Cámaras tirándole a las escopetas

Cámaras tirándole a las escopetas

Por: Nelson Cárdenas
septiembre 13, 2013
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Cámaras tirándole a las escopetas

"Venga, abusivo, venga y pose que lo estoy grabando pa'subirlo a Youtube" le gritaba la campesina desde su ventana al agente del Esmad que estaba tirándole piedras a su casa. "No le tengo miedo" dijo el policía. "Yo tampoco" respondió la señora. El video, antes que por un noticiero acreditado y patrocinado, fue emitido miles de veces en las redes sociales y en medios alternativos, minutos después de haber sido hecho. Una agencia de noticias, un noticiero en tiempo real y sin comerciales, ni orientadores de opinión. Solo una señora ofendida por un poder que la agrede y no le hace eco a su denuncia, un celular y una cuenta en youtube. Nada más.

Dicen los especialistas (desde hace como 30 años) que los humanos de hoy en más respiramos aire e imágenes. Nuestra relación con el mundo está mediada por cómo lo imaginamos y lo imaginamos en buena medida en función de cómo lo vemos. Sin embargo, desde la invención de la fotografía y de sus hijas, el cine, la televisión y sus variantes digitales, Imágenes de todos los tipos se instalan en nuestra cabeza definiendo con una profundidad inusitada no solo como "es" el mundo sino también, como "debe" ser, de una manera tan imperativa y creíble que muchas veces el imaginario fabricado reeemplaza a la evidente realidad, creando a su alrededor una especie de unanimismo tan absoluto, que cualquier prueba o testimonio que no responda a esa imagen preconcebida se considera un fracaso, una mentira o un acto subversivo.

La iconosfera (el campo de las imágenes que nos rodea) con la llegada del medio digital se ha vuelto más densa, más opresiva, más afilada. Basada en la omnipresencia de sus sensores (llámense celulares, computadores, cámaras de vigilancia, lectores de código de barras, tarjetas de cliente frecuente o servicios de seguridad del Estado) y con la ayuda de la máquina de la verdad informativa (los medios de "comunicación") el mundo pareciera convertirse en un lugar en donde el ojo del Gran Hermano todo podía verlo y juzgarlo, al tiempo que, basado en toda esa información y en sus necesidades particulares, emitía de vuelta el mundo que "debe ser" y que "es". Un mundo necesario y seguro, que se muestra como opción única y que señala como peligroso o mentiroso a los mundos que no se adapten a su modelo, incluyendo al mismísimo mundo real. Una densa red de información fragmentada, inconexa, unipolar y sin causalidad ni profundidad, que se supone que debe informar lo que sucede, no solo no informa con equilibrio (al tiempo que nos vende una miríada de productos inútiles y superfluos) sino que además decide qué y cuando informar para evitarnos, como cualquier padre sobreprotector, el sufrimiento de probar caminos diferentes al camino decidido por el Gran Hermano del cual, como no, ellos hacen parte.

Sin embargo, de la mano de una de las aristas más alienantes y demandantes del esquema, los celulares con cámaras y la internet, está llegando una de las más profundas y rápidas revoluciones de las que el mundo tenga noticia en su historia. De un momento a otro los usuarios han comenzado a entender que las cámaras de sus teléfonos, que caben en un bolsillo de la camisa, capaces de capturar imçágenes, que pueden ser a su vez puestas a la disposición de un público ilimitado, sirven para algo más que para jugar a ser famosos. Han, hemos, descubierto que ya no tenemos que pasar por el filtro acomodaticio de los medios masivos para exponer su punto y, mejor aún, para demostrarlo con imágenes. Con sus teléfonos apuntados como si fueran armas (que de cierta manera lo son, armas de disuasión), registran cada día cientos de puntos de vista innovadores, que desbaratan y reconforman el mundo tipo, estéril y edulcorado que nos muestra el establecimiento en sus muy efectivos y permanentes fuentes de información. Otras realidades, otros colores, otros sonidos, otras voces, todas sumadas para presentar una aproximación más cercana a la realidad verdadera, no a la imaginada.

Este paro agrario que recién estamos viviendo está trayendo consigo no solo un planteamiento válido sobre la política agraria y comercial de nuestro país, y el reconocimiento, a pesar de la cerrada de filas del establecimiento (desde el gobierno y la empresa privada) de la dimensión de un problema que ha querido definirse a partir de titulares y lemas de mercadotecnia. No. Este paro agrario está trayendo consigo la conciencia entre las personas de su propio poder y del nivel de manipulación al que han estado sometidos. Su verdad, su universo, su queja, su prueba se ha quitado un intermediario que filtraba y decidía lo que era y no era verdad, y llega (al menos mientras no lo prohiban) directo y sin censura a una audiencia asombrada de ver a un emperador que nos decía que iba vestido de gran gala, como todos queríamos ver, pero que en realidad iba empeloto.
La facilidad de este nuevo medio, abierto, democrático no solo nos permite enterarnos sin que medien los intereses comerciales, sino que además nos ha traído la conciencia absoluta de que no estábamos ni locos, ni solos en nuestro pensar.

Un nuevo Gran Hermano ha surgido en las manos de cada ciudadano, transformado en miles de pequeños hermanos que todo lo ven, ya no para vigilarnos, sino para controlar al antiguo y malcriado Gran Hermano mayor. Comienza a llegar el tiempo en que la gente entienda que el poder que ostentan sus gobernantes deviene de nosotros, la gente y no de su divina gracia. Faltará ver si estos también llegan a entenderlo pronto.
Por lo pronto, y mientras llega lo que venga, le propongo: atrévase, filme su mundo y compártanoslo. De seguro nos dará una buena sorpresa.
Bogotá, a fin de una noche de agosto.

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