Arrancó el rifirrafe por el Sí y por el No. Insólito pero real en nuestro país. Desde cualquier perspectiva, se puede concluir que siempre sería mejor la tranquilidad aunque sea parcial que una incertidumbre sin fin. Claro está que en este asunto del plebiscito lo que se mira es una ráfaga politiquera que entorpece el verdadero sentido del objeto propuesto. Después de cuatro años, se ha llegado a unos acuerdos para finalizar un conflicto que ha dejado tragedia y atraso a las comunidades.
A nadie le puede pasar por la cabeza que el silencio de un fusil puede ser peor que su disparo; sin embargo, existen personas de pensamiento maquiavélico que inducen a otras para intentar sabotear un propósito que no es del presidente Santos como lo quieren hacer ver, sino de todo un país que ha venido clamando paz en los campos, menos muertes violentas y más inversión en todos los sectores del Estado. En este tema se observa el cinismo de personajes en contra de un acto que puede transformar positivamente la historia de esta patria, tan convulsionada a causa del conflicto armado.
Los diálogos de paz en La Habana han sido utilizados por muchos políticos para saciar intereses caudillistas, unos supuestamente apoyando el proceso; otros, criticándolo; en fin, cualquiera que sea el planteamiento, las dos posiciones le hacen daño al objetivo nacional. Se ha visto que hasta ´pintas’ que yacían en los anaqueles polvorientos del recuerdo, se han sacudido y emergido para hurtar la capa de ‘superman’ y ofrecerse como redentores. Se sabe que en una emergencia hasta los ladrones se convierten en auxiliadores de los débiles. Este momento coyuntural que afronta Colombia es único, dado que se conciliará políticamente con la guerrilla más antigua y fortalecida del continente.
Lo imperdonable sería que la paloma blanca sea blanco de la presión de los vientos negativos, condensados e impulsados desde las bombas del odio y venganza, de personajes que han vivido a costilla del desentendimiento de millones de compatriotas que solo se asustan a la víspera de la muerte. Cada vez son más desvalidos los argumentos del NO, significando debilidad frente a una necesidad popular. Más cáustico aun, funcionarios que alguna vez propiciaron espacios de confrontación armada pudiéndola haber evitado, hoy, sean los apoderados de las víctimas de esta innecesaria guerra, enjuagándose la boca expresando a los cuatro vientos su solidaridad.
Vulgar mentira que salga hoy el patrón del Ubérrimo a vociferar que le preocupa la impunidad y el castrochavismo; frases mandadas a recoger pero que en los últimos años incursionaron en las mentes débiles y codificadas en modo novela de una sociedad desprevenida. Este señor al igual que su sequito de amigos, son un puñado de soberbios que no les interesa el desarrollo del país, solo sus inversiones y réditos políticos. A estos seudolíderes nunca les ha importado el dolor y necesidad de la gente que ha sufrido la rigurosidad de la lucha armada; al contrario, han jugado con el sentimiento de los lastimados.
Apoyar el proceso de pacificación política con las FARC no significa estar de acuerdo con el gobierno en su totalidad; hay que discernirlo como una responsabilidad que el pueblo encomendó al ejecutivo al momento de elegirlo, donde la seguridad y desarrollo de los pueblos es imperativo. Es en este marco que se acoge cualquier intento o concreción de entendimiento con las agrupaciones bélicas o delincuenciales, pensando en el bienestar de los gobernados, entendiendo que Colombia es de las pocas naciones en el mundo donde persiste un enfrentamiento armado por más de 50 años, dejando a su paso miles de muertes y lisiados.
Al detallar el discurso de la oposición contra el pacto gobierno-rebeldes, se concluye que carece de toda sensatez, motivo que no existen argumentos de por qué los colombianos deban votar NO a una consulta, que simplemente pide la refrendación de unos acuerdos que evitarían la disminución de muertes y víctimas. Lógicamente como en cualquier proceso de armonización entre grupos o bandos, siempre habrá flexibilización y trato especial, porque de no ser así, nunca se llegaría a acordar algo. Es el rencor lo primero en mitigar o si es posible erradicar de las posturas negociadoras.
Es lamentable que con un discurso ‘culebrero’, la gente se olvide de su propia necesidad y favorezca intereses de redentores solapados, que perfectamente saben que la guerra es más dañina que cualquier intento de pacificación. Es ridículo poner a consideración la tranquilidad humana a través de un plebiscito, pero que le vamos a hacer, estamos en la tierra del ‘Corazón de Jesús’.
@IvanJura