Como a juico del Centro Democrático los acuerdos de La Habana no son convenientes para el país, esta semana oficializaron con la aprobación de más del 80 % de sus bases, invitar a los colombianos a votar No en el plebiscito que le dará poder al gobierno para desarrollar los acuerdos. Sus argumentos son tan contundentes como contradictorios: que ese umbral del 13 % establecido para las votaciones será ampliamente superado, que de ganar el No la guerra no volvería, y que los diálogos continuarían para ser reformulados y mejorados. En últimas, al escuchar sus absurdas argumentaciones, como la de si llegan al poder en 2018 desconocerán este proceso de paz con las Farc —como los malos perdedores que se acostumbraron a ser— no acatarán la voluntad popular, porque “con cara gana usted y con sello pierdo yo”, ¿cierto expresidente Uribe?
Más de allá de esta creciente polarización entre detractores y defensores del plebiscito para firmar lo que pondrá fin a la guerra de 60 años con las Farc, lo esencial de este proceso, que algunos como los del Centro Democrático no ayudan a que Juanpueblo y Maríadelbarrio comprendan, lo que se mueve directamente son muchos intereses políticos, cada quién va buscando cómo sacar ventaja en beneficio propio.
Muy pocos se han detenido a preguntarse, ¿y Vargas Lleras qué? El vicepresidente siempre estuvo muy marginado del proceso, no opinó porque no creía en una salida negociada; por su carácter, le cuesta trabajo entender muchas de las lógicas de la negociación con un grupo alzado en armas como las Farc. Inicialmente se montó, o lo montaron, en la película de que sería el llamado a ser el “presidente de la guerra”, con su mano dura para salvar a Colombia, contemplando que en ese escenario se hubiera dado el fracaso del proceso.
Hoy Vargas Lleras también gana protagonismo en el marco de la paz, suben sus acciones, y adquiere mucha importancia. La opinión pública y muchas de las encuestas lo dan como seguro contendor para la segunda vuelta en las presidenciales de 2018. ¿Y, cómo no? Tiene tribuna, chequera, y el aparato del Estado que le permite manejar a su antojo varias regiones; es “dueño” de varios ministerios, y con un caudal político que le permite poner o quitar votos según le convenga. El vice representa ese sector de centroderecha que sin oponerse abierta y contundentemente al proceso de paz, ha permanecido reticente, distante y en exceso silencioso, como en el partidor calculando su mejor momento para decidir qué camino tomar.
No ha sido fácil para Vargas Lleras llegar al proceso de paz,
muy complejo y problemático
ha sido poder dar el paso
No ha sido fácil para Vargas Lleras llegar al proceso de paz, muy complejo y problemático ha sido poder dar el paso. Es un habilidoso oportunista y calculador, que con la misma facilidad que reparte casas por Colombia haciendo su campaña para presidente con los recursos del Estado, ‘la plata de nuestros impuestos’, ahora quiere llegar a apropiarse del proceso de paz, cuando ya casi todo está listo para finalizar.
Los colombianos debemos estar atentos. Para nadie es un secreto que esto se politizó, la negociación con las Farc se la tomó el Partido Liberal y con especial particularidad el combo del expresidente Gaviria. Humberto de la Calle es el jefe negociador, Villegas será el gerente del plebiscito, César Gaviria terminará como jefe de debate del plebiscito, su delfín Simoncito Gaviria hoy es el director de Planeación Nacional, Juan Fernando Cristo como ministro del Interior y Rafael Pardo quien lo viene haciendo bien como responsable del posconflicto. Un tinglado muy bien montado y mejor orquestado, que desde ya se arma para la puja electoral con quienes competirán contra Vargas Lleras en el 2018.
Vargas está entre la espada y la pared, no la tiene fácil para entrar, sabe que el presidente lo necesita, pero terminaría haciéndole campaña al liberalismo o al gavirismo. Y si no da el paso, el costo político podría ser de por lo menos 2 millones de votos; la paz le traerá al país un cambio de mentalidad, y él, como político tradicional que es, sabe que una mala e inoportuna decisión le puede salir muy costosa, precisamente por ese cambio de mentalidad.
El paracaidista necesario, eso terminará siendo Vargas Lleras, el recién llegado al proceso de paz. Pueden aparecer otras opciones para superar la encrucijada, Cambio Radical podría inventarse una campaña propia al plebiscito que no se parezca a nada, o quizá volverse el protagonista a tiempo del proceso de paz que se viene adelantando con el ELN.
¿Qué sucederá? ¡Averígüelo Vargas!
En Twitter @Miguel_Mondrag