No seamos tan altruistas con el tema de la Paz

No seamos tan altruistas con el tema de la Paz

Opinión de Delio Andrés Vargas: "Tal vez se adeude una dispensa a los patriotas que se oponen con un grito visceral a los acuerdos de La Habana"

Por: Delio Andrés Vargas
agosto 01, 2016
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No seamos tan altruistas con el tema de la Paz
codicesoaxaca.mx

Tal vez se adeude una dispensa a los patriotas con el corazón dolido que rasgan sus vestiduras y arrancan sus cabellos, oponiéndose con un grito visceral a los acuerdos de La Habana.

La verdad he tratado de pensar que su oposición deviene de esforzados análisis jurídicos, políticos y sociales, sobre un proceso de paz que trata de ser integral, al orientarse por todos los elementos de la justicia Transicional, entiéndase verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, sin sacrificar o dar prioridad a alguno en especial; hasta el punto de ser catalogado como uno de los procesos de negociación más completos por la comunidad internacional, comparándolo con experiencias ejemplares como la otorgada por Sudáfrica, por Irlanda del Norte y por Guatemala, entre otros.

No obstante lo anterior, al percatarse de las "argumentaciones" presentadas por los contradictores de los acuerdos, se hace evidente que carecen de fundamentación razonada en Derecho, política, economía e incluso historia, por lo cual se sustenta en falacias a través de muletillas y lugares comunes que ya presentan mal edor por descomposición, pues a quién le agrada ya escuchar frases como: "¿Ésta es la paz que se está negociando? (sin digerir el concepto de negociación en medio del conflicto)"Le van a entregar el país a los terroristas", "Proceso ilegítimo de Impunidad" y otros que hacen retorcer, no el estómago, sino las neuronas del ciudadano bien estudiado que no encuentra por donde empezar para dar su clase de introducción a la democracia y al civismo. Pero es obvio, ¿cómo se crítica y se dan conclusiones tan contundentes sobre un acuerdo para la terminación del conflicto sin haber leído ni siquiera la primera letra del acuerdo general?

Descartando mi aspiración de los análisis esforzados, no queda más que pensar que la indignación deviene de sentimientos altruistas y nobles de Justicia frente a la miles de víctimas que ha generado el conflicto con las FARC, es tan fuerte su espíritu de solidaridad que incluso los lleva a ignorar que precisamente un grupo considerable de víctimas de masacres, falsos positivos (del gobierno del principal opositor de los acuerdos) y toma de rehenes, han participado de los acuerdos y prefieren la terminación del conflicto armado a través del diálogo.

Esos valiosos colombianos, como lo somos todos, deben ser tan justos, nobles y solidarios que hace mucho rato debieron darse cuenta que un sistema de organización social que privilegia a la propiedad como bien jurídico protegido por encima de la vida, es egoista y excluyente. Así que me imagino sus enconadas luchas diarias trabajando por el prójimo, por la igualdad material y la dignidad de los compatriotas, como les gusta decir.

De igual forma, dada su inmensa preocupación por las víctimas del conflicto, debe ser aparatosa la campaña emprendida por éstos héroes del altruismo para reclamar al Estado los derechos de ésta población, debe ser cuantiosa su ayuda para el cubrimiento de sus necesidades y más de un dolor de articulaciones les debe dar a diario afrontando batallas jurídicas en los juzgados y ante las autoridades administrativas para la concesión de sus peticiones.

¿Será verdad que les importa el país y su condición? ¿O será una arrogancia absurda al defender una posición sin fundamentación razonada alguna contra un proceso que pretende incluir a un sector armado, al cual ni siquiera han estudiado? Creo que en verdad son muy altruistas, porque piden cárcel y si fuese posible prisión perpetua para los negociadores de la insurgencia, con el fin de que las víctimas reciban la satisfacción de la justicia, llevándolos su noble sentimiento a ignorar que la reparación integral conlleva a diversas facetas como la restitución, la rehabilitación, la indemnización, y las medidas de satisfacción y garantías de no repetición; todas que son posibles en mayor medida y de forma oportuna, en el marco de la terminación de un conflicto a través del diálogo y no en medio de la guerra.

Sus almas caritativas y justas los hacen preferir la condena de muerte en campos de batalla , no sólo contra los miembros del grupo insurgente, sino contra los soldados de su nación, sus campesinos, empresarios, transportadores y niños, antes que reflexionar sobre el componente Verdad en el paso del conflicto al posconflicto. No se les pasa por la cabeza que precisamente los procesos de paz son ese medio para dejar atrás las violaciones sistemáticas a derechos humanos por causas asociadas al conflicto y lograr la conciliación de todos los sectores sociales.

