Es desafortunado el artículo del profesor Marín, relativo a la inexistencia de las normas APA en Colombia, por varias razones que intentaré explicar a continuación. Inicialmente, lo primero que este profesor critica es que nuestro sistema educativo se “ha impregnado de malos hábitos, como no indagar a profundidad”. De este artículo concluyo que el primero que no ha indagado a profundidad es el mismo profesor Marín, que demuestra un total desconocimiento de la función, papel y relevancia de las normas técnicas en el proceso de investigación y en la propia comunidad científica, hecho que sí debería dar vergüenza cuando se tiene al frente la responsabilidad de llevar a cabo procesos de enseñanza-aprendizaje.
Primero, no clarifica que el proceso de investigación tiene dos componentes básicos; uno de forma y otro de fondo. La forma tiene que ver con las reglas que deben aplicarse para cualquier trabajo escrito, que son las determinadas por universidad, la facultad o el mismo docente, aspecto que hablaré más adelante. Otro es el fondo, que corresponde ya a la investigación como tal, cuyo soporte debe estar dado por su rigurosidad, pertinencia y validez científica. La crítica que hago al profesor Marín corresponde a este segundo componente: no tuvo la rigurosidad suficiente para presentar el artículo por no haber indagado a profundidad.
Segundo, se mete inicialmente con la imposibilidad que tienen los estudiantes y maestros por adquirir las normas APA en inglés. Pues incurre en un error. Si indaga, si investiga y si se arrima a internet, particularmente a la American Psychological Association (APA), encontrará que está circulando hace años una versión en español de la editorial Manual Moderno, autorizado por la APA. Es decir, si el profesor Marín hubiera indagado en profundidad, ya se habría dado cuenta que hace rato tenemos el estilo APA en español. Ahora, si vuelve a internet, en el mismo sitio donde dice haber encontrado muchos resúmenes de las normas APA, tendrá a su disposición la dirección y teléfono de esta casa editorial en Colombia. No le tomará más de cinco minutos para encontrarlo. Un maestro no necesita hacer el esfuerzo de leer 272 páginas en inglés, esta tarea sobra ¡Ya está en español!
Añade enseguida, en su análisis crítico, que para los “buenos lectores” el libro de la APA tiene un error que para él no es superficial o trivial, sino profundo: no nombra la palabra norma ¡Qué gran descubrimiento! Pero sobre todo, subraya que el nombrar a APA como norma obedeció a la tradición, al “voz a voz”. Según el profesor Marín, las normas son para cumplirlas “al pie de la letra” en tanto que APA son apenas “unas recomendaciones y sugerencias, las cuales incluso invitan explícitamente a adaptar a cada contexto y situación, y que no se refieren a la forma”. Señala a renglón seguido que a la ciencia para nada le importa el asunto de las márgenes y los interlineados, sino ante todo es la citación y el manejo correcto de fuentes, sólo eso. De esto hablaré más adelante.
Pero… bueno no se queda allí, la emprende contra las normas Icontec, que a él le dejaron mucho rencor como estudiante en el colegio, pues fueron ante todo “imposiciones” para la presentación de trabajos escritos en el “marco colombiano”, criticando que “siempre sobre la forma” de dichos trabajos. APA e Icontec, pero sobre todo APA, han dejado, en síntesis, a millones de estudiantes y también profesores, incluido el profesor Marín, a la deriva y confundidos. La respuesta a tanta confusión, según este maestro, está en que “los docentes colombianos no leemos”, de ahí que proponga e invite a los docentes universitarios a leer el estilo APA, para difundirlo y aplicarlo correctamente con los estudiantes.
Bueno, la verdad es que el profesor Marín pasa o deja de lado elementos contextuales y formales que se deben tomar en cuenta y que denotan su total falta de indagación profunda. Primero ¿qué son las normas? las normas son reglas, no son “imposiciones”, son reglas que orientan, que guían. Es decir, sin reglas precisas muy difícilmente una sociedad compleja funcionaría, sería un caos: reglas para circular por la ciudad, reglas específicas para cada uno de los deportes, reglas para hacer una reclamación o solicitud ante una autoridad y… por supuesto, reglas para escribir. Bien queda clarificado en las normas Icontec NTC1486 para la presentación de cualquier trabajo escrito: “Esta norma establece las reglas para la presentación de un trabajo escrito, cualquiera sea su nivel de profundidad”.
¿Y qué es el estilo APA? pues son reglas mínimas para la presentación de un trabajo escrito, igual que ICONTEC. Pero ¿cómo se convierten en normas? pues ahí está la falta de indagación profunda del profesor Marín, ya que no advierte, por su falta de experiencia y conocimiento, que estas se transforman en norma cuando quedan inmersas dentro de un protocolo de reglas que establece, bien la universidad o cada una de sus facultades, para la presentación de sus trabajos escritos, que de no cumplirse, pues trae como consecuencia el rechazo de dicho trabajo.
¡Esto es lo mínimo por favor! Que no tienen tales protocolos las universidades, pues ahí está el problema y la tarea, pero no corresponde a los docentes de gratis, no señor, es tarea de las universidades pagar a docentes o expertos en metodologías de investigación para desarrollar protocolos serios y coherentes, que se conviertan en norma aplicable, es decir en reglas de estilo, en una guía para docentes y discentes.
Es claro, estas reglas son básicas y sustanciales para la comunidad científica, tal como se evidencia en la multitud de revistas que circulan en el mundo. Tienen reglas de citación y estilo (normas) que al no cumplirse, por más revolucionario que sea el aporte a la ciencia, es rechazado de plano. Entonces sí importa.
Que falta mucho, sí, falta mucho por hacer, pero sobre todo las propias universidades, porque el problema no radica en las normas como tal y en la frase tan simple y acomodada de que “los docentes colombianos no leemos” ¡no señor! parte del problema radica es en las políticas internas de las universidades, que al convertirse en sólo negocio, algo que no menciona nuestro querido docente, comienzan por ofrecer bajos salarios a los maestros y nulos incentivos y alternativas o posibilidades de desarrollo profesional (bien investigativo o administrativo). En el mismo Estado, que ha dejado a la deriva la profesión de maestro. Ello es lo que ha generado tal clima de trabajo, proclive a docentes que no indagan a profundidad y publican artículos que de verdad, dan vergüenza a la comunidad académica.