Para quienes vivimos el acuerdo de paz entre el gobierno de Virgilio Barco y el M-19 hace 26 años, y el que acaba de firmar el actual gobierno con las Farc (nos parezca un bodrio o una maravilla), nos asiste una responsabilidad que va mucho más allá del registro de un hito con una gran carga mediática; más allá de las peleas con familiares y amigos por el plebiscito; más allá de las pasiones folclóricas y las ilusiones excesivamente alejadas de la realidad a las que estamos acostumbrados y seguimos viendo por estos días.
Traigo a colación el acuerdo con el M-19, porque recuerdo que en esa época —más que hoy— todo era optimismo; los problemas, se creía entonces, se habían terminado. Sin embargo, la realidad objetiva, esa que la euforia no les deja ver a muchos, sigue con su carga de realidad: la firma no evita que otros actores o los mismos sigan manejando el narcotráfico, el dinero ilegal de las minas de oro, el abandono territorial del gobierno, el manejo amañado de los recursos del estado para el desarrollo regional, la delincuencia organizada y la violencia intrafamiliar por mencionar solo algunos.
Después de que gane el Sí, ese colombiano marginado
que ilusionado votó por el Sí, volteará a mirar el plato en su mesa
y se dará cuenta que —igual que antes— no tendrá desayuno
Después de que gane el Sí, ese colombiano marginado que ilusionado votó por el Sí, volteará a mirar el plato en su mesa y se dará cuenta que —igual que antes— no tendrá desayuno; o sus hijos, igual que antes, siguen sin estudio; que ninguno de su familia, igual que antes, tiene acceso a la salud… Todo, igual que antes, sigue en veremos… En conclusión, si vamos a la realidad objetiva, mientras ningún flagelo cambie, todo vuelve a aflorar y la guerra sigue… En principio sin balas, pero sigue. La historia se repitió y con creces.
Y si gana el No, que no creo por lo que percibo y dicen las encuestas, a todo lo anterior se le suma la guerra armada. Entonces, ¿Qué es lo que hay que hacer para construir una verdadera paz? ¿Cuál es el papel que debe cumplir cada colombiano para enfrentar esa construcción de paz, comprendida ésta como un valor multidimensional que implica pensar en la paz social (familiar, etc.), la paz militar, la paz económica (globalmente Colombia es uno de los países con mayor desigualdad), y la paz como valor social? ¿Cómo hacer la paz en escenarios tan adversos como los que hay actualmente y los que se vienen con la reforma económica estructural (aumento de impuestos -IVA- que llevan al desempleo y la disminución de la capacidad adquisitiva para subsidiar el posconflicto, etc., etc., etc.)?
Definitivamente la paz no va a salir “ni del SÍ, ni del No”, sino de “todo lo contrario”, es decir, la firma de Timo y Santos para lo que verdaderamente va a servir, si queremos, es para que la paz salga de lo profundo de cada uno de nosotros por voluntad propia, con las condiciones que tengamos: sociales, económicas, políticas y de valores. Es un proceso de paz que debe estar basado en el “querer” del pueblo colombiano desde la individualidad y lo profundo de sus ciudadanos, más allá de sus dificultades. No por la firma de un papel. ¿Cómo? A pura conciencia, con valentía y sin dejar de lado la lucha por nuestros derechos. El Gobierno tiene que vencer la corrupción, madre de todo lo que hay hoy, y los ciudadanos deben exigírselo y sembrar la paz desde su interior.
Es mi conclusión tras la entrevista el domingo pasado con el científico bogotano, colombiano, Jorge Reynolds; un hombre bueno, dedicado a lo suyo, trabajando por la humanidad desde su ser, desde su profesión, desde su bondad de “colombiano ejemplar”, como se reconoció hace unos años… Desde su propia paz. Hay que desterrar del interior de cada colombiano ese ancestro corrupto y ventajoso que llegó con los conquistadores españoles, y rescatar de nuestras raíces indígenas a ese Jorge Reynolds que llevamos en la sangre, luchador, persistente, disciplinado, tranquilo… ¡En paz!.
Hoy tenemos dos objetivos: Construir la paz desde nuestro interior, y evitar con nuestros votos en las futuras contiendas electorales que las Farc lleguen al poder que —gracias a este acuerdo— están más cerca de conseguir para seguirse enriqueciendo.
¡Hasta el próximo miércoles!