Sebastián Arismendi tenía 9 años cuando vio a su padre Héctor Fabio salir para la Asamblea del Valle. Pero nunca más volvió verlo. El 11 de abril del 2002, lo secuestraron y cinco años después, el 28 de junio del 2007, fue asesinado en las montañas del Cauca. Esperó quince años para expresarle a las Farc, en su cara, el odio que sentía por ellos: le habían quitado a su padre. Esta es su carta que publicó a través de Facebook:
Hoy siento una tranquilidad que nunca en mi vida había sentido, siento una paz interior que necesitaba desde hace mucho tiempo, hoy puedo decir que por fin mi padre se puede ir a descansar en paz. No les voy a mentir, antes de acostarme a dormir en la noche anterior tenía muchos miedos, pensaba cómo iba a ser ese momento cuando viera a los que asesinaron a mi padre: Iván Márquez, Pablo Catatumbo, Rodrigo Granda y Joaquín Gomez. Simplemente creía que no iba a soportar tanta presión y sencillamente saldría corriendo de allí implorando por justicia.
Al amanecer, la ansiedad no me abandonaba, los mareos y el estrés eran los que primaban en mí. Por lo tanto, no fui capaz de desayunar y partí a mi encuentro con el estómago vacío pero lleno de miedos y dolores en mi corazón. El momento había llegado, mire al cielo implorando al Espíritu Santo que me diera la fuerza para afrontar la situación. En ese momento, ellos entraron, y les confieso no sentí nada, me llené de fuerza y me puse de pie a exigirles la verdad. Mostré todo mi dolor y sufrimiento durante todos estos años, les dije algo que siempre había querido decirles: Yo juré matarlos a todos ustedes cuando solo tenía 9 años, con lágrimas en mis ojos y con el alma destrozada, por el asesinato de mi padre. Sin embargo, les dije que ya los había perdonado y también ya me había perdonado y por eso yo era libre y feliz.
Pero, ellos como nunca lo había esperado (Nunca esperé nada de ellos) me escucharon con respeto y ponían atención a todas mis palabras. Al final, Pablo Catatumbo tomó la palabra y nos dijo: "No nos orgullecemos del asesinato de los diputados, eso nunca debió pasar. Hoy hacemos un reconocimiento público y pedimos perdón. Ojalá ustedes también nos perdonen" e Iván Márquez "Desde lo más profundo de nuestro ser sentimos su dolor. Permítanos que nuestros sentimientos los abrace, y pedirles perdón por esta situación" además de muchas otras palabras que decían sin un libreto en sus manos.
Sinceramente, jamás esperé que ellos pidieran perdón. Siempre se caracterizaron por ser duros y orgullosos; ayer desconocí al Iván Márquez de siempre; se veía triste y no reprochaba ninguno de nuestros requerimientos. Por todo lo anterior, algo muy extraño pasaba en mi cuerpo, el sufrimiento se fue desapareciendo de mí, y sentía que había obtenido justicia, porque me di cuenta que viéndolos en la cárcel no me traería a mi padre de vuelta, pero obligándolos a escucharme y escucharlos arrepentidos por lo que hicieron, me hizo sentir grande y a ellos verlos muy pequeños.
Finalmente, salí con una sonrisa en mi rostro y veía cómo mi padre se sentía orgulloso de mí en el cielo, porque comprendí que su vida fue entregada para que Colombia fuera una mucho mejor. Te amo papá, siempre estarás en mi mente y corazón, y te juro que mi vida será para cumplir el sueño que ambos tuvimos: ver a Colombia como una mucho mejor para todos nosotros.