Un absoluto desatino ha sido para el Gobierno que “la paz” sea el único tema de su agenda.
Y no está mal hablar de paz; que el país hable de paz y no de guerra es el triunfo de la razón. Lo absurdo, y allí llegamos, es que mientras su apuesta por embriagar a los colombianos de entusiasmo con “su paloma blanca”, la firma, la foto y el Sí, se esquivaron demás temas vitales y cotidianos para el país —a kilómetros de La Habana—, que han quedado en un segundo plano, y hoy los transportadores de carga, los deportistas, y los mineros del Chocó, solo por nombrar algunos, pasan su factura al presidente Santos.
No nos debe embriagar el entusiasmo. El anhelado ‘atuendo’ de solución pacífica que reviste al gobierno no lo debe eximir de sus faltas. Aquí un ejemplo sencillo: si la opinión pública ‘aplaude’ al presidente Juan Manuel Santos por firmar sus acuerdos con las Farc, con mayor ímpetu debe exigirle al mandatario que oiga a los habitantes del Chocó, que desesperadamente bloquearon en dias pasados la pista del aeropuerto El Caraño de Quibdó.
Si el señor Presidente asignó una comisión de ‘notables’ para que se siente con la guerrilla, atenderá presidentes y anunció a los cuatro vientos en la ONU que “terminó la guerra en Colombia” también debe atender, junto a sus más destacados representantes, el llamado social de darle un ‘revolcón’ a la calidad de vida, esa donde el 68 % los niños menores de 10 años padecen desnutrición, según cifras aportadas por la Unicef- Colombia, del hambre que se acostumbra hablar desde esta Bogotá después de que se desayuna. Los mineros del Chocó con sus familias protestan, y no les falta razón. Alegan que el Gobierno les incumplió, entre otros, el compromiso adquirido de aportar para estas comunidades el suplemento nutricional entregado por el ICBF, del que dan fe los registros de la última visita, que para calmar los ánimos de un nuevo paro, hicieron varios funcionarios en julio de este año en Quibdó.
¿Dónde se metieron los analistas de calidad de vida,
para descifrar el resultado
cuando no se encuentra un mínimo de oro para subsistir?
Frente al bloqueos de vías, paros, el ministro del Interior afirmó que era preocupante que el aeropuerto parara su operación por desórdenes de sus mismos pobladores, y las vías de hecho ¿Acababa de desayunar el ministro para descifrar que el problema era solo la imposibilidad de que un avión llegara o saliera? Posiblemente. ¿Qué pasó con el tema de cumplirles a las familias mineras?, ¿dónde se metieron los analistas de calidad de vida, para descifrar el resultado cuando no se encuentra un mínimo de oro para subsistir? Ese no ha sido tema del gobierno nacional, ha pasado desapercibido, está concentrado en hablar de su apuesta prioritaria: que gane el Sí en el plebiscito.
El despliegue mediático —oficial y privado— que ha tenido la firma, la foto, el discurso en la ONU, etc, en los últimos días no se vio en ya más de la mitad de este segundo mandato de la era Santos, para hacerle seguimiento a los compromisos adquiridos por el Ejecutivo en el Chocó ante la situación indignante que a diario atañen los mineros de esta región. No ha sido visible, tampoco incluyente, aquella discusión que pretende escribir una nueva página en la historia de Colombia. Parafraseando al profesor Alberto de la Roche, el ‘golpe’ más certero para finiquitar la guerra: sentarse a armar un mejor país con quienes no les ha tocado país. Qué ironía, esto sigue sin ser una prioridad en la agenda estatal.
En fin, presidente, si ya escuchó a Timochenko, escuche al Chocó. La región que en ‘la otra Colombia’ se habla de su miseria, su hambre, después del desayuno.
Este descuido y otros más a los temas relevantes como ciudadanos, me ha convencido votar No, el 2 de octubre.
