Son chicos de los diferentes barrios de Siloé y de La Sirena, un sector cerca de “Siloco” como algunos le llaman. Son muchachos de escuelas como la Rosales, José María Córdoba, Miguel Antonio Caro, entre otras.
Se integran en grupos entre 15 a 20 niños y en total son unos 80 que conforman los grupos de territorio: La Estrella, Tierra Blanca, Brisas de Mayo, Los Mangos.
Esos muchachos hacen música, mucha música de percusión orientados por Moisés Eduardo Zamora, en una agrupación que llama Tambores de Siloé, un proyecto de la Fundación Sidoc. Allí en el grupo, es más importante la amistad que la rigidez de la disciplina y entre golpe y golpe de los instrumentos aprenden valores sobre la vida y el comportamiento en sociedad. Esto los liga y ata en la amistad y en las posibilidades que esta experiencia les ofrece de viajar a conocer otros lugares y personas.
Son “parceros” que hacen música de fusión, una mezcla de géneros como el Rap, la Salsa, y la música folclórica a la que incorporan letras con gran sentido social y mensajes que animan la vida.
La particularidad del grupo Tambores de Siloé es que han creado sus propios instrumentos. La Marimbotella, hecho con tablas de chonta que es la palma de chontaduro, botellas de plástico recicladas, piola y una sencilla base de madera.
El Bernáfono, instrumento hecho con tubos de PVC, con medidas específicas que le dan la afinación.
La Siloco Caja, creada por el maestro Héctor Javier Tascón, que no es otra cosa que un “cuñete” vacío de pintura partido por la mitad que simula una pequeña batería con laminitas y cadenas que genera diferentes tonos .
Siloco Bombo, un tarro partido a la mitad al que se le coloca una riata para que se pueda colgar a quien lo toca. Con esos instrumentos se hace música, se llenan las calles de alegría de sonidos y de voces que cantan y cuentan sobre una ciudad que corre y se agita constantemente.
Como grupo, ha sido invitados a muchos sitios para mostrar lo que hacen: El Teatro Municipal, el Teatro Jorge Isaac, las estaciones del MIO, el Boulevard de la Avenida del Río, el Petronio en Buenaventura, el Congreso de Músicas y Cantos Tradicionales y muchos otros sitios y eventos han sido testigos y aplaudido lo que este grupo hace musicalmente.
A la gente le gusta cómo suena Tambores de Siloé, les encanta la propuesta que tienen para hacer música, las letras que elaboran y que cuentan la cotidianidad o señalan las exclusiones, pero en especial a la gente le gustan los instrumentos con los que estos 80 muchachos hacen música.
El 'profe' Moisés
El director de Tambores de Siloé es Moisés Eduardo Zamora, egresado del Instituto Popular de Cultura, técnico laboral de músicas tradicionales en el SENA, autodidacta en la música y además es compositor. Ha pertenecido a agrupaciones como: Sango; Residuo Sólido; Luces del Pacífico; Mamajulia y los sonidos ambulantes; y en la actualidad director musical en el Icesi y de Tambores de Siloé.
Moisés, más que el “profe”, es un amigo de estos muchachos que ven en el a su orientador no solo en la música sino para la vida y el comportamiento en sociedad.
“Tengo unos 80 chicos que se dividen en cuatro grupos. El único requisito para ingresar a Tambores, es tener ganas de aprender y estar entre los 5 años hasta los 19.
Durante el Petronio, Tambores de Siloé, gracias a su trabajo con instrumentos fabricados con lo que ahora denominan materiales alternativos, estará participando en El Petronito. Para la ocasión ha preparado temas como La Canción del Bunde, una canción cuyo autor es el profe Moisés entre otras.
Moisés Eduardo Zamora, llegó a la agrupación Tambores de Siloé, gracias a que el profesor Héctor Tascón lo recomendó para trabajar “en la loma” como llaman coloquialmente a Siloé. Cuando Héctor decide retirarse, Moisés asumió la dirección.
“No ha sido fácil, dice Moisés, pero con sus enseñanzas seguimos adelante con este grupo de muchachos que cada día avanzan más en el aspecto musical. De Héctor aprendí muchas cosas entre otras que lo simple hay que volverlo grande y eso es lo que se hace en Tambores, con los muchachos y sus instrumentos.
Moisés sabe que este es un proceso, que también deja huellas en su persona. “Ha sido una experiencia muy bonita y uno se encariña con los chicos y con la comunidad. Pero es grato saber todo lo que uno puede hacer por la niñez, mediante la música y como uno puede cambiar el objetivo de la vida de esos chicos que a veces están en riesgo de tomar caminos difíciles y que no los conduce a nada bueno.
La música para Moisés, es el medio más directo de expresar sentimientos, alegrías, tristezas. Es mi compañía cotidiana, mi medio para decir las cosas y que la gente capte el mensaje que quiero dejarles. A los muchachos de Tambores, les ha servido para aprender el respeto hacia los demás, el trabajo en equipo, a compartir y sobre todo a tener una nueva visión de su futuro. Ellos están muy orgullosos de lo que hacen porque cada vez que se presentan ante el público, están mostrando lo que en el fondo es Siloé, un espacio para las oportunidades de una vida mejor.