Lo que descubrieron en los allanamientos de esta semana en la calle del Bronx en Bogotá nos tiene escandalizados, y no es para menos. Niñas convertidas en esclavas sexuales, cuerpos descuartizados, droga por doquier, mugre, hambre, violencia y todo tipo de miserias humanas. Eso no es bueno ni aquí, ni en ninguna de las calles del Bronx que existen en Colombia. La de Cali se conoce como la zona de la olla y en Medellín aseguran que no hay una, sino varios sitios del centro que están tomados por el vicio, la delincuencia y los indigentes.
Igual situación podemos encontrar en otras ciudades de Colombia, porque el problema no es que haya habitantes de la calle y que para protegerse de la miseria y la indolencia se refugien en estos guetos donde nadie diferente a ellos logra entrar. El problema es entender ¿por qué nuestra sociedad está generando sitios que se reproducen o se clonan con la misma rapidez con que los alcaldes pretenden ingenuamente erradicarlos?
Ya me olvidé cuántas veces los medios nos han contado
que en Bogotá se interviene esa calle
Ya me olvidé cuántas veces los medios nos han contado que en Bogotá se interviene esa calle. Recuerdo solamente que en un momento del gobierno de Uribe un pomposo programa nacional de seguridad ciudadana anunció que iba a demoler todas las casas donde se expendiera droga y se cometieran delitos en cualquier ciudad. Me parece que alcanzaron a tumbar una, aquella en la que se hizo el anuncio del plan y hasta allí llegaron los hechos.
En Buenaventura, donde también hay calles del Bronx, por supuesto, se derrumbaron una o dos “casas de pique” que encontraron vacías. Pero también hasta allí llegó el ímpetu porque ya vimos que las casas de pique reaparecieron en Bogotá.
Todos estos esfuerzos me parecen de una ingenuidad que raya en lo ridículo y sobre todo totalmente inútiles porque duran tanto como los titulares de los medios. Ayer acompañaron a Peñalosa, antes a Petro o a Mockus. Algunas veces se dignan acompañar los esfuerzos de alguna otra ciudad, pero al día siguiente se ocupan nuevas y más interesantes noticias. Y eso no es culpa de los medios, sino de los funcionarios que gobiernan a punta de titulares.
Claro que hay que acabar con la delincuencia, apoyar la recuperación de las personas drogodependientes, buscar medidas para erradicar la miseria extrema de los habitantes de la calle. Claro que es importante que las administraciones municipales se acuerden de estos problemas y que en medio de las bellezas que promueve en sus Planes de Desarrollo se le dedique un ratico, aunque sea una línea a este asunto. Pero con estrategias más humanas que acompañen esas tomas policiales llenas de parafernalia y espectacularidad mediática al estilo de operativos cinematográficos.
Indigentes, drogadictos, habitantes de la calle, niñas esclavizadas sexualmente,
se dispersan, y sobreviven al ataque, que ellos bien saben es pasajero
Los indigentes, drogadictos, habitantes de la calle, niñas esclavizadas sexualmente y todas las demás personas que habitan o se aprovecha de los habitantes de estas ollas urbanas, se dispersan, se esconden por unos días y sobreviven al ataque, que ellos bien saben es pasajero.
No queremos más show, sino políticas reales y efectivas para garantizar la calidad de vida a estas personas tan desprotegidas y estigmatizadas. No queremos más promesas de lograr la seguridad ciudadana a punta de demoliciones. Ni el Bronx, ni las casas de pique se acaban con estas acciones mediáticas, solo se desplazan una cuadras más abajo.
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