En estos tiempos, donde nos preguntan si queremos o no darle fin a la guerra, hay millones de personas que sufren de una enfermedad –unos en mayor medida que otros-, y nadie hace nada para remediarlo. A lo mejor es que no lo ven como lo que es: una enfermedad y punto. Tratan el problema desde un punto de vista económico, social, pero no como un tema de salud pública.
Debemos recurrir a mecanismos internacionales, que puedan velar por nuestros intereses –salud-, pues el mal que nos aqueja, se agrava cada día más; y solo los políticos y grandes empresarios son los que menos sufren de esto.
La enfermedad que aqueja a la mayoría de colombianos es comúnmente conocida como: insuficiencia de dinero, tanto en bolsillos como en cuentas bancarias. En algunas regiones del país se le conoce también como “estoy mondao”, o bien, “la quincena no me alcanza”, inclusive se oye decir “toca llamar al paga-diario”. Sin embargo, como el colombiano es “echao pa’lante”, “verraco”, etc., y el sistema de salud no da para tanto, nos la hemos ingeniado para intentar acabar con tal enfermedad. Entonces es cuando podemos ver como los vendedores informales en su “rebusque”, hasta los trabajadores de todos los sectores productivos del país, intentan aplacar el mal que los tiene “asfixiados” y esperan la vitamina D-inero, cada quince días, o cada treinta días. No obstante, a “falta de oportunidades”, es donde vemos aquellos que su modus operandis es despojar a las personas de sus bienes, venderlos en el “mercado negro” y obtener su medicina. Unos lo ven un hecho reprochable y que deberían estar haciendo algo bueno por la sociedad. Pero no se dan cuenta, que cada vez que la insuficiencia de dinero ataca al organismo, estas personas entran en desesperación y buscan la manera más fácil de conseguir su medicamento. Esa es una de las formas más fácil de adquirir la medicina –de las tantas que tiene nuestro ingenioso país pero, se consideran “ilegales”-.
Como siempre, hay personas que gozan de excelente salud y para ellos –políticos y empresarios- esta enfermedad, no es un problema. Tanto así, que un expresidente –con demasiados conocimientos en medicina-, fue tan generoso con sus amigos empresarios y les mejoró un poco de la salud, quitándole dominicales, horas extras, etc., a los trabajadores, quienes ahora se deben “matar” más para conseguir el medicamento.
La forma más altruista que conozco –si alguien conoce otra, que me diga-, de acabar en mayor medida con este problema de salud pública que agrava a nuestro país, es que todos aquellos que no sufren de esta enfermedad, nos donen a nosotros los enfermos algo de dinero, para aplacar la insuficiencia que padecemos. Aunque no les parece esto a nuestros grandes dignatarios, pueden recurrir a lo que se conoce como “disminución de impuestos”, o bien una inyección en nuestros salarios.
