Cómo me dueles Colombia. Me duelen los millones de campesinos desplazados que seguirán esperando justicia, que seguirán esperando que su "pedacito de tierra“ les sea restituida con la esperanza de sentirse nuevamente en casa. Me duelen los miles de niños y niñas que fueron reclutados por los grupos armados y hoy son jóvenes a los que les quitamos la posibilidad de cambiar su futuro, de acceder a la educación, de imaginar un mejor mañana que cicatrice las heridas imborrables que les dejó la guerra. Me duelen las madres de las víctimas, de los miles de civiles desaparecidos y de los muertos que ha dejado la guerra, me duelen sobre todo las víctimas de este conflicto que realmente han vivido de cerca el miedo que produce la guerra y que se levantaron para ir a votar con la esperanza de dormir por fin en paz, de detener el flujo de sangre que los desgarra.
Me dueles Colombia, porque hoy entendí que a pesar de todos los acuerdos de Paz que se firmen la guerra no está solamente en la selva, sino en medio de nosotros mismos. En las grandes ciudades, contaminadas por un falso imaginario social donde el que hace las cosas honestamente es un guevón, pero aplaudimos al que infringe la ley porque ese es una abeja; en nuestra sociedad hipócrita que se queja por la corrupción pero a la primera oportunidad soborna; en el hombre machista que se siente hombre porque tiene el control sobre su mujer en vez de respetarla; en las empresas en las que gana más un hombre que una mujer mejor capacitada; en todos los que a diario se quejan porque todo está tan duro pero no mueven un dedo para ayudar.
Crecimos pensando que no valemos, que somos un país pobre, que las cosas no pueden cambiar, que pa' qué votar si eso siempre es lo mismo… que lo único que vale la pena comprar es lo que viene de afuera. Hoy vemos el resultado de la falta de educación, (que en parte también es culpa nuestra por no ponernos en la tarea de investigar, de leer; porque es más fácil decir ”De política y de religión no se habla”, es más fácil hablar de fútbol o criticar a la gente). Nuestra falta de educación hoy le mostró al mundo entero que somos un país ignorante que prefiere la GUERRA en lugar de la PAZ. Que tiene tiempo de criticar pero no tiene tiempo de leer los acuerdos para ver realmente qué es lo que dice ahí, que se deja meter miedo porque nos dejamos llevar por las opiniones ajenas en masa, sin pensar.
La herida que dejaron los oligarcas quienes desde la época de la conquista se han perpetuado en el poder sigue abierta, es una herida permanente con la que nos han enseñado que tenemos que vivir, que tenemos que acostumbrarnos porque no tenemos derecho a más, porque nuestra voz no tiene por qué ser escuchada. Hoy pasaremos a la historia como el país que le quitó la posibilidad de un futuro mejor a las nuevas generaciones, el único país del mundo en guerra que teniendo la posibilidad de la paz votó NO. Lo más triste Colombia, es que esas personas que votaron el no son seguramente aquellos que se lucran con la guerra, los que no ponen los muertos, los que mandan a sus hijos a estudiar en las mejores universidades del extranjero, hijos que no van a tener que recibir en pedazos como consecuencia de un enfrentamiento.
Me dueles porque después de todo te quedaste en palabras, me dueles porque todo el potencial que tenemos seguirá sin oportunidades de mostrarse al mundo. Me dueles porque al final de cuentas te creíste el cuento de que no vales nada y de que no tienes derecho a cambiar. Pero como la esperanza es lo último que se pierde, aún tengo la esperanza de que la otra mitad, la "mitad" que votó SI eduque a sus hijos para la paz, pero no para la paz desde la política, sino para la paz práctica; la paz que le cede el asiento a una persona mayor en un bus, la paz que saluda al vecino, la paz que no enfrenta sino que tolera la diversidad de opiniones, la paz que nos permite disfrutar de un deporte como el fútbol sin muertos en un estadio, la paz que permite hacer un reclamo con cordialidad. Quizás después de algunos años sean estos niños los que tengan la oportunidad de levantar la voz nuevamente, quizás esa vez sean esos mismos niños quienes cambien el rumbo de nuestra historia, y quizá será alguno de ellos quien escriba otro artículo como este, con la diferencia de que en el título irá un SÍ en el lugar del NO.