Doctora
Ángela Anzola
Alta Consejera para las Víctimas, la Paz y la Reconciliación
Respetada:
Nosotros, exfuncionarios y excontratistas del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR), estamos extrañados por las afirmaciones que ofreció al diario El Espectador en su edición del 28 de agosto, en donde dice que en el CMPR, “generalmente ha habido voces desde una sola perspectiva. La voz de quienes se oponen a los acuerdos, por ejemplo, es fundamental. Queremos saber por qué no están de acuerdo. Sería interesante volverlo espacio de debate. Necesitamos que no sólo vayan los defensores de derechos humanos, sino el señor que trabaja en un banco. El reto es cautivar nuevos públicos. A este centro, incluso, van más extranjeros que habitantes de la ciudad”.
Es curioso, puesto que su deseo es precisamente el enfoque que tuvo el CMPR desde su concepción. Desde las primeras labores de construcción del Centro, pasando por la campaña Tierra sembrada de memoria, hasta las labores artísticas y culturales. Y obviamente las pedagógicas, enmarcadas en los conversatorios, diplomados y cátedras. Precisamente, estos ejercicios contaron con las distintas percepciones políticas de los protagonistas en su momento, asunto que nos preocupó en demasía para no caer, como usted indica, en una sola perspectiva. Por mencionar algunos, en los espacios del CMPR han debatido personalidades como Claudia López, Clara Rojas, Rafael Guarín, Iván Cepeda, Salud Hernández-Mora, Alirio Uribe, Alfredo Rangel, Antonio Navarro Wolff, Horacio Serpa Uribe, Paloma Valencia, Daniel Pécaut, Marco Palacios, Rafael Herz (quien fuera presidente de la Anglogold Ashanti), coronel Carlos Velázquez, Jefferson Jaramillo, Gonzalo Sánchez, Ramón Jimeno, Martha Ruíz, Lolita Bosch, los Aterciopelados, Ricardo Sabogal, María Camila Moreno, los campesinos de Cajamarca...
En el mismo sentido, hemos contado con la participación y colaboración de entidades, organizaciones sociales, defensoras de derechos humanos y gestoras de memoria, como la Fundación Club El Nogal, la Asociación Colombiana de Familiares de Miembros de la Fuerza Pública Retenidos y Liberados por Grupos Guerrilleros (Asfamipaz), la Corporación Colombiana de Teatro, la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes), la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes), Casa de la Mujer, Proceso de Comunidades Negras (PCN), Fundación Colombia con Memoria (víctimas del atentado al avión de Avianca), Memoria Abierta (Argentina), Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), Madres de Soacha, Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ), Fundación Latinoamericana para la Libertad de Prensa (FLIP), Fedegán, Asociación de Mujeres Afro por la Paz (Afromupaz), País Libre, cabildos Indígenas Misak, Yanakona y Pastos, Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Organización Internacional para las Migraciones (OIM), El Espectador, Ruta Pacífica de las Mujeres, Verdad Abierta...; y las universidades Nacional, Javeriana, Central, La Salle, Distrital, Jorge Tadeo Lozano, Externado, Santo Tomás y los Andes.
Ahora bien, la extrañeza es más profunda cuando hay evidencia cercana a su trabajo como Alta Consejera para las Víctimas. Le recordamos, en primer lugar, la denominada Cátedra sobre la Implementación y Refrendación de los Acuerdos de La Habana, que usted conoció, tuvo injerencia y participó en su clausura. El ejercicio, que convocó a que se inscribieran cerca de 1.500 participantes, contó con diálogos de voces nada unidireccionales como la de Álvaro Balcázar, quien acompañó al Gobierno en los diálogos con las Farc en La Habana en el asunto de tierras, y José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán y conocido crítico de las negociaciones. De la misma forma, la conversación que se dio entre Javier Flórez, director de Política Antidroga del Ministerio de Justicia, y César Jérez, representante de la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc), sesión que también estuvo acompañada de una entrevista especial con Francisco Thoumi, experto mundial en drogas y miembro de la Junta Internacional Fiscalizadora de Estupefacientes (JIFE). Sobre las siguientes sesiones, usted ya conoce cuál fue el rumbo que tomó la cátedra en los términos de participación y diversidad de conferencistas, puesto que usted tomó las decisiones unilateralmente.
Y en segundo, los denominados Diálogos cruzados, en donde dos personalidades, aparentemente distantes en su concepciones políticas o en su cotidianidad, conversaban de manera informal sobre temas relacionados con la memoria, la paz y la reconciliación. Las parejas no pudieron ser más disímiles, sin que existiera la lógica del antagonismo político: Paolo Vignolo (académico) con ‘Guache’ (muralista), conversando sobre el espacio público y la memoria; Julissa Mantilla (integrante de la Comisión de la Verdad de Perú) con María Eugenia Cruz (víctima del conflicto), sobre el papel de la mujer en la verdad y la paz; María Cepeda (hija de Manuel Cepeda Vargas) y Jaime Rodríguez (Fundación Club El Nogal), sobre la paz y la reconciliación; el Brigadier General Jaime Ruíz (Acore) con Luis Eduardo Celis (Corporación Nuevo Arco Iris), sobre la guerra y la paz; Nicolás Montero (actor y antropólogo) con Ómar Rincón (crítico de medios), sobre la televisión y la formación de la memoria histórica; Yolanda Sierra (académica) y Óscar Moreno (artista), sobre el arte y los derechos humanos; Pedro Betancur (coordinador del área pedagógica del Centro de Memoria Histórica) y Arminio Vargas (profesor de colegio distrital), sobre las pedagogía de la paz y de la memoria; Clara López (hoy ministra de Trabajo) y Alejandro Santos Rubino (director de Semana), sobre las élites, el poder y la memoria; Gisella Ortiz (lideresa de familiares de las víctimas de La Cantuta, Perú) con Pilar Navarrete (familiar de víctima del Palacio de Justicia), sobre los horrores de la desaparición forzada.
