El Nobel como antesala a la Paz

El Nobel como antesala a la Paz

"El Nobel fue recibido como aliciente para zanjar las diferencias y avanzar hacia la unión. Como en el caso de Irlanda, puede ser la antesala a la convivencia pacífica"

Por: Gabriel Ángel Muriel González
octubre 25, 2016
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El Nobel como antesala a la Paz

El Premio Nobel exalta las contribuciones excepcionales realizadas a la humanidad en diversos campos. Las manifestaciones artísticas, con la excepción de la literatura, están por fuera del reconocimiento previsto en el legado de Alfred Nobel. En la versión del 2016 la música incursionó como actividad meritoria de tal distinción, al otorgar el Nobel de Literatura al legendario cantautor estadounidense Bob Dylan. La concesión a un músico causó revuelo por la dificultad para aceptar en pleno siglo XXI la simbiosis de la música y la escritura, tradición arraigada desde Homero, los juglares y los romances. En todo caso nadie niega el talento, el grito profundo de su íntima expresión, su verdad, rebeldía e integridad a toda prueba (incluso ante el anuncio del Nobel), en clásicos como Knockin' On Heaven's Door, Absolutely Sweet Mary, Blowin' in the wind, Tombstone Blues, A hard rain's a gonna fall, Like a Rolling Stone… (Los versos que se intercalan en este artículo corresponden a Masters of War, versión de Nottamun Town, canción folk tradicional adaptada por Dylan).

 You fasten the triggers

for the others to fire

then you set back and watch

when the death count gets higher

you hide in your mansion

as young people's blood

flows out of their bodies

and is buried in the mud

...

Ustedes ajustan los gatillos

para que otros disparen

y luego retroceden y observan.

Cuando aumenta el número de muertos

se esconden en sus mansiones

mientras la sangre de los jóvenes

brota de sus cuerpos

y se entierra en el barro.

 

Por lo demás, los Premios Nobel generalmente no provocan cuestionamientos, excepto el Nobel de Paz que casi siempre genera controversia por el carácter político que incuba, en unos y en otros, a la izquierda y a la derecha, la lucha por los derechos humanos, la defensa de sectores de la población vulnerable o discriminados, la preservación del planeta o por enfrentar los intereses que alimentan las guerras, ese reducto cruel del hombre salvaje que de vez en cuando sacude su estertor para recordarnos la esencia primigenia que nos persigue como sombra.

Por eso cuando el Nobel se adjudica a enemigos mutuos dispuestos a deponer armas y odios para terminar sangrientas confrontaciones armadas, los seguidores de cada bando y sus adláteres en el mundo muestran su retraso, su incapacidad para desarmar sus espíritus y sus fauces y recriminan el reconocimiento a la contraparte. Así ocurrió cuando se concedió el Nobel de la Paz a Henry Kissinger y a Le Duc Tho; a Menahem Begin y a Anwar Sadat; a Nelson Mandela y a Frederick de Klerk; a Yasser Arafat, Yitzhak Rabin y al recién desaparecido Shimon Peres. Más recientemente, los premios otorgados al Presidente Obama en 2009 y a la Unión Europea en 2012 también levantaron polvareda, por la intervención militar de sus gobiernos allende sus fronteras.

La edición del Nobel de Paz en 2016 rompió récord con 376 nominaciones y tuvo entre sus candidatos, por cuarta vez consecutiva, al Papa Francisco, una fuerza espiritual que se distingue de otras iglesias que profesan la misma fe por su discurso de perdón y reconciliación.  El Papa apoyó irrestrictamente el Acuerdo Final alcanzado por el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos con el movimiento insurgente de las FARC, hasta el punto de condicionar su visita a Colombia sólo si el acuerdo era refrendado en las urnas. Según el jefe del equipo negociador del gobierno, Humberto De la Calle, el Papa Francisco tuvo un “muy significativo papel” para lograr el acuerdo de justicia entre las partes, acuerdo cuyo desmonte ahora, tras el triunfo en el plebiscito de los opositores, es su principal propósito.

 

You that never done nothin'

but build to destroy

you play with my world

like it's your little toy

you put a gun in my hand

and you hide from my eyes

and you turn and run farther

when the fast bullets fly

...

Ustedes que nunca hicieron nada

excepto construir para destruir,

ustedes juegan con mi mundo

como si fuera su juguetico,

ponen un arma en mi mano

y se esconden de mis ojos

y se dan vuelta y corren alejándose

cuando las balas vuelan rápido.

A pesar de la veda local al Acuerdo Final, el Premio Nobel de la Paz al Presidente Santos subraya el consenso y apoyo universal al esfuerzo por cesar las armas en un escenario que replica el contexto y la intención de otros antecedentes. Quizá el más parecido sea el de 1998: Cuando se negociaba la paz en Irlanda, se otorgó el Nobel de Paz a John Hume y a David Trimble “Por sus esfuerzos para encontrar una solución pacífica al conflicto en Irlanda del Norte”, justificación calcada por el Comité del Nobel al anunciar el Premio este año. En aquella ocasión no se concedió a la contraparte porque el Ejército Republicano Irlandés no había entregado las armas ni se había desmovilizado, hechos efectivos sólo siete años después, en 2005.

