Espejito, espejito: Ya marchamos. Ya nos encontramos en la marcha con nuestros amigos, y al mirarnos tuvimos la fantasía de que el Sí había ganado, y no el No. Hasta se nos olvidó que el plebiscito ya había pasado. Y, mientras estábamos ahí, dejamos de ser la mitad y nos convertirmos en el 99% que dijo Andrés Pastrana: el 99% que quiere la paz de Uribe, la paz del exprocurador, la paz de los terratenientes.
Ya nos vimos en la foto desde arriba, al día siguiente, todos de blanco y con las velitas, y éramos sensibles, puros, jóvenes y bellos. Y ya posteamos las fotos en Facebook. Es cierto que no teníamos un líder, que no estábamos pidiendo nada (menos mal tuvimos esa precaución, porque así no podía negársenos nada), ni se nos concedió nada. Es cierto que no éramos amenazantes para ningún statu quo, y sin embargo dijimos que nos veíamos igualitos a los pobres que marcharon con Jorge Eliécer Gaitán hace como cien años... o como cincuenta, no me acuerdo, pero en fin... Es cierto que lo que dijo Timochenko después de la marcha ya lo había dicho antes, pero ilusionémonos con que lo dijo porque marchamos. Porque lo importante en la vida es sentirse bien. ¿Pero por qué, espejito, sigo sintiéndome tan mal? ¿Será porque, al ver que en mi país la mitad de los que votaron dijeron No, y la grandísima mayoría, al no votar, dijo que le tenían sin cuidado la guerra, la paz, la desigualdad y las masacres, me siento un poco obligada a sospechar que a la mayor parte de mí misma también le tiene sin cuidado todo, y que, la parte que decide, dijo mitad sí y mitad no? ¿Será eso, espejito? ¿Será que como es el país soy yo?
No sé, espejito, porque yo me vi votar Sí, pero sería lógico esto otro que digo, sobre mi propia división, ya que el país son varios 'yo' juntos y no una entidad extraterrestre... Pero no, espejito, yo marché. Soy joven, sensible, conmovida y conmovedora.
Y, lo más importante, hay otros como yo, yo los vi: jóvenes, sensibles, conmovidos y conmovedores, que también marcharon. Salimos juntos en la foto, desde arriba: hasta parecíamos millones de chispas. Hasta parecíamos una familia enorme, la familia colombiana. Y, sobre todo, somos optimistas. Porque ser pesimista es feo, y ser optimista es garantizar que "el futuro nos pertenece", que es una frase que leí en una pared, en una pared blanquita, como yo...