“Un día en Venezuela es trabajar para comer, los que tenemos algo que hacer. No es como antes donde podíamos ahorrar y pensar en progresar. Ahora, se impone la ley del rebusque para no morir de hambre y ofrecerle un pan a nuestras familias. El derecho a la vida en mi país se viola a diario, nos están matando de hambre”.
Así, relató Bryan Virgilio Muñoz Niño, 26 años, la situación de desabastecimiento de alimentos y medicinas que se vive en Venezuela, producto de la crisis económica y alimentaria que aqueja a la otrora potente nación petrolera.
Él, viajó desde San Cristóbal (Estado Táchira) con 23.000 bolívares fuertes -al cambio $41.000- con la ilusión de adquirir productos de la canasta básica familiar y medicinas para su mamá que padece cáncer de seno.
Bryam se congregó en la madrugada del domingo en la avenida Bolívar de San Antonio. Sobre las 7 de la mañana (hora colombiana), pasó junto con una estampida de 6.000 venezolanos que cruzaron a la fuerza las barricadas de la guardia venezolana.
“Pasamos cantando, aplaudiendo y con una sensación extraña, los sentimientos estaban encontrados, no sabíamos si reír o llorar de alegría. Sabemos que muchos pasamos por necesidad, otros para revender, el ‘bachaqueo’ se le salió de las manos a la Guardia”, dijo Bryam.
Él, es hijo de padres colombianos y en la bonanza del bolívar se acostumbró a vivir de la frontera. Heredó de su padre y de su abuelo los conocimientos en mecánica y en San Cristóbal vive de arreglar motocicletas.
“Al día me gano 15.000 bolívares fuertes y con eso compro un kilo de carne (4.000 Bsf), un kilo de arroz (3.000 Bsf) y un kilo de azúcar (3.000 Bsf). El resto es para cosas menores”.
Una vez cruzó la frontera, Bryan se unió a las filas que se hicieron en las casas de cambio. Todos los venezolanos portaban fajos de bolívares y al cambio les entregaban un par de billetes de $20.000.
De las casas de cambio empezaba la lucha por el transporte, algunos como Bryam prefirieron mercar en La Parada para ahorrarse los pasajes de busetas y las carreras de taxis a Cúcuta que se elevaban a $8.000.
“Acá en Colombia se consigue de todo, quizá más costoso, pero me voy feliz. Junto con los alimentos también compré las medicinas para mi mamá. El gobierno le subsidia los medicamentos, pero llegan cada seis meses”.
Con información de: El Diario La Opinión de Cúcuta