Las artimañas que dieron el cerrado triunfo provisional al No, no impidieron el galardón al gobernante que le dio la vuelta a la política guerrerista y contrapuso la salida negociada frente a la solución exclusivamente militar. Y teniendo en cuenta la agenda que se había acordado para la entrega de armas y la desmovilización guerrillera, bajo verificación directa de la ONU, el triunfo del No en el plebiscito sí le quitó el Nobel al líder insurgente, porque el acuerdo de paz no se debe sólo a la tenacidad y coraje de Santos, sino al compromiso de dos partes con el anhelo nacional. La inesperada circunstancia plebiscitaria de última hora, cinco días antes del anuncio, impidió un nuevo dolor de cabeza al Comité Noruego del Nobel por las polémicas que el reconocimiento a las Farc (movimiento que mantuvo su compromiso aún después de la muerte de Alfonso Cano) habría suscitado.

En el ingenio del Acuerdo Final se destaca el quinto capítulo, sobre las víctimas del conflicto. En materia de justicia transicional el Acuerdo es el más completo desde que se aplica esta alternativa al criterio puramente penal, con medidas sorprendentes, imaginativas, y con plena sujeción a los estándares y exigencias internacionales, como lo admitió Fatou Bensouda, la Fiscal de la Corte Penal Internacional, lo que desvirtuó las falsas acusaciones por supuesta impunidad. Con el respeto a la verdad, que las víctimas y la sociedad reclaman como núcleo de la reparación para evitar la repetición de la degradante crueldad del conflicto, el Acuerdo puede ser objeto de adendas y adiciones para enriquecerlo.

El Acuerdo no está en el limbo. Ni llegará al infierno. Lo que hay es una oportunidad de oro para introducir “otros sí” que fortalezcan el mandato constitucional de la paz: Un deber de obligatorio cumplimiento. Por otra parte, Santos obtuvo un mandato concreto del pueblo cuando lo reeligió: Presidente, logre usted la paz a través de un acuerdo político, no penal, es decir, aplique la justicia transicional. Y ese mandato, el Presidente debe cumplirlo. Complementariamente, el Congreso de la República debe recuperar su función refrendataria ratificando el tratado de paz.

Aunque se disfrazan con pérfido antifaz para engañar a los incautos y a quienes no hicieron la tarea de leer a tiempo, los enemigos de la paz no dejarán de serlo. Hay que arrebatarles el Acuerdo y recuperarlo en su integridad. El Nobel de la Paz 2016 es el gobernante en Colombia elegido por el pueblo y a su cargo está la política de paz, no a nombre de quienes perdieron las pasadas elecciones presidenciales.

 

Come you masters of war

you that build all the guns

you that build the death planes

you that build the big bombs

you that hide behind walls

you that hide behind desks

i just want you to know

i can see through your masks

 ...

Vengan señores de la guerra,

ustedes que construyen todas las armas,

ustedes que construyen los aviones de la muerte,

ustedes que construyen las grandes bombas,

ustedes que se ocultan tras los muros,

ustedes que se esconden tras sus escritorios,

sólo quiero que sepan

que puedo verlos detrás de sus máscaras.

No es posible satisfacer la totalidad de exigencias aparecidas, algunas opuestas entre sí. El Acuerdo Final eliminará los puntos suspensivos al acoger las propuestas de buena fe para salir más robusto y blindado contra las siguientes amenazas. El documento tiene vigencia jurídica con la firma de las partes suscriptoras y después del plebiscito le corresponde al Congreso de la República ratificar el tratado de paz. Este Acuerdo marcará un hito y servirá como referente para las sociedades que, inmersas en dictaduras o graves conflictos, decidan transitar a escenarios de convivencia y democracia. El Presidente de la República tiene la obligación y el mandato de impedir el regreso del silencio ensordecedor de las balas y las bombas, de la tortura y de la muerte.

 

La paz es el anhelo de varias generaciones. Como manifestó Santos al aceptarlo, el Nobel es un tributo a quienes han contribuido a tener la paz tan cerca. Absurdo entregar el Acuerdo a los enemigos. Por eso después que la campaña opositora reconoció su estrategia fraudulenta, la tristeza se transformó en indignación. “Voté por el NO con otras expectativas, otra visión, también deseando lo mejor para Colombia: La Paz... Hoy me arrepiento, me equivoqué: Perdón!”, expresó Nathalia Alvarez, una ciudadana que, como muchos votantes, quisieron retractarse en las redes sociales. “Nathalia, lo importante es seguir adelante. Había mucha desinformación. Era fácil equivocarse. Pidamos juntos #Acuerdo Ya”, fue la respuesta comprensiva de Daniel Quintero, el joven Viceministro de Tecnologías de la Información. Y así continúa la reacción unánime de los votantes del Sí, con brazos abiertos a los del No y a los abstencionistas que nunca se percataron del futuro que estaba en juego.

El Premio Nobel fue recibido como un aliciente para zanjar las diferencias y avanzar hacia la unión. Como en el caso de Irlanda, puede ser la antesala a la convivencia pacífica. Por eso la fuerza intrépida de los estudiantes no renunciará ni aplazará su legítimo derecho de vivir en paz: No dejarán que su juventud quede en manos de viejos decrépitos que desde el poder, o agazapados bajo riqueza mal habida, atizaron la violencia. El verdadero premio para los colombianos es reconciliarnos con la verdad, sin el pacto de impunidades que pretenden encubrir los siempre enemigos de la paz.

You might say that i'm young

you might say i'm unlearned

but there's one thing i know

though i'm younger than you

even jesus would never

forgive what you do

...

Ustedes podrían decir que soy joven,

podrían decir que no tengo educación,

pero hay una cosa que sé,

a pesar de ser más joven que ustedes:

incluso Jesús nunca

olvidaría lo que ustedes hacen.

 

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