Las lógicas del fundamentalismo religioso y del fundamentalismo laico

Las lógicas del fundamentalismo religioso y del fundamentalismo laico

Análisis del abogado y periodista Jafeth Paz

Por: Jafeth Paz Rentería
septiembre 05, 2016
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Las lógicas del fundamentalismo religioso y del fundamentalismo laico

Todo fundamentalismo es peligroso para la humanidad porque en su interior contiene un mensaje subyacente de separación, superioridad y de rechazo hacia quienes tienen una concepción diferente y opuesta, respecto de aquellos postulados que han sido comprendidos como verdades absolutas, inquebrantables e innegociables. En este sentido, en esencia el fundamentalismo es de carácter dogmático, pues construye un cuerpo de verdades que no admiten cuestionamientos.

Cuando las ideas fundamentalistas han sido apropiadas por un colectivo, como mecanismo de protección se edifican barreras invisibles, y a veces imperceptibles, desde las cuales la operatividad de las relaciones con los demás se establecen desde la estrategia de separación, segregación y asimilación. Ahora bien, cuando las ideas fundamentalistas de cualquiera de los colectivos, minoritario o mayoritario, capturan al Estado, el escenario político es irradiado en su totalidad por sus argumentos y el derecho se convierte en un instrumento de control social que ideológicamente reproduce las pretensiones de dichos postulados.

En este ámbito se produce una tensión entre fundamentalismos, que se expresa en segregaciones y separaciones reciprocas que impiden la posibilidad de realizar transformaciones sociales en procesos dialogantes, pues cada colectivo aprovecha los espacios de interacción social para imponer sus ideas. Por eso considero que muchas de las violencias del mundo en la actualidad tienen como elemento característico la participación del fundamentalismo en alguno de los extremos, y cuando son ambas partes, la dimensión de conflictividad es necesariamente permanente.

Un aspecto que hay que tener en cuenta es que cuando las personas son controladas por las ideas fundamentalistas, se sienten exclusivas y superiores, y su interlocución con los demás parte de la premisa de su deber de convencer e influenciar con su verdad. En este sentido se puede afirmar que los fundamentalismos conducen a una autoestima enfermiza que alcanza a encarnar una superioridad ante los demás y frente a otros sistemas de creencias y convicciones, los cuales solo obtendrían el nivel del ideario fundamentalista cuando se rindan a los postulados de esa verdad única.

Los fundamentalismos y sus características

En consecuencia una de las características diferenciadoras del fundamentalismo de cualquier tipo es el rechazo, intolerancia e irrespeto tanto a las ideas como a las personas que orientan su vida desde concepciones diferentes. Por eso se puede decir que la clave teórica de los fundamentalismos se ha configurado desde la consideración autopoiética de poseer una verdad inmodificable, que en su interacción en el universo de las ideas parte desde una postura impositiva, se caracteriza por no aceptar cuestionamientos y no ser dialogante, pues su razón de ser orbita en su propia verdad.

Históricamente el fundamentalismo más conocido es el de carácter religioso. En síntesis este tipo de fundamentalismo tiene una base escritural que se considera inspirada “desde arriba” y en consecuencia no admite ningún tipo de cuestionamiento. Este fundamentalismo como sistema teórico no siempre se origina en el texto en sí, sino en su proceso hermenéutico. Así la aproximación al texto no es de carácter horizontal, ni dialogante, en el sentido de establecer una comunicación de doble vía texto-intérprete que permita una ubicación histórica de los contenidos, pues se parte de la convicción de que éste tiene un origen divino y por lo tanto, es un irrespeto interrogarlo.

De esta manera, las palabras y los mensajes que se originaron en un momento histórico preciso realizan un viaje teórico de siglos, para hablar a la realidad dinámica del presente desde una posición de autoridad y a partir de una relación vertical donde todo viene de arriba.

Sin embargo, desde mi perspectiva el mayor problema del fundamentalismo religioso está en considerar que las interpretaciones, lecturas e inferencias que se desprenden del texto, y que por lo general son de carácter subjetivo, tienen el mismo estatus del texto. Por esta vía, cualquier cosa que se haga decir o se entienda del texto, adquiere la característica de incuestionabilidad y de verdad única.

En este tipo de fundamentalismo la idea de Dios se reduce y se circunscribe a un texto. Así el espectro de acción de este “dios textual” tiene principio y fin en lo que sus interpretes entienden de dicho texto y la aproximación a la realidad no se hace desde la realidad misma, sino a partir de la hermenéutica del texto. Por lo tanto, la necesaria transformación de la realidad no requiere de otras lecturas y análisis, ni de una construcción colectiva y dialogante, pues ya todo está dado desde arriba en el texto, que es el marco de acción de quienes consideran que ahí está la voz de la absoluta verdad.

De esta manera la interacción comunicativa en la vida social se convierte en un diálogo de sordos, pues no es posible escuchar y tener en cuenta otras razones y argumentos, que de plano son descalificados por no pertenecer a la esfera de “revelados” e “inspirados”.

De otro lado, también existe un fundamentalismo político que funciona con las mismas lógicas del fundamentalismo religioso presentadas anteriormente. Este tipo de fundamentalismo tiene un soporte teórico e ideológico, que por lo general derivó en autoritarismos y dictaduras de todo tipo.

En Occidente esta clase de fundamentalismo fue instrumento de las concepciones religiosas -aunque en muchas ocasiones instrumentalizó a la religión- mediante una conexión indisoluble, hasta que se construyó e institucionalizó la separación entre la religión y el Estado. Este proceso en Colombia llegó tardíamente, pues solo con la Constitución de 1991 dejamos de ser un Estado Confesional.

Así que llevamos 25 años en el proceso de construcción de un tipo de Estado que invoca a Dios en el Preámbulo de la Constitución, pero desde la separación de los asuntos estatales de las concepciones religiosas. Como quiera que el modus operandi anterior no desapareció inmediatamente de la operación del Estado con la simple expedición de la Constitución, pues una transformación de esta transcendencia no se instala en la cultura jurídica automáticamente, hemos vivido un período de tensión entre el modelo anterior que se resiste a desaparecer y el modelo actual que se pretende materializar.

Es en este escenario de tensión donde, a mi entender, ha surgido un fundamentalismo laico que, operando con las mismas lógicas que critica del fundamentalismo religioso y político, expresa y radicalmente quiere imponer a cualquier precio sus concepciones e ideologías. Al igual que los otros fundamentalismos descalifica, deslegitima y ridiculiza cualquier otro pensamiento que le interrogue y cuestione, y como el fundamentalismo religioso en el pasado, tiene el poder mediático para silenciar y eliminar del escenario público a cualquier rival que se atreva a cuestionar sus nuevas verdades.

@JafethPazR

 

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