Parece mentira, pero la Gobernación del Magdalena y la Alcaldía de Santa Marta, hoy alejadas políticamente, se han unido sin querer queriendo en estas últimas semanas por motivo de escándalos en sus obras civiles. No soy experto en obras de ingeniería ni pretendo serlo cuando la controversia acusa, pero son tan claros los errores en ambas administraciones que quedan desnudados por sí solos. En la Gobernación, la Vía de la Prosperidad sigue siendo las piedras en el río que sonaban en la administración del “Mello” Cotes anunciando que algo podrido se estaba cocinando. Y hoy, en la administración de su tía, ese engendro no lo han podido ocultar, al punto de que el vicepresidente Vargas Lleras tuvo que intervenir una obra que no lleva el 30 por ciento de su ejecución, y que se ha convertido, lamentablemente para las esperanzas de los magdalenenses, en un barril sin fondo. Aunque muchos, principalmente los medios periodísticos, quieran justificar lo injustificable con una obra que mal empezó y, por ley de Murphy, creo que la gobernadora Rosa Cotes no podrá jugar a la caza de los Pokémon Go porque es una vía que perdió todas las coordenadas.
En lo que respecta al distrito de Santa Marta -- en el accidente ocurrido el día jueves 21 en horas de la mañana, cuando se fundía una loza del entrepiso de la institución educativa Instituto Magdalena, según reporte en boletín de prensa de la alcaldía, donde 9 obreros resultaron heridos-- cabe preguntarse, en forma de especulación, porque falta la investigación de los peritos -- si es que se hace-- ¿Cuál es la calidad del material que se está utilizando en las diferentes obras civiles? ¿Dónde entra la interventoría? ¿Se están aplicando todas las normas de seguridad industrial no solo en las obras públicas sino en todas las que autoriza las Curadurías Urbanas, principalmente en los nuevos edificios y construcciones hoteleras donde se ha presentado accidentes sin poca trascendencia, según los ingenieros?
Los accidentes no se presentan por casualidad. Incluso, son las alarmas que se prenden para que se tomen medidas, principalmente en obras en las que intervienen colegios, parques, centros de salud y, por consiguiente, vías donde no se puede seguir aplicando el común denominador en estas dos administraciones: la improvisación, la falta de estudios civiles que determinen la calidad de material y terreno, el cumplimiento de los tiempos de la obra, la durabilidad de la obra y la seguridad para quienes la van a utilizar. Porque la chambonearía no puede ir de la mano con la ingeniería, aunque esta es la que más plata le deja a los empresarios de la politiquería.
La Gobernación del Magdalena y la Alcaldía de Santa Marta ambos coinciden en algo, las irregularidades de los contratistas, la falta de compromiso de las interventorías, las faltas de normas en el proceso de contratación, pero sobretodo en el incumplimiento de los contratistas. Solo es ver la prensa y darse cuenta que no tienen muchas diferencias como se cree.