Había llegado a Los Angeles como parte de su gira Mexxico es todo. Horas antes decían que no se llevaría a cabo el concierto: un fuerte dolor en su rodilla derecha le impediría bailar, zapatear, enloquecer a su público con sus atrevidos movimientos de cadera. Los 17.500 asistentes que llenaron el auditorio Inglewood de California quedaron asombrados al verlo ágil a pesar de sus 120 kilos de pesos, sonriente y lleno de energía, como si sus problemas respiratorios hubieran quedado atrás.
Durante 2 horas y 35 minutos cantó todos sus éxitos. Salió aplaudido y parecía que esa promesa que había proclamado hacía una semana, de que iba a haber Juan Gabriel para rato, se iba a cumplir. Pero hoy a las 11 y 30 de la mañana un infarto lo sorprendió en un hotel en Santa Mónica California. El cantautor más grande desde José Alfredo Jimenez tenía apenas 65 años.