El sargento al que Óscar Figueroa le debe todo

El sargento al que Óscar Figueroa le debe todo

Como su superior en el Ejército, Oswaldo Pinilla lo sacó de su peor crisis y lo llevó de la mano, con afecto y rigor, hasta el oro olímpico

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agosto 09, 2016
El sargento al que Óscar Figueroa le debe todo

La curvatura que se le formó en la columna vertebral a Óscar Figueroa por levantar pesas le significó ser rechazado de la Escuela Militar cuando apenas tenía 21 años. El joven deportista quería ser parte del Batallón de Ingenieros de Palmira, Valle, pero esa escoliosis grado segundo, le impidió realizar el sueño de una carrera como oficial del Ejército. El rechazo lo sumió en la frustración. El joven llegó a pensar que la dedicación entera al deporte había resultado ser su verdugo. Óscar estaba abatido hasta que se topó con un militar que sabía de su talento deportivo y le dio una idea para hacerse militar sin dejar las pesas.

Se trataba del sargento viceprimero del Oswaldo Pinilla Rueda, adscrito al batallón de Palmira y al mismo tiempo entrenador de pesas en el Ejército. Pinilla le propuso a Figueroa que se vinculara como soldado regular y que una vez dentro de la fuerza él buscaría la forma para que continuara entrenando. Dicho y hecho. El 12 de abril de 2014 Figueroa se incorporó y de inmediato empezó a entrenar en el gimnasio del batallón al tiempo que cumplía con la rutina de instrucción militar. El Sargento Pinilla de día era su superior en las filas y, de noche, su entrenador deportivo. El rendimiento deportivo de Figueroa fue tan impresionante que aún antes de jurar bandera fue convocado para hacer parte del equipo nacional de halterofilia que representó a Colombia en los Juegos Olímpicos de Atenas. En su debut el pesista alcanzó el 5 lugar.

De regreso en Colombia se incorporó de nuevo al batallón y continuó alternando su servicio militar con las pesas, ambas actividades bajo la batuta del Sargento Pinilla, quien no dudó en influir entre los superiores para conseguir que el deportista pudiera continuar con su rutina de entrenamientos a pesar de los deberes militares. En 2006 Figueroa concluyó sus dos años como soldado regular y se quitó el uniforme aunque mantuvo una cercanía con el batallón donde era reconocido y apreciado por todos. Constantemente iba a entrenar con los militares y siempre que algún oficial le pedía que hablara frente a los jóvenes reclutas, él aceptaba.

El Sargento Pinilla seguía de cerca los entrenamientos de su pupilo. Y volvió a ser clave para Figueroa cuando en 2008 tuvo una lesión durante los Olímpicos de Beijing. El pesista cayó en una crisis y seis meses de inactividad por traumas en su muñeca y una hernia discal en la columna. La crisis se agravó por los constantes desencuentros con el entrenador búlgaro Gantcho Karauskov, director de la selección nacional y criticado por muchos deportista que lo acusaban de causarles lesiones con excesivas cargas durante los entrenamientos. El choque entre Figueroa y el búlgaro escaló al punto de que el deportista terminó enfrentado con buena parte de las directivas. Su temperamento complicó aún más las cosas e hizo que fuera despreciado por los pocos periodistas deportivos que se ocupaban del tema. Cuando todo el mundo le dio la espalda a Figueroa, Pinilla estuvo ahí.

Para entonces ya había dejado el Ejército también y estaba dedicado por completo a entrenar deportistas. El exsargento sabía que podía conducir a Figueroa y pulir al máximo su técnica y tenacidad. Se lo propuso y la idea es lo mejor que le ha pasado a Figueroa en su carrera. El pesista se llenó de determinación para superar las lesiones y pronto volvió al arduo trabajo deportivo, esta vez de la mano de quien mejor conoce sus virtudes y defectos. “La medalla de oro es mitad de mi sargento Pinilla y mitad de mi hermano, sin él Óscar nunca habría llegado a tanto”, dice Wilson Figueroa, también sargento del Ejército y hermano del medallista olímpico.

Pinilla, quien nació en Pereira y tiene 56 años, es ahora el entrenador de la selección nacional de pesistas con más de 30 deportistas a cargo, pero nadie duda que su pupilo preferido es su antiguo recluta Figueroa. El entrenador fue el colombiano más orgulloso con el triunfo del deportista ayer y a quien iban dirigidas las primeras palabras del campeón, tras colgarse la presea de oro en Brasil: “Le debo esto a mi entrenador Oswaldo Pinilla, que se ha convertido en un padre para mí, y al doctor Jorge Felipe Ramírez, que logró recuperarme. No estoy viejo, tengo mucha experiencia”, aseguró entre lágrimas el deportista de 33 años.

“Los héroes no son sólo los que van a la guerra”, dijo ayer el seleccionador Pinilla y exsargento del Ejército, cuando alguien le preguntó por la época en que era comandante del ahora medallista olímpico.

El Ejército comparte la alegría por el triunfo de Figueroa y Pinilla. Desde San José del Guaviare, donde labora el sargento segundo Wilson Figueroa Mosquera como integrante del Comando Conjunto de Suroriente, las tropas enviaron esta felicitación a la delegación campeona.

@josemonsal

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