La terquedad que tanto les critican y la supuesta enfermedad cerebral que les atribuyen por sus declaraciones excrementales "hablando en términos de coherencia y razonabilidad en sus argumentos", son en verdad impulsos de su corazón activista que no diferencia entre delitos políticos y conexos, con delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra. La sangre benevolente en sus arterias les impide comprender que la jurisdicción de la Corte Penal Internacional puede judicializar a los perpetradores de delitos atroces que tipifica el Estatuto de Roma, muy a pesar de los acuerdos de paz, por lo cual, se excluye la posibilidad de impunidad por éstas conductas que entre otras cosas, no son negociables.

Por otra parte, dejan en expectativa al país respecto a su posición a tomar en caso de que el "Si" del plebiscito triunfe, pues sus alientos inspirados por el ungido senador, es capaz de hacerlos declararse en desobediencia civil, contradiciendo la decisión mayoritaria, al mejor estilo de los rebeldes que están negociando. Y es que estos colombianos ejemplares y juiciosos del devenir político, se oponen tanto a decisiones mayoritarias de sus conciudadanos y el Congreso, cómo a las contramayoritarias como las de la Corte Constitucional que en el caso de la revisión del proyecto de ley estatutaria que establece el plebiscito, avaló la decisión del órgano representativo del pueblo. Ello generó indignación en estos colombianos por considerar que la Corte está politizada, que está llena de guerrilleros y que se dejó enmermelar, de la misma forma como lo hizo con la decisión que avaló el primer Acto Legislativo para aprobar la reelección del entonces presidente, proceso bochornoso de la historia colombiana en donde resultó condenada una congresista por cohecho sin condenar a quien le ofreció.

No obstante lo dicho, eso no excluye la posibilidad de que existan detractores de los acuerdos con sólidas posiciones que pongan a pensar a un país y no a rebusnar como zombies lugares comunes y calificativos como "Guerrillero de civil". De verdad que hace mucha falta ese movimiento de oposición inteligente para una decisión tan importante como la que se avecina, aquel personaje entendería que la consulta al pueblo es lo mejor que se pudo pensar en un proceso de paz, y el escenario propicio para oponerse a ello de forma democrática. Así se tomaría en consideración su oposición, generando además su inclusión en la historia de una patria que apenas se está poniendo de acuerdo en los términos para dejar de flagelarse.

Solo espero que su altruismo no los deje fuera de la reconciliación social y en busca de sus nobles ideales, se vuelvan los financiadores de nuevos actores armados. Ya han empezado a hacerlo cuando califican a magistrados, abogados y estudiantes de guerrilleros, esa conducta sí se las reprocho porque viola el principio básico de distinción establecido por el DIH, lo que es un primer paso para las ejecuciones extrajudiciales, la desaparición forzada y la tortura que otrora generaron los paramilitares impunemente.

Reforma Rural Integral, este es el punto del acuerdo general que en verdad ataca las causas históricas del conflicto, y sin darnos cuenta, fue el primero en tomarse en consideración (Es el punto uno para quienes no lo sepan). Lo vuelvo a leer y de verdad me impresiona la capacidad de negociación de las partes y de conciliar las posturas económicas sobre el uso de la tierra y el agro. "Democratización en el acceso a la tierra" favoreciendo a campesinos sin propiedad o posesión, o con propiedad o posesión deficiente, a comunidades indígenas, a población afro y a desplazados. Además de ello, encontrando fuentes de acceso a la tierra sin involucrar expropiaciones infundadas que afecten derechos de propiedad preestablecidos. Se hace uso del ordenamiento jurídico vigente, no desconoce la debida indemnización en caso de uso de expropiación con fines de interés público (figura que ya existe en el derecho colombiano), se plantea la creación de nueva institucionalidad y concibe otras fuentes de tierra como los baldíos, los bienes donados y los sometidos a extinción de dominio.

Ojalá una reforma agraria de tal naturaleza se implementara muy a pesar de los grandes propietarios de tierras improductivas o adquiridas mediante la ilegalidad, sería la transformación social esperada en el sector agrario, en la economía y una reivindicación historia de la importancia de los campesios. Además de que la proyección se basa en el desarrolló sostenible y sustentable.

P.D. De verdad no sigan algunos con las estupideces del millón ochocientos a desmovilizados, la entrega del país a las FARC o que vamos rumbo a la nueva Venezuela, entienda que no se plantea en los acuerdos un cambio radical al orden constitucional vigente. Ésto es un proceso muy serio, tal vez de los más serios que ha vivido Colombia y merece un esfuerzo académico mayor de su parte.

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