Versus se llama la exposición de Carolina Convers que se lleva a cabo en la Galería Beatriz Esguerra. Interesante por su técnica donde la profundidad, que es casi plana la logra con la técnica: un collage con resina, acetato, impresión fotográfica, esmalte, acrílico sobre retablo.
Es un mundo de mujeres que son autorretratos en donde construye moldes de vestidos en el cuerpo plano en el que, algunas veces, los pies no tienen continuidad con el cuerpo y, al igual que la cabeza respeta el blanco y negro de la fotografía.
La expresividad, la explora en la cabeza en los argumentos del pelo mientras que la construcción de cuerpo la realiza en segmentos que construyen o, deconstruyen la figura humana, armada por parches geométricos de color.
Se trata de figuras con un control estático. Todas ellas paradas, verticales. De dos en dos. Gemelas que se repiten. Dos mujeres que miran de frente y que son la reproducción de una vieja fotografía.
“La idea de la fragmentación ya había sido trabajada por ella en años anteriores, cortando, yuxtaponiendo con hilos los distintos planos, a la manera de una modista que elabora con patrones vestimentarios. En ese entonces, los detalles fragmentados por las tijeras se unían; ahora están separados. El azar implica soltura y esa soltura, contradictoriamente, enfatiza la rigidez de los personajes. El calor, en este caso se enfría. El glamour dicho de otro modo, uniforma y achata la personalidad de la mujer que se supone a la moda” dice Alvaro Medina en el catálogo de la muestra. Y tanto le interesa que, en una entrevista a Tamara Zukierbraunm ella misma anota: “No pretendo ser mujer y pintar como hombre”.
Poco a poco, me voy dando cuenta de la realidad y el interés de costurera que tiene la artista.
Empecé con entusiasmo esta columna pero, poco a poco, y como anota mi editora: es bastante repetitiva.