Desde su taller en Pietrasanta, a orillas del Mediterraneo, Fernando Botero tardó cuatro meses para terminar su Paloma de la paz. Se la hizo llegar al presidente Santos el pasado 22 de septiembre con una nota personal: “Con la escultura ‘La Paloma de La Paz’ me uno a este proceso transcendental de la paz en Colombia. Quise hacerle este regalo a mi país para expresar mi apoyo y mi solidaridad con este proceso que les brindará un futuro de esperanza e ilusión a todos los colombianos. ¡¡¡¡¡Enhorabuena por Colombia!!!!!”. La paloma aún no ha volado de la Casa de Nariño donde permanece en el salón Gobelinos a la vista solo de quienes asisten a audiencias con el Presidente.
En otra ocasión había querido apoyar los esfuerzos de los colombianos por vivir en paz. En el año 2000 le entregó a Juan Gómez Martínez, alcalde de Medellín, una paloma de tres metros de altura hecha en bronce que evocaba los miles de muertos que había dejado la guerra con Pablo Escobar, que aún está expuesta en el parque San Antonio de Medellín.