Ellos dicen que llevan casi 20 años esperando tener un acueducto y ya no creen nada de lo que les dicen los gobernantes locales ni los contratistas.
Han tenido que beber agua contaminada y lidiar con enfermedades en la piel y gastrointestinales. Deben improvisar lavaderos comunitarios a orillas de las quebradas, caminar para ir a abastecerse del líquido con tanques y como última solución -para quienes han tenido la posibilidad de hacerlo- construir aljibes para almacenar agua y comprar bolsas de agua en el camión que pasa todos los martes.
El proyecto que aún no ha visto la luz, o mejor el agua, se trata de una obra contemplada para la rehabilitación del sistema de acueducto en el sector de agua potable y saneamiento básico por $390 millones de recursos de regalías, ejecutado por la Alcaldía de Orito, y se encuentra clasificado como un proyecto crítico con ‘marca personal’ por la falta de planeación, debido a que desde hace dos años ha pasado por manos de dos firmas contratistas, adiciones presupuestales y trámites, y a la fecha el acueducto aún no está funcionando.
El director de Departamento Nacional de Planeación (DNP), Simón Gaviria Muñoz, dice que “el proyecto se considera crítico, porque terminada la ejecución de las obras no se encuentra operando y brindando el servicio que la comunidad requiere para resolver la problemática identificada en la formulación del proyecto. Por eso, a la fecha de la visita no se ha dado cumplimiento al propósito general del mismo”.
El acueducto beneficiaría a 600 personas de Tesalia, en su mayoría población afrodescendiente. Según la administración local y el contratista actual, se estima que en unos tres meses podría entrar en funcionamiento la obra y la comunidad podrá estar disfrutando del agua.
¿Qué pasó?
La que debía ser una obra para ser ejecutada en seis meses debido a que consistía en readecuar y poner a funcionar una estación de bombeo y la planta ya existente, adicionando lo que fuera necesario, empezó a complicarse por una mala planeación. El primer contratista, Conyser SAS, no realizó el trámite del permiso de ocupación de vías con Invías, lo que afectó la obra.
Tesalia queda a lado y lado de la carretera, pasa por una vía nacional y por lo tanto, para meter la tubería, se requería dicho permiso. “En octubre de 2012, dos meses después de iniciada, la obra fue suspendida y el presupuesto se vio afectado pues los trabajos adelantados quedaron paralizados”, manifiesta el Director del DNP.
Para darle continuidad a la obra se debió hacer un levantamiento topográfico sin afectar la vía e instalar la tubería hasta la puerta de 75 viviendas. Para las partes más altas, a dónde se contempló que no bombearía agua del acueducto, dispusieron 12 aljibes como soluciones individuales con los recursos de regalías.
El primer contratista liquidó su contrato y entonces fue necesario que la administración local creara un nuevo proyecto con recursos propios por $116 millones, pero aun así a la fecha no hay acueducto funcionando.
El segundo contratista, Julio César Díaz, representante de Insulab del Sur SAS, recibió la segunda fase de la obra en diciembre de 2015. Al respecto manifiesta que “como era a segunda fase, tocaba conectar unas acometidas domiciliarias, así como la parte eléctrica de instalar un transformador de 45 KBA y adecuar la motobomba para que pueda subir el agua y por gravedad llegue a los hogares”.
“Ya las conexiones están en las puertas de las casas. No se ha podido culminar porque la empresa de energía del bajo Putumayo no nos había aprobado montar el transformador y el tablero energía. Hemos tenido dificultades con la empresa, hemos ido con representantes de la comunidad y no había sido posible. Llevábamos los cambios que nos pedían y venían otros y otros. Por fin, el 3 de agosto de este año me dieron la buena noticia que ya había sido firmado por el gerente para continuar con el proyecto y dar por terminada la obra”, agrega el contratista.