Sobre el público asistente a los compromisos del CMPR, desconocemos sus profesiones; y aunque no podemos determinarlas, sí confirmamos categóricamente que todas las actividades eran abiertas, con la posibilidad de que los interesados se vincularan. Por ese medio es que muchos ciudadanos se sensibilizaron y, en algunos casos, se involucraron en procesos con víctimas y en defensa de los derechos humanos. La asistencia mayoritaria de extranjeros, quizás no sea nueva para nosotros. Al fin y al cabo, el Centro fue escenario escogido por no solo turistas interesados, sino por altos dignatarios para conocer qué se estaba adelantando en la capital con las víctimas y la defensa de los derechos humanos. Pero si la preocupación suya es que no asistan los habitantes de la ciudad, debería examinar cuál ha sido la agenda propuesta por la nueva administración en materia de eventos. Luego de lo que dejamos como último legado, hablamos del Café de la Memoria, de la exposición sobre los acuerdos de La Habana y del Memorial por la Vida, no ha habido eventos ni acciones realmente permanentes en un mediano tiempo, ni de impacto.
Habría que mencionar muchas más actividades que involucraron las distintas áreas de trabajo que desarrollamos. Y también son muchos más los comentarios necesarios que se desprenden de su aseveración. Ante las dudas que usted planta, hay evidencia de sobra de un esmero y efectividad en todo el trabajo realizado. A diferencia de su anhelo, de querer volver el CMPR en un espacio de debate, ¡el nuestro es que continúe! Le recordamos que en sus manos están dos documentos juiciosos que avalan la labor de quienes pasamos por el Centro. El primero, el texto de empalme de enero 7 de 2016, que explica de manera pormenorizada las áreas de trabajo, con sus objetivos, enfoques y resultados. El segundo, un documento anexo al anterior, el libro Memoria, paz y reconciliación. El Centro en imágenes, que contiene el registro fotográfico (más de 200 fotos) de la gran cantidad de las actividades por área ocurridas en coherencia con los ejes conductores del CMPR, junto con una gran y exigente lista de las organizaciones, grupos y ciudadanos que colaboraron en esta labor.
Por otro lado, quienes firmamos esta carta compartimos un afán por el papel que está tomando el CMPR en tiempos de cambio. No es secreto que uno de los objetivos del Centro fue propiciar la solución política a los conflictos en clave reconciliación. El hecho de que hoy no sea clara una postura activa a favor de la construcción de una paz estable y duradera desvirtúa ese espíritu con el que se ha erigido y dado a conocer. Para nosotros, no hay, ni debe haber, eso que llaman neutralidad cuando se trata de la paz.
Por ello, resultan graves los pocos o nulos acompañamientos a las múltiples dinámicas ciudadanas, a los actos de reflexión y de debate sobre la paz, la memoria y los derechos humanos. Es plausible y se entiende la búsqueda de alianzas, pero llama la atención (en negativo) la ausencia de la participación de la víctimas, sus organizaciones y de los múltiples gestores de memoria. Para nosotros, suena casi increíble que a la pregunta de qué está haciendo el CMPR de cara a la actual coyuntura histórica, la respuesta sea una conferencia o una bicicletada, o el simple uso de las redes sociales para esbozar un sí a la paz. Es bueno recordarle que hay un gran abonado de iniciativas que la nueva administración heredó y que, al parecer, no ha sabido encauzar.
Ante la ausencia de una agenda propensa a la inclusión y la participación, una de nuestras interpretaciones es que se está llegando a una desmovilización del CMPR, de la desarticulación de su sentido y razón de ser: Un espacio para dignificar la memoria de las víctimas y la edificación de una memoria para la paz. Es de lamentar que precisamente hoy, 30 de agosto, cuando se conmemora el Día Internacional contra la Desaparición Forzada, las víctimas de este flagelo no contaron con el acompañamiento, ni el interés, ni la difusión de las actividades por parte del Centro, como sí la tuvieron en años anteriores.
Por todo lo anterior, hacemos un llamado a que en futuras declaraciones se ciña a la verdad y a la evidencia; a que se remita a los informes y cifras de ejecución del CMPR y a respetar las tareas de quienes, en un corto periodo de tiempo, estuvimos en su equipo de trabajo. Somos conscientes de que es el debate democrático quien define la cabeza de la administración, y para el caso nuestro está en la Bogotá mejor para todos. Eso no quiere decir que las abstracciones ligeras y la retórica afanosa tengan la puerta abierta y la libertad de salir a los medios a confundir. En ello no hay justicia. Ni decencia.
(Original firmado)
Alejandra Gaviria Serna
Ricardo Robayo Vallejo
Carlos Eduardo Espitia
Juan Carlos Jiménez
Mónica Álvarez
Andrés Pachón Lozano
Carolina Vergara Ospina
Fabiola Prado
Lizeth Isaboth Cortés Espitia
Yennifer Correa Valencia
Santiago Llanos
*Exfuncionarios Centro de Memoria, Paz y Reconciliación