Según el informe 'From Farm to Fork: Agribusiness is Big Busines' publicado por Sarah Boumphrey para Euromonitor International, el sector agroindustrial representa aproximadamente el 4,5% del Producto Interno Bruto a nivel mundial, y año tras año ha crecido la importancia de las economías en desarrollo dentro de la producción agrícola. Por ejemplo, China logró aumentar las cifras de exportación de alimentos en un 70% entre 2003 y 2008 gracias, entre otras cosas, a la implementación de nuevas tecnologías para el campo.
Así mismo, el informe destaca que la cantidad de tierra cultivable está aumentando muy lentamente respecto al crecimiento de la población, es decir, contamos con menos recursos para producir más, y es que el aumento en el número de hogares de clase media a nivel mundial ha impulsado una demanda de alimentos sin precedentes. Según los datos de Boumphrey, entre 2008 y 2013 el número de hogares con una renta disponible de más de US$15.000 se ha incrementado en un 70% en países como Rusia, China, India y Brasil.
En la lista de los países exportadores más grandes del mundo de alimentos para el año 2013 Colombia no ingresa dentro de las primeras veinte posiciones y el panorama no pinta muy bien. Recordemos que, según cifras de la Sociedad de Agricultores de Colombia, únicamente el 3% del territorio colombiano se utiliza para fines agrícolas mientras que el 34% se utiliza para la actividad ganadera.
Pero mientras esto pasa, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) nos ubica en el puesto 22 entre 223 países que tienen potencial para la expansión agrícola sin afectar sus bosques naturales que representan el 48,7% del territorio colombiano. Esta posición nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Cómo logramos desarrollar dicha expansión agrícola? No basta con tener el potencial, debemos llevarla a cabo pero para eso hay que observar qué materiales necesitamos.
Los datos muestran que el primero de ellos es la biotecnología verde y la ingeniería genética. Sí, todo lo relacionado con organismos modificados genéticamente, plantas transgénicas, bacterias y levaduras transgénicas. De entrada, miles de personas dirán: ¡Oh Dios! ¡¿Transgénicos?! Llévatelos de aquí, no los quiero sobre mi mesa. Sin embargo no se han dado cuenta de su seguridad e increíble potencial, así como lo rezagados que nos encontramos en la implementación de dichas tecnologías.
Según el reporte del año 2015 del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agro-Biotecnológicas (ISAA por sus siglas en inglés), entre 1996 a 2015 se han cultivado dos mil millones de hectáreas de cultivos transgénicos en el mundo, pasando de 1,7 millones de hectáreas en 1996 a 179,7 millones de hectáreas en 2015 (!Se ha centuplicado!).
El reporte de ISAA también nos arroja un dato interesante: los agricultores de más de veintiocho países han obtenido US$150.000.000.000 en beneficios desde 1996. Entonces, si los cultivos transgénicos son el horror hecho plantas ¿Por qué los agricultores de países como Brasil, Argentina, India, Canadá y China han decidido implementarlos?
Mientras que Brasil cuenta con más de 44.2 millones de hectáreas de cultivos transgénicos, Colombia apenas alcanza las 100.000 hectáreas quedando muy por debajo de países como Argentina que tiene 24.5 millones, Paraguay 3,6 millones y Bolivia 1,1 millones. No hay duda de que estamos haciendo las cosas mal.
Por otra parte, uno de los principales argumentos de quienes se oponen a los cultivos transgénicos es que, según ellos, hay investigaciones que correlacionan positivamente a los transgénicos con problemas en la salud de las personas, pero nada más lejos de la realidad. Una investigación publicada en 2013 titulada 'An overview of the last 10 years of genetically engineered crop safety research' que comparó y revisó aproximadamente 1700 estudios científicos sobre cultivos transgénicos, avaló la seguridad de los cultivos transgénicos.
Así mismo, una investigación llevada a cabo por Graham Brookes y Peter Barfoot en 2014 titulada 'GM crops: Global socio-economic and environmental impacts 1996-2012' demostró que los cultivos transgénicos han reducido el uso de pesticidas en 503 millones de kilogramos, y también han reducido las emisiones de CO2 equivalente a retirar aproximadamente 12,45 millones de automóviles en circulación (¡12,45 millones!).
Como dato adicional, en la India los agricultores que usan algodón modificado genéticamente han mejorado sus cosechas y han obtenido hasta un 50% más de ganancias que quienes cultivan el algodón convencional o no modificado genéticamente, según un estudio de Jonas Kathage y Matin Qaim del año 2012 en el que analizaron el impacto socio-económico del Algodón Bt en la India.
Necesitamos entonces promover la llegada de la investigación biotecnológica al campo colombiano y no poner barreras que acentúen el rezago agrícola de un país con grandes capacidades para competir. Recordemos que cada vez que nos oponemos al cultivo de transgénicos en el territorio nacional, estamos obligando a las universidades públicas y privadas a botar a la basura proyectos de investigación en biotecnología y a los agricultores a percibir menores ingresos.
Aclaro: los cultivos transgénicos no son la panacea para cubrir la demanda de más de nueve mil millones de personas en el año 2050, sin embargo es una herramientas más sostenibles y seguras para luchar contra la desnutrición, aumentar la competitividad del sector agrícola y reducir el impacto ambiental de la producción de alimentos.
@mmunozji13