Por parte de la alcaldía de Orito, el Secretario de Infraestructura, Ignacio Ramírez, manifiesta que están dispuestos a entregar esta obra lo más pronto posible en esta administración. “Este proyecto lo recibimos en estado crítico en el empalme de administraciones y le hemos estado haciendo el seguimiento necesario. Ha habido problemas con la empresa de energía que no ha otorgado el permiso para instalar el transformador y hacer la instalación eléctrica que permita a la estación de bombeo suministrar el agua para el acueducto”.
Asimismo, el Secretario indicó que las estructuras existentes llevan más de 20 años y que la administración anterior quiso reutilizarla pero por fallas en la proyección y presupuesto, la obra empezó a tener fallas.
El funcionario finaliza con una voz de aliento para las familias de Tesalia. “Estamos a una cosa muy mínima para cumplir el objetivo del proyecto. En temas de tiempo serían unos tres meses”.
La voz de los afectados
José Maturana, líder comunitario explica que antes de tener la posibilidad de construir un aljibe para él y a dos vecinos, les tocaba caminar casi kilómetro y medio hasta un pozo para traer el agua a su casa. “Por eso pedimos al municipio un acueducto, pero hasta ahora no hemos tenido la fortuna de tener agua. Que uno abra la llave y salga agua”.
Hace 12 años tuvieron la dicha de tener agua, pero como él mismo cuenta, les duró muy poco. “En el 2004, el gobierno puso a funcionar bien el pozo. Se pusieron las cajillas y funcionó por casi seis meses, pero no hubo para mantenimiento”, cuenta mientras con una pala escava para mostrar rastros de pasado.
“Apenas el acueducto empiece a funcionar, los que sabemos nos ponemos a instalar los tubos para tener agua en cada llave de la casa. Estamos dispuestos a pagar una factura, así como hacemos con la empresa de energía”.
Yaris Bastidas, habitante de la inspección, comenta que “en mi caso, tenemos un aljibe que abastece tres casas, pero no es un agua buena, es un agua amarilla. Por eso tenemos niños con manchas en la piel y daños de estómago. Teniendo la planta ya ahí lo que falta es poco para poder abrir el grifo y que salga el agua. Sueño con que mis hijos tengan agua. Hemos hecho tanto esfuerzo y las cosas están estancadas”.
Cuenta que debe pagar una factura de energía por $70.000, un precio alto por poner a funcionar una electrobomba para extraer el agua del aljibe ubicado a 50 metros de su vivienda.
A pesar de tanta espera, él es uno de los pocos que aún tiene fe en que sus ojos verán salir agua del grifo: “Yo sí quiero que Planeación Nacional vigile cada obra y que cada pesito que se saque, pesito que se invierta. Así la gente va a quedar contenta. Yo no quiero morirme y no ver llegar el agua a mi casa. He esperado 20 años, pero con el favor de Dios creo que estamos cerca”, añade.
Una madre de familia también cuenta su drama por la falta de acueducto: “nos tocaba ir a lavar a lavaderos comunitarios cerca de una quebrada. Con los aljibes ya las cosas mejoraron, pero es un agua estancada y que recoge todo lo de las unidades sanitarias”.
Viviana Acosta también ha padecido de manchas blancas en las piernas, hongos en las manos, así como su niño, con dolores de estómago y diarreas. “Para consumir, compramos galones de agua del carro que pasa y así he logrado que el niño se enferme menos. Sería bueno que llegue el nuevo acueducto, no nos enfermaríamos tanto y nos ahorraríamos el gasto de comprar agua y en las medicinas”.
Lucila Maturana está tan decepcionada que lo manifiesta sin tapujos: “He esperado toda la vida, y nos han prometido más de una vez que ya vamos a tener agua. Hicieron la primera excavación y se acabó el presupuesto. Ya no creemos en la gente. En Bogotá dicen que somos la única vereda que tenemos agua tratada y no nos hemos tomado ni una gota. Más de una vez he soñado que abro la llave y sale agüita. Ojalá Dios quiera que pronto vea el sueño”.