Nos han vendido la idea según la cual la tutela es un derecho valiosísimo y que más o menos sin ella el colombiano no podría vivir ya que le garantiza sus derechos fundamentales.
Y esa verdad matemática nos la repiten en textos jurídicos, en sesudas conferencias sobre derecho constitucional y cada tres días los jurisconsultos de los diarios lo aclaran y parece que no falta que se le haga una estatua a los constituyentes de 1991 por sus aportes a la sociedad, en caso de que no exista ya.
La cosa es simple. El colombiano que no tiene resuelto uno de sus derechos fundamentales acude ante un juez para que él obligue al prestador de dicho servicio a que lo cumpla en forma eficaz.
O dicho en otras palabras. El Estado o los entes a cargo de la salud y demás asuntos claves son incapaces de atender a todos los ciudadanos en la prestación de sus derechos fundamentales a pesar que la misma Constitución dirá que deben hacerlo. Y ante esa gran falta, ante las entidades gubernamentales incapaces y obsoletas, pues al constituyente no le quedó otra que inventarse la tutela que, como ya se dijo, solo consiste en el grito de auxilio que pide una persona. Y, si tiene suerte y aguanta las filas, pues esa persona que gritó será atendida.
Por todo lo anterior no me llamó ni una gota de atención o alarma la noticia que publica el diario El Tiempo en su página 8 un día cualquiera de esta semana, en donde en una corta columna de cinco párrafos titulada “48 horas a Santos para dar solución a La Guajira”, se le ordena, pues, al presidente, darle solución al triste caos de La Guajira.
Beltrán, que ni es wayuu ni reside en La Guajira, gritó
y el Tribunal Superior de Riohacha ordenó (sic) al presidente
blablablá Santos adoptar las medidas necesarias
Suena a chiste o ultimátum, parece una noticia gravísima y de dimensiones insospechadas, pero no es más que el grito de auxilio que cualquier ciudadano le pegó a un juez. Y si, en efecto, ante la inexistencia del Estado en La Guajira (como en Amazonas, el Chocó, Norte de Santander y un pequeño etcétera) y existiendo el tal principio de la tutela, pues un valiente soñador llamado Elson Rodrigo Beltrán, que ni es wayuu ni reside en La Guajira, gritó y el Tribunal Superior de Riohacha ordenó (sic) al presidente blablablá Santos que en 48 horas adopte las medidas necesarias para preservar la vida y la integridad personal de los niños wayuus, asegurando los servicios de salud para esa comunidad y el acceso a los alimentos.
Daría risa si no fuera un asunto tan grave y delicado. Ya han transcurrido las 48 horas, (y pasarán 48 días y 48 años) y nuestro amigo y su gobierno siguen sin atender (así como todos los gobiernos anteriores) las necesidades básicas de los ciudadanos necesitados y no queda sino que ante el incumplimiento se decrete el desacato al amparo de tutela.
Suena grave, pero carece de gravedad.
¿Y lo meterán dos días en La Modelo?, como que no. Y si a cambio meten esos dos días al ministro Cristo, quien de Cristo tiene poco y debe a muchos una clara explicación de sus jugadas mágicas en aquel tampoco resuelto por la justicia caso del otrora llamado famoso proceso ocho mil.
Como que tampoco.
Y hablando de…
Y hablando de tan pocos, resulta risible la medida del alcalde Peñalosa. Se inventan el pico y placa para que no todos los vehículos salgan a la calle y con ello tal vez se incentive que el ciudadano tome buses, ande en cicla o camine. Y de paso que no haya tanto vehículo en las calles.
Pero no, por una pequeña contribución, quien pague tendrá junto al pito una calcomanía que dirá Bogotá para todos y que le permita sacar el carro cuando quiera y sin necesidad de tener doctorados o maestrías.
Y dicen que el dinero irá destinado a la educación. Ajá.