Ayer fui a luchar. Ayer, con bandera arco iris en mano, hecha de papel celofán, fui hasta el lugar donde miles de personas se reunieron para hacer alusión a su ignorancia, su miedo y su desinformación. Mi presencia allá incomodó y perturbó, pero más que nada, representó a todas las personas LGBTI de esta ciudad.
Podría escribir toda una columna describiendo las experiencias que tuve una vez las personas me vieron empoderado, pero quiero, en contraparte, hacer varias menciones de honor que me han hecho más valiente todavía:
1. Gracias al señor que me gritó "cristo viene" cuando caminaba por la calle.
2. Gracias al señor con la bandera de Colombia que quiso taparme y dañar mi bandera arco iris.
3. Gracias a todos los que se reunieron a mi alrededor y empezaron a insultarme, llamándome "marica", "loca", "pervertido" y demás adjetivos.
4. Gracias al chico de secundaria que me echó agua de dudosa procedencia en la cara y al coordinador académico que lo defendió.
5. Gracias al pastor que vino hasta mi, me miró a los ojos (a centímetros de distancia) y me dijo que iría al infierno.
6. Gracias a las personas que me persiguieron una vez decidí irme del lugar, gritándome y alabando a su, supuestamente, misericordioso Dios.
7. Y también gracias a aquellos cristianos que con el uso de la palabra intentaron alejarme del lugar, mientras el resto observaba la escena.
Lloré de impotencia, rabia y, hasta cierto punto, miedo; mis piernas temblaron todo el tiempo que estuve ahí parado haciendo presencia. Viví un tornado de emociones del que me sigo recuperando todavía. Sin embargo, entre tantas miradas de odio y discriminación, encontré pequeños actos de personas que merecen ser nombradas aquí, con toda la connotación positiva que merecen:
1. Muchas gracias a Laura, quien estuvo conmigo ahí, en todo momento, respaldándome y luchando a mi lado. Un acto que voy a valorar por siempre.
2. Gracias a la señora que estuvo de nuestro lado desde que iniciamos la protesta pacífica y nos acompañó incluso cuando nos fuimos.
3. Gracias a quienes se acercaron para hablar, chocaron palmas con nosotros y a aquel estadounidense que, en inglés, nos habló de lo valientes que eramos.
4. Gracias a los policías que actuaron de forma prudente y a la delegada de la Defensoría del Pueblo, quien se comportó de igual manera.
Sé que mis acciones tendrán consecuencias, pero nadie merece vivir una vida llena de persecusión, de temor y de discriminación por esas características personales que no decidimos. Porque LGBTI se nace, pero la homofobia se elige.
Todos esos insultos, amenazas, burlas y ataques a mi integridad me han confirmado lo que ya sabía: hace falta muchísimo trabajo social para cambiar mentalidades del siglo pasado, que promueven el odio y la discriminación bajo un disfraz de protección y amor a los niños y a la "familia tradicional".
Me duelen los hombros por haber tenido la mano empuñada y levantada por casi una hora, mis piernas hicieron un esfuerzo enorme para llegar a casa y sé que valió la pena todo, a pesar de este malestar físico que siento. Ojalá alguna persona que hace parte de nuestra comunidad me haya visto con esa bandera, ojalá esa persona tenga presente que no está sola, que la valoramos por como es y que luchamos por ella.
Muchas personas dirán que mi intención fue sabotear la marcha, pero no. Mi objetivo fue y seguirá siendo mostrar a esta ciudad que los LGBTI existimos, que estamos aquí, que nuestras identidades merecen respeto y que tenemos una responsabilidad con las nuevas generaciones de educarlas acorde a la diversidad.
Estoy más orgulloso que nunca por ser quien soy.
Con amor, Yeison David Gallo.
