama es conocida. Pues bien, esos señores acaban de designar al señor Fernando Carrillo como nuevo procurador por una muy amplia mayoría y el señor designado soltó su frase cajón que más o menos dice que los corruptos se amarren los pantalones, que aquí llegó él.
Válgame Dios.
El señor Carrillo lleva en el mundo de la política desde chiquito,
pasando de embajador a ministro como quien se cambia de medias
y no existe un solo elemento para pensar que su cacería de brujas tiene pantalones
El señor Carrillo, como todos ellos, lleva en el mundo de la política desde chiquito, pasando de embajador a ministro como quien se cambia de medias y no existe un solo elemento para pensar que su cacería de brujas tiene pantalones. Y pensando en la calidad ética y moral de sus electores, solo da para pensar que la mielina colombiana tiene para rato.
¿Este señor Carrillo no es aquel que, siendo ministro de justicia de Gaviria, no vio la catedral que se armó Pablo Escobar?
Creer o no creer, esa es la cuestión.
Y hablando de…
Y hablando de catedrales, qué bonitas deben ser las que visitó nuestro flamante presidente. Tan divino que lo vimos con la reina celebrando cualquier ocurrencia y la Tutina o Titina ni digamos ya que me comentan amigos poco amantes del chisme que se está trayendo un pequeño baúl con unos sombreros de muerte.
