Citius, Altius, Fortius… Mendacium est
Opinión

Citius, Altius, Fortius… Mendacium est

El escándalo de dopaje que envuelve a Rusia mueve a preguntarse ¿cuántas carreras, cuántas medallas, cuántas marcas mundiales han sido el resultado de la trampa y la conspiración?

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julio 24, 2016
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En una de las conclusiones del grueso informe se puede leer textualmente: “es el programa de dopaje más sofisticado, profesional y exitoso que se haya visto en la historia del deporte.”  La descripción de las acciones ejecutadas por deportistas, funcionarios y dirigentes es meticulosa y en ocasiones parece más una novela de Frederick Forsyth o John Le Carré que un informe oficial sobre prácticas ilegales en el deporte.  Dentro de los aspectos más impactantes del caso descrito está el hecho de que todo el esquema fraudulento de dopaje, encubrimiento y corrupción se realizó con dineros públicos.

Algunos de ustedes estarán ya relacionando esta introducción con el escándalo que envuelve a Rusia después de la publicación del Informe WADA (Agencia Mundial Anti-Dopaje) en el que se describe en detalle el esquema llamado “Metodología de Desaparición del Positivo” por medio del cual se ocultó un proceso institucional de dopaje de deportistas vigente hace más de ocho años y por ende activo durante las Olimpiadas de Londres y Sochin y varios campeonatos mundiales (2009,2011, 2013).  Solo un gobierno autoritario y corrupto como el de Putin podría embarcarse en un fraude como ese, dirán algunos.

Lo cierto es que la cita del primer párrafo no hace referencia a Rusia sino que sale del Informe la USADA (Agencia Americana Anti-Dopaje) y se refiere al programa de dopaje ejecutado por el equipo de ciclismo del Servicio Postal (United States Postal Service) que llevó a Lance Armstrong a “ganar” seis de los siete Tour de Francia (el otro fue con el equipo Discovery).   La trampa no es monopolio de un régimen político, ni de un sistema económico, ni mucho menos de una religión.  Los informes de la WADA nos muestran, por ejemplo, que en segundo lugar en casos de dopaje, y por encima de Rusia si comparamos casos de doping vs. casos controlados, encontramos a la muy democrática y colorida Italia. En tercer lugar figura la India; la democracia más grande del mundo.

De 1985 a 2005 las Grandes Ligas de Béisbol vivieron lo que con posterioridad se conoció como la “Era del Esteroide”.  La utilización generalizada de drogas prohibidas para mejorar el rendimiento tocó todos los rincones del pasatiempo nacional y llevó a superestrellas como Barry Bonds, poseedor del récord histórico de cuadrangulares, a enfrentar cargos federales por mentir ante un jurado.  Libros confesionales, señalamientos, encarcelamientos, suspensiones y cuestionamientos desfiguraron el multimillonario deporte durante toda una década.  Este año los aficionados al béisbol están presenciando el mayor número de cuadrangulares desde principios del siglo XXI cuando se vivía el apogeo de la “Era del Esteroide”.   Obviamente se escuchan desde varios sectores cuestionamientos, sospechas y  llamados a investigar. Inocencia perdida.

Llamados a investigar que también se oyen por estos días en el Tour de Francia con la impresionante actuación del keniata Chris Froome.  El ciclismo, que tuvo su propia “edad media” con la incursión del EPO (Erythropoietin) y la caída de Lance Armstrong, no logra recuperase del todo del sisma químico.  En una entrevista en 2013 el americano decía: “nadie puede ganar un Tour sin estar dopado” y desafortunadamente, al escrutar a quienes quedaron en segundo y tercer lugar en sus siete Tours (Ulrich, Beloki, Basso, Vinokurov, Zulle) queda claro que el único tramposo en la vía no era Armstrong. En la actualidad ya no son solo las transfusiones de sangre y la utilización de hormonas lo que preocupa a autoridades y aficionados sino que el mito del motor eléctrico en la cicla, por mucho tiempo tema de ficción, ya se cuenta entre las trampas a buscar.

El dopaje, desde el individual y casero (aspirina con Coca Cola) hasta el de los grandes programas institucionales descritos anteriormente, nos enfrenta a uno de los lados más repugnantes del ser humano.  El deporte abandona su capacidad inspiradora y se convierte en el escenario de las más bajas y oscuras pasiones.  La química, el secreto, la conspiración y la mentira reemplazan la disciplina, la inspiración, la pasión y el talento.  El desprecio por las normas, el irrespeto por el oponente y por el público, el mensaje destructor del “todo vale” y el cuestionamiento continuo que se posa sobre las disciplinas y sus exponentes son algunos de los resultados funestos del dopaje.

 

La corrupción y la mentira han llegado
tan profundo y tan lejos en el deporte
que las sanciones individuales difícilmente tienen un efecto disuasivo

 

A 15 días del inicio de los Olímpicos de Rio las autoridades deportivas acaban de vetar a todo el equipo ruso de atletismo. Este tipo de sanción seguramente será el patrón de lo que viene, ya que la corrupción y la mentira han llegado tan profundo y tan lejos en el deporte que las sanciones individuales difícilmente tienen un efecto disuasivo.  En el futuro próximo será necesario invertir igual o más dinero en la investigación, el control y la sanción que en la formación y el entrenamiento de nuestros atletas.  El velo se removió y la carga de la prueba cambió; parece que se impone la presunción del dopaje y, salvo decisiones estructurales y radicales, corremos el riesgo de perder un espacio para que brille lo mejor y más valioso del ser humano.

Para finalizar, valdría la pena conformar una Comisión de la Verdad que profundice en lo que realmente ha pasado en el deporte competitivo en las últimas décadas. ¿Cuántas carreras, cuántas medallas, cuántas marcas mundiales han sido el resultado de la trampa y la conspiración?  A ello le seguiría la reparación a aquellos deportistas que jugaron limpio y que nunca fueron reconocidos ni vitoreados y quizás así, nosotros los aficionados y apasionados, recobraremos la ilusión.

¡Más rápido, más alto, más fuerte… mentiras!

 

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