Como comunidad académica estudiosa del tema, consideramos necesario pronunciarnos ante la polémica nacional suscitada recientemente. Un sector político de Santander expresa su malestar porque piensa que el Ministerio de Educación Nacional, en la Ley 1620 de marzo de 2013, ha impuesto arbitrariamente orientaciones sobre políticas para las personas LGBTI en los manuales de convivencia de escuelas y colegios del país. Este sector se muestra preocupado porque cree que las nuevas políticas provocan confusión e inducen comportamientos inmorales y poco éticos en el ejercicio de la sexualidad de los menores.
Es natural que un discurso que no resiste un análisis lógico y académico genere tanta polémica, tanto debate porque en medio de la confusión y las especulaciones, se hacen afirmaciones que ponen en peligro los avances que con tanta dificultad se han logrado hasta el momento. Cuando estas preocupaciones no son resueltas mediante el uso de las herramientas reflexivas y de los hallazgos y desarrollos desde disciplinas como la sexología y los estudios de género, se da pie a especulaciones y suposiciones como las que en estos días nos ocupan.
Por las razones mencionadas, la sexología puede y debe aportar elementos para el esclarecimiento de este asunto que le compete, es decir, el estudio de la sexualidad humana con fundamento científico, con el fin de que la sociedad pueda entender la complejidad en la vivencia de esta esfera tan íntima y tan determinante. Se considera entonces, que es oportuno que la comunidad académica se pronuncie frente a las declaraciones que circulan en los medios y propone aclarar los términos que pueden generar mayor confusión y aportar elementos que ofrezcan a los padres de familia la confianza que sus hijos estarán adecuadamente educados. Se ofrecen las siguientes reflexiones:
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Cuando se abordan seriamente los aspectos de la sexualidad, es mejor no hablar desde absolutismos, porque la realidad opera dentro de la incertidumbre.
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Es mejor optar por la divulgación responsable y cuidadosa de información, más cuando se trata de servidores públicos.
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Los estudios clásicos de la identidad de género de sexólogos como John Money y Milton Diamond, han mostrado que es altamente improbable que la identidad de género y la orientación sexual de un niño pueda ser inducida a voluntad, y mucho menos cuando lo que la ley propone es un enfoque de equidad de género, de igualdad de derechos para hombres y mujeres, en otras palabras, derechos para la protección de la diferencia, no para la manipulación o inducción de la identidad de género o de la orientación sexual.
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Pese a que el rol de género (que es diferente de la identidad de género con la cual no siempre coincide) puede ser moldeado culturalmente, la orientación sexual y la identidad de género, tienen un fuerte sustrato biológico que hace que una persona, haga lo que se haga, no pueda ser cambiada o construida a voluntad pues quedan fijados irreversiblemente por improntas en circuitos cerebrales. Es decir, hay muchas evidencias científicas que demuestran que nadie puede tomarse la libertad (si esto es lo que genera preocupación), de construir por tradición, imposición o coerción, su identidad de género y orientación sexual como si se puede hacer en el rol de género. Está fuera del control humano, la capacidad de escoger si los niños quieren o no sentirse hombres, si las niñas quieren o no sentirse mujeres, así como tampoco se puede preferir a voluntad el gusto por el establecimiento de relaciones erótico-afectivas por uno u otro sexo, pues sencillamente esto hace parte de los procesos biológicos ajenos a la voluntad. La cultura puede y está en el deber de trabajar para crear leyes inclusivas, que favorezcan la flexibilidad de los roles de género, de tal forma que se minimicen los dañinos estereotipos de género y la discriminación de la diferencia.
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En consecuencia, con muy poco margen de error pensamos que, la esencia de la masculinidad y la feminidad no se pondrá en peligro, ni se verá amenazada o desestabilizada, como tampoco se perderá la estructura familiar y social, si se adoptan los cambios que proveen las políticas incluyentes que van en contra del sexismo.
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Es peligroso que una persona que revela un grandísimo desconocimiento de conceptos y términos básicos sobre género y sexualidad, promueva sus creencias que, si bien respetables, deben mantenerse en el fuero de su privacidad, puesto que no corresponden con la realidad y las necesidades del resto de la población.
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Las posturas que exhiben preocupación por el futuro de la familia y de los niños, no deben caer en el error de aseverar basados en errores garrafales o verdades a medias, como es el caso de opinar sin fundamentos mínimamente científicos sobre la sexualidad infantil, para enmascarar los sesgos personales que inducen decisiones comportamientos discriminatorios e ignoran los avances en el conocimiento que favorecen la sana convivencia. No deben ser bien vistas las posturas que utilizan la preocupación por el futuro de la familia y los niños, menos cuando se aprovechan de su vulnerabilidad y del desconocimiento propio de la sexualidad infantil, para enmascarar decisiones discriminatorias que van en contra de los progresos obtenidos y que favorecen la sana convivencia entre las personas. Además, por ningún motivo deben ser aceptados argumentos emocionales y subjetivos para determinar las políticas nacionales de salud sexual.
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Reconocemos a todas luces como inaceptables las declaraciones de la diputada pues invitan al retroceso a discusiones ya superadas en décadas atrás.
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Resulta preocupante que los medios de comunicación le den una cobertura tan amplia a las opiniones de personas que, amparadas en su condición de dirigentes, profieren todo tipo de disparates frente a temas que ignoran, generando incertidumbre y alimentando los temores infundados de millones de personas que confían en que sus gobernantes tengan claridad suficiente para desarrollar e implementar programas adecuados para la educación infantil, pero, no les otorguen a los investigadores y a los miembros de la academia espacios suficientes para desvirtuar las erradas aseveraciones, lo que al final se convierte en una difusión acomodada.
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Nuestro país necesita apoyarse en los recursos científicos representados en muchas personas que, en forma diligente y disciplinada, estudian el desarrollo humano con el fin de trabajar para conseguir una patria justa, incluyente e igualitaria donde todos quepamos, sin distinguir entre credos, razas, identidades o gustos eróticos y afectivos.
Firmado: Residentes y docentes de la especialización en Sexología Clínica, Universidad de Caldas. Adriana Arcila Rivera, Magdalena Villegas Arango, Bernardo Useche Aldana, Germán Edo. Quiroz, Sergio A. Álvarez, Natalia Salazar, Ana Maria Velásquez, Médicos Residentes y Docentes de la Especialización en Sexología Clínica de la Universidad de Caldas.
PD: Invitados cordialmente al III Simposio Internacional de Sexología Clínica, Universidad de Caldas, Manizales 2 y 3 de Septiembre, igualmente al I Congreso Nacional Trans, UNAB, Bucaramanga 30 de Septiembre y 1 de Octubre.
