El pesista Óscar Figueroa, con su medalla de oro ganada en Río 2016, nos ha llenado de alegría a la mayoría de los colombianos. Ha despertado ese nacionalismo que suele despertar una disciplina deportiva en estas justas deportivas.
Y obviamente los regionalismos salen a relucir para demostrar su supremacía en los deportes, pero en este caso que Antioquia no saque pecho diciendo que el medallista olimpico es de sus entrañas.
Un hombre no es donde nace sino donde se hace, y el caso de Óscar Figueroa es como el de millones de colombianos que tuvieron que salir de su pueblo a un departamento por culpa del desplazamiento forzado.
Pero que ahora políticos, periodistas y empresarios paisas saquen pecho porque Figueroa es de la tierra de Tomás se ve como un regionalismo típico de quienes se creen reinar en Colombia.
Le pregunto a esos mismos políticos antioqueños qué hicieron cuando Óscar Figueroa salió desplazado junto a su madre y hermanos del municipio de Zaragoza. ¿No hubo quienes se hicieron los de la vista gorda y ni le exigieron al gobierno nacional depurar las FF.MM. cuando algunos miembros dejaron a su antojo en mano de las convivir, paramilitarles, guerrilla y bandas criminales bastas zonas del territorio antioqueño? Hasta algunos tuvieron la desfachatez de tener en sus listas a oscuros personajes.
Si bien hubo periodistas que ofrendaron su vida por desenmascarar la realidad de la violencia en el bajo Cauca, Urabá u otras regiones, también hay periodistas que solo asisten a cocteles con "empresarios" de dudoso capital.
La vida de Óscar Figueroa es como la de gran parte de desplazados: desarraigados de su cultura, ignorados por el gobierno, ultrajados por la ultraderecha y perseguidos por su único pecado de ser pobres y no llevar un apellido de grande alcurnia.
Que el Valle del Cauca celebre su victoria. Fue quien lo acogió y fue allí donde Óscar Figueroa echó raices. Que Antioquia no saque pecho por un triunfo ajeno. Colombia está llena de seres que tuvieron que salir huyendo de la violencia a otros lares.