Llegó el presidente de firmar los acuerdos de La Habana y lo habrán recibido varias camionetas de vidrios negros para llevarlo al palacio presidencial a la velocidad del rayo para que firme un tal decreto 1056 que ya tenía estampada las firmas del eficiente ministro de hacienda y la directora de una cosa que llaman La Función Pública.
El presidente habrá visto muy por encima el texto que firma y habrá anotado con agrado su título: “Decreto 1056 mediante el cual se hace patria y se fortalece la justicia nacional”.
Y firma el documento con la serenidad que le caracteriza.
Ha debido ser una secretaria encargada de sacarle muchas copias al decreto quien en forma alarmista se habrá preguntado con voz chillona:
—¿Otro aumento para esos vagabundos?
Y un veloz mensajero que por ahí deambulaba oiría las palabras de la secretaria y le pregunta de qué habla, y ella, entre despelucada e histérica le dirá que le está sacando copias a un decreto que acaba de firmar el doctor y en donde otra vez le aumentan los sueldos a los senadores y representantes.
—¿Que qué? —expresó el mensajero, es que esos manes se la tienen clavadita al presi. Es lo que ocurre con las mermeladas muy dulces.
— Y además que el aumento es retroactivo, —explicó la secretaria ante una pregunta no formulada.
— Retroqué?, preguntó aquel.
—Retroactivo carajo, o sea, que el aumento se hace efectivo desde enero pasado.
Y ambos miraron con envidia sincera el artículo segundo del mencionado decreto donde en letra cursiva se dice: “El salario de cada uno de los muchos honorables congresistas queda ahora en la módica suma de $27.929.064, sin incluir, obvio, lo que gasten en gasolina o lo que consuman de comidas y bebidas en las arduas sesiones de eternas horas que han de soportar y menos aun lo que les entre por la manga”.
Llegó puntual la secretaria donde el presidente que estaba en ese momento recibiendo una llamada de Suecia y le entrega las doscientas copias del decreto y, ante su cara de desagrado el presidente no tuvo ocurrencia diferente a soltarle aquella frase marxista que dice algo así como que el secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio, pero si puedes simular eso, lo has conseguido.
El presi se dispuso a llamar a todos los congresistas,
para darles la buena nueva del nuevo sueldo,
la pendejadita de veintiocho millones de pesos redondeados al mes
Y acto seguido, después de colgarle a los suecos que le informaban que el premio está ya casi listo, se dispuso a llamar a todos los congresistas, uno a uno para darles la buena nueva del nuevo sueldo que te espera, que la pendejadita de veintiocho millones de pesos redondeados al mes te ayuda a llegar a fin de mes con serenidad y la cabeza fría, comenzando siempre la amena conversación con el manido chiste también marxista en donde le dice al honorable perdóname si te llamo caballero, pero es que no te conozco muy bien.
Mientras salía del despacho del doctor, nuestra secretaria oyó que el presi recibía otra llamada, de alguien de La Guajira pidiendo a gritos solución al caos de los niños que se nos mueren de hambre y sed, doctor, que haga algo doctor, a lo que el presi aclara con su típica contundencia que perdóname ala pero plata no hay, espérate a que llegue la paz y hablamos. Y tú tranquilo que estamos en eso.
Y hablando de…
Y hablando de contundencias, es claro que alarma la contundente victoria menor de Rajoy y sus amigos en las últimas elecciones en España que buscan conformar al fin gobierno.
Si bien la baraja no era bien atractiva al estar solo conformada por un PSOE gastado y sin mayores o menores novedades, un inquieto y demagogo Podemos que nunca aclara sus vínculos con la República Bolivariana de Venezuela y que ahora se unió con la muy izquierdista Izquierda Unida y la moderada derecha de Rivera y Ciudadanos, llama la atención que el gran ganador de la justa es otra vez el PP que le da sopa y seco a los políticos del mundo en lo que llaman las artes y secretos de la corrupción.
Parece que ser corrupto no quita voto.