El día que se inauguró su radio periódico El Duende, que se transmitía por Radio Juventud, a Humberto Martínez Salcedo le dio por imitar al entonces presidente Guillermo León Valencia. Simuló una cacería, práctica de la que era ferviente aficionado el abuelo de la senadora Paloma Valencia y el chiste le salió tan bien que muchos creyeron que se trataba del propio Presidente. A pesar de que Valencia tenía buen sentido del humor, la reacción desde el Palacio de San Carlos, desde donde se gobernaba entonces, en 1963, no se hizo esperar: la cancelación inmediata del espacio radial.
Lejos de frenarse, Salcedo buscó al también legendario humorista Hernando “El Chato” La Torre y juntos terminaron creando La Tapa, un programa satírico en Radio Santa Fe. Para eludir la censura Martinez, que venía de la H.J.C.K en donde fue alumno aventajado de Otto de Greiff en sus cursos de apreciación musical, componía canciones con un trasfondo crítico, al punto que el ministerio de comunicaciones le impuso una drástica multa de $40 mil por “transmitir música subversiva”. La multa la pagaron de una manera espontánea los radioescuchas, decididos a no dejar sacar del aire Martínez Salcedo; las colas para aportar el centavito le daban la vuelta a la sede de la emisora.
Martínez Salcedo conoció a Álvaro Castaño Castillo, el propietario y director de la HJCK cuando pintaba las paredes de las oficinas. Su humor y su gracia rompían cualquier barrera al punto de terminar de parranda con el dueño y su amigo Iader Giraldo junto con su hijo Néstor Humberto, quien en ocasiones los acompañaba. Fueron famosas sus imitaciones de todos los gobernantes, yendo lejos como la noche en la que llamó, con la voz de Laurean Gómez, al presidente Carlos Lleras, el abuelo del vicepresidente Germán Vargas Lleras, amigo y aliado político en Cambio Radical, del recién elegido fiscal.
Fueron inútiles los embates de “La Mano Negra”, como se le conocía a los grupos intolerantes de sectores del poder que ejercían presión para silenciar voces críticas e incómodas como la de Martínez Salcedo , quien empezó a encarnar y ser conocido como el Maestro Salustiano. Le cerraban un programa y arrancaba con otro, como ocurrió con el radioperiódico El Pereque y sus populares presentaciones en la naciente televisión en el espacio dominical Telefiesta.
Salcedo no dudó en fustigar al general Rojas Pinilla, incomodó a Misael Pastrana y se convirtió, junto al columnista Klim, en el crítico más férreo del establecimiento de la época con su postura política beligerante e independiente. Fue tan respetado que nadie, por más que intentara, pudo borrarlo y logró ocupar el primer lugar entre los humoristas en la Colombia de los años setenta.
Los últimos años de su vida se los dedicó a su segunda pasión, la música. Se convirtió en promotor del Festival de Tiple Nacional en Vélez Santander y muchas veces invitaba a su amigo José A. Morales a su finca en Choachí para componer bambucos y pasillos. Muchos años antes de que los Le Luthiers se hicieran famosos, Humberto Martínez hacía sátira política con sus canciones que combinaba con tertulias en las que nunca faltaban Álvaro Castaño Castillo y con Bernardo Lozano.
Comenzando los años ochenta, lejos de las persecusiones, las censuras y los cuestionamientos, tuvo un espacio en el noticiero TV Hoy y ganó en 1984 el Premio Nacional de Periodismo por el programa Radial El Corcho. En 1985 su participación en El Chinche en donde interpretaba al Maestro Salustiano, le dio la fama nacional.
De su hijo Nestor esperaba que fuera periodista y entrara al mundo de los medios, tarea en que no le ha fallado y sabe manejarlos cuando los necesita; y aunque aceptó su decisión de estudiar derecho en la Universidad Nacional, muy seguramente estaría burlándose de su condición de Fiscal con la irreverencia y la gracia que nunca lo abandonó.