¿Un alcalde invisible en Pasto?

¿Un alcalde invisible en Pasto?

Un ciudadano analiza los primeros seis meses de la alcaldía de Pablo Vicente Obando

Por: Jesús Ortiz Muñoz
julio 26, 2016
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¿Un alcalde invisible en Pasto?
Foto: caracol.com.co

Los primeros seis meses de la alcaldía del profesor Pedro Vicente Obando, son inocuos y desilusionantes por el precario resultado social para la comunidad que lo eligió con el insospechado guarismo de 120 mil sufragios. Pero lo más curioso es que ha desarrollado la extraordinaria y asombrosa capacidad de volverse invisible y por tanto de paradero incierto.

En vista de la aplicación de este descubrimiento insólito de la física, el Alcalde ha delegado el ejercicio del poder en terceros que, ante su física ausencia, vienen conformando unos feudos con el más típico ambiente medieval.

Para no ir muy lejos, frente al crítico, angustioso, desastroso, desequilibrante y empobrecedor problema de desabastecimiento y marginalidad de Pasto, a raíz de los efectos de los paros agrario y camionero, quien aparece dando la cara ante la exigencia masiva de gestión pública, es el secretario de Gobierno, Eduardo Enríquez Caicedo, cuya inexperiencia lo hace depender, a su vez, de otros personajes en la sombra, incluyendo a su papá, el senador conservador Eduardo Enríquez Maya, quien ve con inocultable satisfacción que su delfín comienza a nadar en las borrascosas aguas de la política regional del sur.

De otro lado, la relación de gobernanza (como dicen los españoles sin fruncirse) con los concejales del pueblo, se maneja caprichosamente por tres asesores plenipotenciarios: Marco Fidel Martínez, un veterano docente; Lilian Rodríguez, cuota innegociable del exgobernador Raúl Delgado y el exconcejal German Zambrano, quienes tienen el poder de incorporar al gobierno, sea por contrato o mediante nombramiento, a los recomendados por los concejales para integrar una milimétrica distribución, amén de la integración de su propia cuota.

En EMPOPASTO que es la "joya de la corona" como la calificara el concejal Harold Ruiz (uno de los primeros en abandonar ese extraño barco municipal con despedida y zambullida pública) durante la tempestad de una supuesta privatización que fue el principal y único argumento para la elección del alcalde Obando, le ha sido entregada, sin ninguna restricción, al senador Guillermo García, quien, según relata el ex candidato a la alcaldía Nicolás Toro (principal artífice del éxito electoral del actual alcalde) ha nombrado a 4 subgerentes de su cuerda y se dispone a manejar el jugoso presupuesto de contratación ante la terminación del contrato con el operador PRESEA.

Atrincherado en Planeación Municipal, el excandidato a la Gobernación Afranio Rodríguez, por su parte, prepara minuciosamente su próxima campaña (Gobernación, alcaldía, cámara?) con base en algunos proyectos, matizada de colocas y contratos.

Y esto ocurre en todas y cada una de las secretarías de éste nuevo gobierno municipal, donde sus titulares en la crema de la burocracia local, se alistan para una nueva y fragorosa campaña para cualquier cosa, sea como candidatos o para tener juego en lo que venga, incluso para ofertar un volumen hipotético de votos al mejor postor.

Este tipo de conductas con un alcalde invisible y unos segundones pelechando del poder, han logrado que la política se vaya convirtiendo en un espacio ajeno a la gente.  A ello ha contribuido el amplio y estereotipado espectro que le rodea de ser una actividad pantanosa, sucia, caldo de cultivo de la corrupción, en la que pelechan unos oportunistas que se aprovechan de ella, lamentablemente, por nuestra abstinencia o indisposición a intervenir.  Es un bus que pocos quieren abordar pues su ruta es el desprestigio, la falta de credibilidad, la indiferencia social y una perversa manipulación económica y mediática.

La política en la sociedad moderna ha perdido autenticidad al difuminarse la diferencia entre lo público y lo privado por acción de la democracia neoconservadora de mercado, afectado los principios-conceptos de ciudadanía, equidad, igualdad y libertad, configurando a un hombre contemporáneo infeliz y consumista que, como dijera Habermas, ha visto transformar su autodeterminación en un simple cálculo de posiciones de poder.

Los hebreos no soñaban con ciudades sino con jardines.  Quienes moran en el desierto sueñan o tienen el imaginario colectivo de un oasis.  Por eso los profetas hebreos cuando hablaban de política decían: Es el arte de la jardinería aplicado a las cosas públicas.

@jessortizmuoz1

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