Después de un largo proceso en el que Alejandro Ordóñez hizo todo lo posible por dilatar y obstruir el fallo, el Consejo de Estado llegó a la conclusión de que la elección de este funcionario fue indebida y por lo tanto debe anularse. Se va el Procurador tres meses antes de finalizar su período.
De paso la sentencia es un golpe duro para el prestigio de la Corte Suprema que postuló a Ordóñez para su reelección después de haber recibido favores del mismo al que estaba postulando. Lo que se llama el “yo con yo”. Yo te nombro, tú me nombras.
Esta sentencia es de la mayor importancia para recuperar la dignidad de los altos cargos en Colombia. Que allí no se llegue abusando del poder y que como en ese otro caso tristemente célebre, el de Pretelt, no se utilice el cargo para enriquecerse en forma indebida.
Alejandro Ordoñez, perdió su puesto porque nunca debió estar allí y cuando lo estuvo hizo mal uso de su dignidad, montó un tribunal religioso en lugar de la instancia garantista que debía haber presidido, juzgo con la Biblia en la mano lo que debía revisarse bajo los códigos constitucionales y legales y, peor aún, de manera desvergonzada adelantó una cruzada política para construir una candidatura presidencial en nombre de sus ideales religiosos.
Colombia es un país donde la norma no está en los misales, ni en las tablas de Moisés, aquí tenemos códigos que no dependen de la convicción del funcionario de turno, porque la ley no puede acomodarse a los rosarios o a las cruzadas personales. La ley es para todo el mundo, creyentes o no creyentes y en esto también fallo Ordóñez.
Se va Ordóñez porque fue indigna su postulación. Prácticamente lo que dice el fallo del Consejo de Estado es que “compró” con favores los votos en la Corte Suprema. ¡Qué tristeza!, ¡Qué vergüenza! Pero y ¿qué pasa con los que se dejaron “comprar”? Acaso no son tan culpables como el propio elegido. Recordemos lo que dijo una santa: ¿Quién es más culpable, el que peca por la paga o el que paga por pecar?
El país necesita que este aspecto se aclare para que no solo la Procuraduría recupere su dignidad sino también la Corte Suprema. ¿Cómo podemos tener allí magistrados o magistradas que antepusieron sus intereses particulares frente a los intereses generales de darle a Colombia una Procuraduría respetable?
La Corte Suprema debería renunciar en grupo,
aceptando su falta para mostrar
que todavía les queda algún grado de dignidad
La Corte Suprema debería salir de inmediato a reparar este error y para ello caben algunas acciones. La primera y más drástica sería la de renunciar en grupo, aceptando su falta para mostrar que todavía les queda algún grado de dignidad.
La segunda sería revelar los secretos e intríngulis de la votación que llevo a nominar a Ordóñez. Así se intentaría dirimir las culpas, señalar a quienes recibieron favores y de paso limpiar el nombre de quienes no lo hicieron.
Finalmente quedaría adelantar un juicio en el Congreso. Llevar a la Comisión de Acusaciones a quienes como resultado del estudio que sustenta el fallo del consejo de Estado presentan vínculos con nombramientos prometidos y realizados por Alejandro Ordóñez.
En todo caso no podemos quedarnos felices y tranquilos con la salida del Procurador porque detrás de él hubo mucha corrupción, mucha sinvergüencería y mucha indelicadeza. Que se vaya Ordóñez con todos sus filisteos.
Ah, una preocupación final: ahora que anularon su elección ¿Ordóñez quedará impedido para ser candidato a la Presidencia?
