Otra vez sorprende la pasividad de nosotros, los caucanos, ante aquellos que quieren destrozar lo que por herencia nos toca: la Paz. Parece que muchos se quedan con la que aún negocian en una mesa unos señores que la han venido despilfarrando, amordazando y acabando con un pueblo a su nombre. Y esto aplica a gobiernos corruptos, paramilitares y grupos guerrilleros narcoterrroristas, todos hablando de Paz y asesinándola lentamente.
Pero este no es el tema. En la minga, concentración, resistencia o simple protesta, aparecen siempre los que luchamos por un Cauca libre y con posibilidades para todos. Pero también somos esa masa tonta y manipulable que cada que queremos reclamar lo que por derecho nos pertenece, hacemos lo que otros, desde un escritorio en las capitales, desde las montañas de Colombia o desde unas paradisiacas playas de una isla, ordenan. Nos ponen a pelear entre nosotros, hermano contra hermano, y a perjudicar a los que en su diario vivir se levantan en busca de su sustento y el de sus familias.
!Razón la de los comerciantes de Popayán de querer demandar a los organizadores del paro! Pero a esos es por plata, a ellos no les interesa más. El hermano indígena y cada comunero lucha por lo suyo. Las comunidades afro con sus consejeros, también. El gobierno lo hace por mantenerse en su equilibrio de poder. ¿Y por el pueblo? ¿Quién? !Nadie! Por la subida de los precios, el desabastecimiento, la crisis hospitalaria, el pánico, los heridos y demás, ¿Quién?
Desafortunadamente seguimos siendo utilizados como pueblo. Hay gente que pesca en río revuelto y se aprovecha de las necesidades que nos han aquejado como pueblo por siglos.
Pero esta vez fue distinto.
Hoy la palabra de moda es Paz, esa que todos anhelamos, unos más que otros, porque no es lo mismo un conflicto en el Cauca que en la Guajira o San Andrés. Y aunque no se crea, este paro, adicional a lo ganado en sus partes participantes, también mostró avances en ese sentido: la paloma de la Paz de la Habana se hizo presente, y especulando un poco, pero con sabor a verdad, se sintió el poder político y organizativo de las Farc en la zona durante las concentraciones, evidenciado en el tono de diálogo con el Gobierno y el pueblo y en los mensajes sin tono amenazante que dejan en sus panfletos propagandísticos en la vía.
Hoy no es descabellado pensar y soñar cómo con la Paz de La Habana se seguirá menguando este tipo de situaciones absurdamente necesarias, pues la verdad sea dicha, nos fue mejor en este paro que en anteriores: hubo menos choques violentos y por tanto menos víctimas que lamentar.
Francamente se sintió el soplo de paz y de conciliación de las Farc, llamando la cordura y mostrando otra cara, ya no la de violentos, sino la de pacificadores, así lo manifestaron en panfletos arrojados a las vías en la María, Piendamó, sitio histórico de acuerdos, horas antes de la apertura de la vía y el levantamiento del Paro, donde hacen un llamado a reconocer sus nuevas formas de lucha, sus nuevas políticas y el rechazo a la modalidad del chantaje, secuestro y narcotráfico, que pudieran socavar el futuro inmediato de la tranquilidad en Colombia. Si así funciona, bienvenida su Paz.
Solo queda una reflexión: ¿es posible que construyamos la paz desde el Cauca sin agachar la cabeza y sin derramar más sangre? Ya estamos cansados de esto. Soplan vientos de paz para el país. ¿Por qué los medios no muestran este tipo de avances y se limitan a mostrar lo negativo?