El opio del pueblo

El opio del pueblo

'El somnífero del fútbol hace que varios colombianos se olviden de los verdaderos problemas que tiene el país: corrupción, inseguridad y desempleo'

Por: Wladimir Pino Sanjur
junio 10, 2016
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El opio del pueblo

Por estos días el patriotismo del colombiano aflora desde la piedra del Cucuy hasta cabo de Manglares y desde Punta Gallina hasta la Quebrada de San Antonio. Se mezclan sin diferencias los dialectos paisas, vallunos, costeños y cachacos, y por donde uno mire encuentra los colores de la nación, desde banderas, hasta las camisetas y gorros alusivos a la selección.

La patria se embriaga con los sorbos de un título que aún se construye; el sueño ya es una realidad en cada corazón Colombiano; el resurgir de James, la magia de Cuadrado, la valentía de Cardona, la efectividad de Bacca y la agilidad felina de Ospina son los temas de las esquinas, la radio y la televisión.

Antes de ayer el zapatero me decía 'no me gusta el sistema 1, 4, 5 ,1 de Pékerman', que todo lo contario era amante del '1, 4, 3, 3 de Zidane'. Enseguida interpeló el de la limonada, 'No ves que James es un falso 9, y que Cuadrado pisa el área como delantero'. Me retiré del sitio analizando el fenómeno y me impresionó cómo estas personas del común que no han ido a la Sarmiento Lora y mucho menos a la Escuela de Limognes, hablan con tanta propiedad de un tema tan complejo como jugar al administrador de las habilidades deportivas de 11 futbolistas.

Camino al trabajo me topé con una realidad social y económica del país: la plaza Alfonso López había sido tomada por la Minga Indígena y Agraria, pero no encontré conatos de protesta, por lo contrario, había alegría y jolgorio: la selección Colombia había clasificado a la siguiente fase de la Copa América. Ellos no hablaban de Juan Manuel Santos, sino de Juan Guillermo Cuadrado; poco le interesaba la suerte de Santiago Uribe, sino cómo Santiago Arias y los 11 Apóstoles de Pékerman resuelven el camino a nuestra segunda conquista continental.

Al dirigirme a la EPS donde me disponía a sacar una cita médica, había una cola de alrededor de 50 personas y las citas la daban para agosto. Comencé a impacientarme y a mostrarme de mal humor, pero pronto mi estado de ánimo cambió cuando en la fila se terció una discusión muy acalorada, pues el señor que me antecedía en la fila le manifestaba a su vecino que el lado flaco de Colombia era ese Sebastián Pérez; que en vez de este debía jugar Sánchez, a lo que el otro respondió tratándolo de ciego: 'No ves que con Pérez tiene manejo y marca, mientras que Sánchez es simple de destrucción'. La discusión seguía mientras que la cola lentamente descendía; esta vez hablaban sobre Bacca y Marlos, unos partidarios del delantero habilidoso y creador de juegos y otros defensores del centro delantero neto.

Antes de llegar a la ventanilla observé el rostro preocupado de un anciano que tenía una sonda y una bolsa por donde hacia sus necesidades. Él miraba la cita que le entregaron y preguntó '¿Para Agosto señorita?' a lo que la funcionaria de Coomeva respondió afirmativamente. Él bajó la cabeza entristecido y se marchó diciendo, 'Para saber, si ese día juega la Sub 23. Esta gente y sus cosas colocar citas para agosto, sabiendo que en esa fecha son las olimpiadas'.

Ya saliendo de la EPS encontré el cuadro diario del transportador informal de Valledupar: la Policía acababa de subir el vehículo de trabajo de un mototaxista a una cama baja; la suerte era incierta, no tenía papeles (Licencia, tecno mecánica, seguro) y él, sin un centavo en el bolsillo, le preocupaba más que su fuente trabajo, el no poder asistir a la caravana que se formará cuando Colombia sea campeón de América.

En ese momento pensé en los problemas del país, en la corrupción, en la inseguridad, el desempleo, la paz, pero también sentí al pueblo aletargado caminando sobre su miseria sin interesarle su suerte, pues ellos bajo somnífero del fútbol olvidan sus problemas y se sumergen en las alegrías pasajeras que le suministra el Gol de Colombia. Se me vino a la mente Carlos Marx y concluí no era la religión, el verdadero Opio del Pueblo es el fútbol.

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