@josiasfiesco
Un absoluto desatino ha sido para el Gobierno que “la paz” sea el único tema de su agenda.
Y no está mal hablar de paz; que el país hable de paz y no de guerra es el triunfo de la razón. Lo absurdo, y allí llegamos, es que mientras su apuesta por embriagar a los colombianos de entusiasmo con “su paloma blanca”, la firma, la foto y el Sí, se esquivaron demás temas vitales y cotidianos para el país —a kilómetros de La Habana—, que han quedado en un segundo plano, y hoy los transportadores de carga, los deportistas, y los mineros del Chocó, solo por nombrar algunos, pasan su factura al presidente Santos.
No nos debe embriagar el entusiasmo. El anhelado ‘atuendo’ de solución pacífica que reviste al gobierno no lo debe eximir de sus faltas. Aquí un ejemplo sencillo: si la opinión pública ‘aplaude’ al presidente Juan Manuel Santos por firmar sus acuerdos con las Farc, con mayor ímpetu debe exigirle al mandatario que oiga a los habitantes del Chocó, que desesperadamente bloquearon en dias pasados la pista del aeropuerto El Caraño de Quibdó.
Si el señor Presidente asignó una comisión de ‘notables’ para que se siente con la guerrilla, atenderá presidentes y anunció a los cuatro vientos en la ONU que “terminó la guerra en Colombia” también debe atender, junto a sus más destacados representantes, el llamado social de darle un ‘revolcón’ a la calidad de vida, esa donde el 68 % los niños menores de 10 años padecen desnutrición, según cifras aportadas por la Unicef- Colombia, del hambre que se acostumbra hablar desde esta Bogotá después de que se desayuna. Los mineros del Chocó con sus familias protestan, y no les falta razón. Alegan que el Gobierno les incumplió, entre otros, el compromiso adquirido de aportar para estas comunidades el suplemento nutricional entregado por el ICBF, del que dan fe los registros de la última visita, que para calmar los ánimos de un nuevo paro, hicieron varios funcionarios en julio de este año en Quibdó.
¿Dónde se metieron los analistas de calidad de vida,
para descifrar el resultado
cuando no se encuentra un mínimo de oro para subsistir?
Frente al bloqueos de vías, paros, el ministro del Interior afirmó que era preocupante que el aeropuerto parara su operación por desórdenes de sus mismos pobladores, y las vías de hecho ¿Acababa de desayunar el ministro para descifrar que el problema era solo la imposibilidad de que un avión llegara o saliera? Posiblemente. ¿Qué pasó con el tema de cumplirles a las familias mineras?, ¿dónde se metieron los analistas de calidad de vida, para descifrar el resultado cuando no se encuentra un mínimo de oro para subsistir? Ese no ha sido tema del gobierno nacional, ha pasado desapercibido, está concentrado en hablar de su apuesta prioritaria: que gane el Sí en el plebiscito.
El despliegue mediático —oficial y privado— que ha tenido la firma, la foto, el discurso en la ONU, etc, en los últimos días no se vio en ya más de la mitad de este segundo mandato de la era Santos, para hacerle seguimiento a los compromisos adquiridos por el Ejecutivo en el Chocó ante la situación indignante que a diario atañen los mineros de esta región. No ha sido visible, tampoco incluyente, aquella discusión que pretende escribir una nueva página en la historia de Colombia. Parafraseando al profesor Alberto de la Roche, el ‘golpe’ más certero para finiquitar la guerra: sentarse a armar un mejor país con quienes no les ha tocado país. Qué ironía, esto sigue sin ser una prioridad en la agenda estatal.
En fin, presidente, si ya escuchó a Timochenko, escuche al Chocó. La región que en ‘la otra Colombia’ se habla de su miseria, su hambre, después del desayuno.
Este descuido y otros más a los temas relevantes como ciudadanos, me ha convencido votar No, el 2 de octubre.
@josiasfiesco