Don Ca, un documental que hay que ver

Don Ca, un documental que hay que ver

La directora Patricia Ayala retrata a Guapi

Por: Julián Otoya Tobón
septiembre 18, 2013
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Don Ca, un documental que hay que ver

Don Ca, que mejor la llamaría: Don Arca. Más que un documental tejido, entrelazando los hilos más gruesos y virtuosos de la vida extraordinaria de Camilo, con las hilachas más resistentes de la angustia asfixiante de Guapi, de la raza estoica de sus pobladores negros y de la frágil belleza de su universo azul debatiéndose entre la sal de mar, el dulce de la lluvia y la locura amenazante de los hombres que la quieren convertir en puerto de trasiego de drogas y armas. Lo veo como un ejemplo, como una valiente lección de vida que el doctor Camilo Arroyo, con la ayuda magistral de la directora Patricia Ayala, nos presenta a todos los colombianos sin necesidad de acudir a los engañosos trucos del tablero y la tiza, ni a los desgastados clásicos de la literatura, ni a ningún tipo de religión redentora, ni a las mentiras de los políticos ni, peor aún, de los maestros y politiqueros….

Don Arca… perdón, Don Ca y Patricia, tan solo valiéndose de dos hermosos micos negros de cinco patas, tres perros cachorros lamedores y juguetones, una ardilla roja que siempre debió estar suelta, tres gaticos caseros con más de mico que de felino, unos cuantos gallos alzados de pelea (lo más seguro heredados de la cuerda medianoche furibunda de su pariente Andrés), un rio feliz que sin orillas devora silencioso las tablas milenarias de un muelle trampolín y una “familia” formidable de negros y negras cimarrones sobrevivientes al holocausto y la esclavitud de la anterior conquista, todos llenos de una hermosura que permanentemente les esculpe con detalle de cincel sus cuerpos de metal, con alegría blanca su risa trasparente y con sabiduría negra su cabello ancestral. Con muy “pocas palabras”, sólo las necesarias para comunicar la genialidad construida sobre la experiencia de vida de este ser humano sin igual, que repleto de humildad, afecto, respeto y ganas rebeldes de hacer de su vida algo útil, se entrega con estas mismas, sus únicas armas: humildad, afecto y respeto, no sólo a mejorar en calzoncillos la suya propia, sino a hacer lo mismo, pero sin tapujos, con la de todos los negros del pacífico. Con dos horas de extraordinaria fotografía de la región pacifica, de Guapi, de su rio, de sus alrededores húmedos y selváticos, de la hermosa y contagiosa casa de Camilo, de sus protegidos hijos de raza negra (casi cuarenta en el arca como los recuenta al final), de su poca pero exuberante flora y fauna domesticada. Con la delirante actuación de Camilo, la de sus briosos negritos de sal y agua dulce y hasta la de los micos jugando con los perros y los gatos. Y con Patricia, y su genio director, nos gritan: ¡Ojo! ¡Miren! ¡Pongan cuidado! Y nos dejan claro, muy claro, con su tan esperada película, cómo es que se debe vivir en este planeta: no sólo siendo amable con él, sino respetuosos con los que tenemos el honor de poblarlo y la obligación de hacerlo respetar.

Su magistral juego de espejos, imperceptible para el ojo poco agudo, reflejando sobre su luna cargada de Guapi hasta el cogote, nos deja claro también que en esta Luna Llena del pacifico con su folclor delirante y su gente de metal, “no caben” ni el cuento bello de la civilización blanca reflejada en la adorable Popayán de Camilo, saturada de historia, de beatos y de pesados monumentos cristianos de mentiras, ni muchísimo menos la Colombia bárbara del fusil cargada de uniformes atigrados camuflando militares, paracos, guerrilleros, traquetos y políticos con que queremos invadir y poner en vía de extinción tan bello paraíso.

Sí, ninguno de estos leviatanes bíblicos de la modernidad tiene cabida en Guapi, ni en ninguna de nuestras poblaciones milenarias de negros hermosos asentadas en el litoral pacífico, ni en parte alguna de esta Colombia en donde aún habitan culturas nativas que respetan la tierra respetando y haciendo respetar a los suyos.

Qué esto sea una advertencia para Colombia. Para los colombianos en general… ¡Nunca para Don Ca!

Aplauso para Camilo, Patricia y la bella Guapi con todo los suyos y lo suyo. Aplauso para los micos, los perros y los gatos actores… Aplauso cerrado para Don Arca.

Ésta: Don Ca, es la única película que he visto en mi vida de la que salgo del teatro con lágrimas en los ojos pero aplaudiendo sin poder convencerme que ya se había acabado, que me tenía que ir… ¡Quería más! ¡Sí, quedé con ganas de más, de mucho más Don Ca!

No dejen de verla… esto sí es cine.

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