La operación tortuga implantada por los camioneros en la vía que une al Huila con el Caquetá -- con demoras por vehículo de hasta 4 y 5 horas--; la escasez de productos de la canasta familiar en los grandes centros de acopio del País -- incluyendo Corabastos en Bogotá--; los problemas de orden público que se han presentado en algunas vías nacionales, que conectan el interior del país con la región; el alza exagerada de los fletes debido al paro y a la inacabable codicia de los especuladores, sumado a que el departamento solo tiene una vía decente que lo comunica con el interior del país, es otro azote al pueblo del Caquetá que cada vez que el gobierno nacional tiene un problema grave, convierte al departamento en el primer chivo expiatorio de sus errores.
La situación que hasta el momento no ha tenido la gravedad que se esperaba por el espíritu de conciliación de los camioneros y la fuerza pública apostados en la cordillera -- empatía que ha permitido el paso intermitente de comida a Florencia y por ende a los demás municipios-- se vio repentinamente agravada por las declaraciones que dio a los medios el secretario de gobierno departamental, quien dijo, palabras más palabras menos, que no estaba pasando nada, que los productos estaban llegando normalmente, cuando lo cierto es que de 800 toneladas que ingresan diariamente, en los últimos días ha disminuido a menos de 100, como lo declaró públicamente el administrador de una de las galerías.
Eso hizo que los directivos del paro a nivel nacional le llamaran la atención a los dirigentes regionales, quienes comenzaron a apretar los retenes momentáneos y a través de los medios, culparon al gobierno nacional del desabastecimiento que se presenta, de la especulación y por ende, del alza desmedida de los productos de la canasta familiar que afecta al pueblo en general y dejaron entrever la posibilidad de un bloqueo total de la vía, si el gobierno nacional no accede a sus peticiones.
Rápidamente el alcalde de Florencia Andrés Mauricio Perdomo, reaccionó ante la potencial gravedad de la situación, convocó a su despacho a los representantes regionales del paro y a toda la institucionalidad, logrando bajar la temperatura a la situación y logrando el compromiso de que se dejaran pasar los vehículos sin ninguna restricción y en horas de la noche, dos veces por semana.
El representante regional de los camioneros Roberto Aguilar, fue enfático en afirmar que están dejando pasar sin ningún inconveniente a los camiones que entran el gas doméstico y los combustibles, lo mismo que la comida para las cárceles, pero pidió al gobierno municipal y departamental que se convierta en intermediario ante el Presidente de la República, para que atienda sus peticiones antes que el paro pase a mayores.
Un cierre total de la vía al Huila, afectaría gravemente a 15.000 familias que viven de la leche, unas 450.000 personas que dependen de 63 industrias lácteas que generan 1.260 trabajos directos y a miles y miles de comerciantes que tendrían que implementar puentes aéreos para entrar alimentos al Caquetá, con las elevadísimas alzas que esto conlleva.
Esto afectaría gravemente la economía regional, como sucedió con el pasado paro campesino, cuando el Presidente dijo su famoso “¿Cuál paro?”, que tuvo como consecuencia inmediata el cierre de la vía a la altura del puente del Avispero en Suaza, departamento del Huila, cierre que fue un verdadero azote para la economía del Caquetá. Y por lo visto, la historia tiende a repetirse.